Internacioanl
José Manuel González Torgatorga-en-indonesia
Enviado especial a Java (11/11/2009)
Uno llega con ganas de pisar tierra firme, después de muchas horas de vuelo Barcelona-Milán-Singapur y tránsito para Yakarta, primer destino del viaje.

Al noroeste de la horizontalmente alargada isla de Java, Yakarta es la capital del mayor archipiélago del mundo. Son la mar de islas. El complicado recuento arroja varios miles que están desiertas y más de once mil habitadas. Suficientes para albergar a la cuarta nación más populosa del Globo: unos 238 millones de habitantes.

Los antecedentes lejanos combinan malayos, melanesios y papúas. Ahora, afinando, suman cerca de 300 etnias, diseminadas por estos territorios insulares, y más de dos centenares de dialectos, compendiados en diecisiete grupos lingüísticos.

Yakarta, ciudad populosa y abigarrada, con altas torres modernas, entre viviendas bajas y casi compactadas, anda por los diez millones de
ciudadanos. Salta a la vista una auténtica  legión de motos, sobre muchas de las cuales circulan no ya dos ocupantes sino también algún niño añadido. En esta urbe pasó parte de su infancia el hoy presidente imperial Obama, cuyo poder desborda con mucho las fronteras nacionales de los Estados Unidos de América. En la casa donde vivió se ha proyectado instalar una cafetería, que podría convertirse en lugar de culto para fans del afroamericano con ribetes asiáticos.

Esta isla legendaria cuenta con la antigüedad, casi abismal, del pithecanthropus erectus u hombre de Java, que llegó a ser considerado el eslabón perdido en la evolución de los homínidos. Sin embargo, Indonesia, la nación que abarca todo este universo proteico, tiene una historia joven. En efecto, la independencia de la República de Indonesia, liderada por Ahmed Sukarno, procede de 1945, aprovechando la derrota de Japón, en la II Guerra Mundial, por las bombas atómicas made in USA sobre Hiroshima y Nagasaki. Antes había sido colonia holandesa y el poder de los Países Bajos intentó retornar, aunque sin éxito.

La figura política de Sukarno mantiene su impronta en la breve historia de esta República. Para la crónica social de España está, como anécdota derivada, el recuerdo de la viuda, Dewi Sukarno, quien mantuvo unas relaciones, muy publicitadas en la época, con Francisco Paesa, luego reciclado, periodísticamente, como el espía y aventurero que simuló haber muerto.

De nuestro itinerario hasta Yakarta destaca el largo salto de la primera parte, en alas de Singapore Airlines, compañía reconocida como puntera, a escala mundial. Posee una flota muy modernJavaa, los pilotos demuestran destreza y el servicio resulta esmerado. En los tripulantes de cabina, que trabajan con eficacia, sin embargo se advierte algún gesto autoritario, probablemente para hacerse entender, a falta del manejo del español, porque entre nuestros compatriotas no está generalizado, ni mucho menos, el interés misional que tiene Esperanza Aguirre por el inglés.

Cuando en la pantallita, al respaldo del asiento del vecino de delante, seguimos la trayectoria del avión y comprobamos que sobrevuela Afganistán, no es fácil sustraerse al conflicto que viven diez mil  y pico metros más abajo.

Medidas de seguridad
En la capital indonesia el alojamiento estaba reservado en el Hotel Gran Meliá Yakarta, a la cabeza entre los establecimientos urbanos de la cadena. La primera medida observable es cómo el acceso con equipajes de mano ha de pasar control, que incluye el olfato de un perro adiestrado. El director general, Conrad Bergwerf, hace recordar a un luchador japonés de sumo, aunque más estilizado por supuesto. Tiene a su cargo un hotel cuya entrada al interior ya muestra instalaciones espectaculares.

El cambio de moneda en Java permite disponer de dinero del país, aunque el euro y el dólar USA permiten una utilización muy amplia, salvo para pagos muy  menores. Por 90 euros uno recibe un millón largo de rupias indonesias, pero la sensación de millonario será fugaz; utilizar algún urinario público puede suponer mil rupias y por un recorrido en coche de alquiler, de algunos kilómetros, te pueden pedir cien mil rupias, que, regateando, bajarán a setenta y cinco mil.

De la diversidad de bancos contemplados al circular por la ciudad, el BNI nos informan que es del Gobierno y que los musulmanes han de disponer de una cuenta abierta en el mismo para organizar sus viajes religiosos a La Meca.

El viejo puerto y el café colonial
Entre los motivos turísticos de Yakarta figura el puerto antiguo de Sunda Kelepa, que hace siglos sobresalió en la ruta comercial de las especias de China, Japón y la India, así como otros orígenes y destinos. Ahora continúa dando servicio a veleros de carga que transportan mercancías diversas.

Una auténtica sorpresa supone, tras encontrarse ante el Café  Batavia -la antigua denominación de Yakarta-  franquear su entrada. El interior, diferenciado por su atmósfera colonial, merece parangonarse con establecimientos famosos de su género, como algunos del Nuevo Continente: el Café Tortoni, en Bu72enos Aires, o La Bodeguita del medio, en La Habana. El Café Batavia exhibe, en paredes y algún caballete, retratos de celebridades y famosos. Algunos llegan a adornar los recintos de los servicios. El de caballeros incluye, entre otros, a Orson Welles, Robert Mitchum y Robert Redfort e, incluso, pienso que sin tratar de ofender, a Ingrid Bergman. Hay que tener en cuenta que hubo siglos en que los reyes recibían  audiencias en sus retretes.

La compañía aérea Garuda -nombre de un ave mítica- nos lleva a Yogyakarta, realizando un salto, de trazado oblicuo, hacia el sur, en la zona central de Java. Desde esta ciudad quedan a distancias practicables varios motivos turísticos de especial interés.

Un recorrido por la parte museística del Palacio del Sultán da ocasión para imaginar lo que ha representado el poder unido a ese título. En diversas regiones el título subsiste con carácter honorífico aunque sin poder político; pero, excepcionalmente, queda el sultán con funciones ejecutivas, coordinadas con las legislativas del parlamento en su ámbito territorial. Su antecesor tuvo cinco esposas y más de veinte hijos, mientras que el actual es monógamo y  en su descendencia sólo cuenta con hijas. Del antiguo esplendor cortesano vemos la representación de un grupo de ex-miembros de la guardia, jubilados por edad, y que se reúnen, sedentes y alineados, en una galería del recinto palaciego. Apenas un resto de cuando entre los componentes de la Guardia del Sultán, los músicos y otros cuerpos adscritos a la pompa de aquellos espacios amurallados, totalizaban unos dos mil individuos.

Siguiendo el programa turístico, dos escapadas permiten entrar en dos monumentales templos, construidos con piedra volcánica, a la que deben su fisonomía oscura. El de Borobudur es budista y data del siglo VIII de nuestra era. El de Prambanan es hinduista, cuenta con una antigüedad similar y está en restauración, algo que su situación de desmoronamiento parcial, reclama a gritos.

La recepción al grupo de congresistas de FEPET (Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo), reitera, en hoteles y restaurantes con carácter, la exhibición de bailarinas javanesas.hotel-batavia Estilizadas y descalzas, traducen el ritmo de la música, a la danza y la expresividad facial. Por estas tierras de Java se inspiró la holandesa Margaretha Zelle, esposa por entonces de un militaren ellas destinado. Cuando, una vez divorciada, adoptó el nombre artístico de Mata-Hari (Ojo del Día, o sea, El Sol) comenzó su leyenda como figura exótica del espectáculo. Una especie de nueva Salomé bíblica. Hasta que la vorágine de la I Guerra Mundial la llevó ante el pelotón de fusilamiento francés, acusada de espiar para Alemania.

La Java cálida de siempre, ahora -cuando el frío comienza a hacerse notar en España- sigue propiciando viajar a través de una especie de verano continuo. Y la realidad, que está a mano, suscita la imaginación sobre un pasado ancestral.