A. G. (21/5/2010)hospital-el-escorial1
Estimado director:
Vivo en una localidad de la sierra madrileña donde el número de inmigrantes -me da los mismo si son ilegales o no- alcanza casi la tercera parte de sus habitantes. Hay marroquíes en mayor número (aunque uno de mis hijos me dicen que también argelinos, pero yo lo desconozco), después rumanos y, desde hace pocos meses, se ven a muchos paisanos de los países el Este de Europa. No se con acierto de dónde son, pero me dicen que son búlgaros y albano-kosovares.

Entiendo que la gente vaya a donde encuentra mejores oportunidades de trabajo. Eso es parte de la historia del hombre obre la tierra. Pero, me encuentro con una seria discriminación. Esas personas que residen aquí –trabajen o no- tienen derecho a la Sanidad Pública en mayor grado que los españoles. Como lo tienen ante la petición de becas de comedores escolares, viviendas sociales y otros aspectos de la atención social.

Conozco españoles en mi pueblo de nacimiento, en el que resido, que no tienen posibilidades de ayudar a sus hijos a emanciparse (casarse), y cuando han ido a solicitar una vivienda social al ayuntamiento se la han denegado, pero sí se la han dado a unas familias de países cercanos a nosotros (Portugal y Marruecos) y a otras de Rumanía.

Oigo hablar a mis paisanos y me dicen que en el Hospital de la localidad de El Escorial se han habilitado nuevas salas para parturientas, la mayoría extranjeras, pero que los establecimientos geriátricos no han aumentado sus plazas, más bien al contrario. Será porque son españoles la mayoría de ellos.

También he visto que en mi ayuntamiento hay varias chicas musulmanas -su vestido así lo denota- trabajando por un acuerdo, según me dice un policía municipal, con una asociación de trabajadores marroquíes en España. ¿Saben ustedes la de parados que tenemos en el pueblo?

También sabemos, lo conoce todo el pueblo, que hay barrios donde ciertos ciudadanos de alguno de esos países se dedican a vendar «hierbas», «chocolate» lo llaman ahora, pero al parecer lo hacen a sus anchas, pues el trapicheo es diario a pesar de las detenciones que a veces hacen policías locales y guardias civiles.

Sobre robos, hurtos, peleas, asaltos a viviendas y locales comerciales no merece la pena hablar, pues es cansarse. Hay que padecerlo, cosa que los políticos no sufren.

Si me publican esta noticia, me atreveré a facilitarles más datos, pues estoy jubilado, aunque no ocioso, y mi antigua profesión me otorga cierto conocimiento de muchas cosas.

Saludos y gracias.  

A. G.
Madrid