Mi Columna
Eugenio Pordomingo (27/11/2007)mariano-rajoy
El personaje no tiene excesiva relevancia, ni con seguridad la tendrá, pero a través de él se pueden deducir las intenciones políticas y el pensamiento de Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular. Ayer, el diario El País publicó una entrevista, realizada por Carlos E. Cué a Gabriel Elorriaga, Secretario de Comunicación del PP. Por sus respuestas podemos aventurar la táctica y la estrategia por la que va a deslizarse el PP hasta las próximas elecciones generales de marzo de 2008.

«Nadie votará por el 11-M o Irak; se vota futuro», “hay que mirar al futuro porque se acercan las elecciones”; “durante mucho tiempo no hemos podido dedicarnos a nuestra alternativa»; «lo ideal sería haber evitado la comisión y el juicio político del 11-M»; «en España es muy difícil ser líder de la oposición sin estar en el Congreso», son algunas de las frases de Elorriaga que el diario resalta.

El periodista le pregunta ¿Dijeron que Zapatero se rendía a ETA y no hay tregua. Que Navarra se vendía y gobierna UPN. Que España se rompía? ¿No les resta eso credibilidad? La respuesta de Elorriaga es la siguiente: La última cosa no la dijimos, es una leyenda urbana….

Menos mal que existen las hemerotecas, de lo contrario tendríamos que creer que, efectivamente, eso de que “España se rompía” es una “leyenda urbana”. Ante la pregunta de que “La nación está en peligro, dijo Jaime Mayor en la última convención”, el entrevistado responde: “Bueno, al menos está en proceso de multiplicación, con varias naciones superpuestas. Es verdad que el Gobierno negoció con ETA. Lo negó y se ha publicado de qué se habló”.

Elorriaga afirma que “cuando no hablamos del modelo de Estado coincidimos mucho con CiU, y también con el PNV. Nos movemos en el centro-derecha. De hecho, aunque ahora CiU critique la escasa inversión del Estado en Cataluña con los gobiernos del PP, apoyó todos nuestros Presupuestos”. Para el secretario de comunicación del PP, “está claro” que no debía haber habido comisión de investigación en el Congreso de los Diputados sobre el 11-M, ni tampoco que “el Gobierno hubiese abordado la legislatura sin tratar de hacer un juicio político al Gobierno anterior por el 11-M, sin duda ninguna”.

No podía faltar la referencia a Gallardón. Cuando el periodista le pregunta por la posible “sucesión de Rajoy si pierde” las elecciones de marzo, “se plantea la necesidad de que el aspirante esté en el Congreso”. Elorriaga no duda. Afirma que “nuestro modelo es muy parlamentario. Las experiencias anteriores, que no son muchas, no han sido buenas (…) Se tomará la decisión que más convenga al PP. Hay una norma que impide a los alcaldes ir en las candidaturas al Congreso, aunque también permite excepciones”.

Flaco favor le hacen al PP estas declaraciones, aunque en el fondo, simplemente, muestran la verdadera fotografía de lo que en Génova trece acontece, que no es más que una lucha despiadada por el poder.

No sabemos a ciencia cierta si Mariano Rajoy participa de la opinión del nacionalismo (CiU, PNV y BNG), pero está claro que los necesita, como los necesita Zapatero. Rajoy precisa de los votos de las minorías nacionalistas porque no ha tenido el valor de levantar la bandera de recobrar para el Estado algunas competencias que se han ido entregando a la periferia nacionalista a golpe de chantaje.

¿Cómo es posible que en el territorio del Estado Español nuestros jóvenes estudien distintas versiones de la Historia de España? ¿Cómo es posible que una minoría impida que la bandera nacional pueda ondear en edificios públicos? ¿Cómo es posible que existan dificultades para poder estudiar en la lengua de Cervantes en algunas comunidades autónomas? Y así, un largo etcétera.

Ante este desmembramiento del Estado, Rajoy tiene un discurso para la galería, pero se guarda otro para las conversaciones con los nacionalistas. ¿Acaso en Baleares y en Galicia, cuando gobernaba el PP, se hizo una política distinta?

Entonces, ¿qué nos ofrece Mariano Rajoy?