espacioseuropeos.com (15/2/2008)
Algo más de tres horas duró ayer la cena entre el presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y el Nuncio del Vaticano en España, Manuel Monteiro de Castro.

Ya sabemos que políticos y ciertos sectores clericales son propicios al buen yantar. De esta guisa, los dos representantes –en ese momento- hicieron gala de ello.

Delicias de calabacín y alcachofas con salsa de albahaca, lomo de merluza (del Cantábrico) perfumado a la vainilla, además de una tabla de quesos, y mousse de lima regado con gelatina de té de jazmín (posiblemente traído del Lejano Oriente) fue la base de esta frugal cena. No faltaron los caldos (tres a falta de uno) de la Ribera del Duero y Albariño. Para terminar, quizás debido a la recomendación de Miguel Ángel Moratinos, se bebieron, al menos una botella de champán francés, marca Moët& Chandon Brut Imperial.

El encuentro en esa esta cena era aliviar la tensión producida a raíz de las declaraciones de algunos obispos en la concentración que se celebró el pasado día 30 de diciembre en la Plaza de Colón de Madrid, a favor de la familia católica. La tensión empeoró algo más con la nota de la Conferencia Episcopal en relación con la convocatoria de las elecciones generales de marzo de este año.

La Nunciatura no ha hecho declaraciones tras el ágape, pero hoy se espera que la Vicepresidenta María Fernández de la Vega, emita un comunicado tras la celebración del habitual Consejo de Ministros. No obstante, según parece, y era de esperar, la cena fue muy cordial, aunque desde sectores de la Iglesia opinan que el Nuncio también debería cenar con el líder del PP, Mariano Rajoy.