Miguel Ángel Benedicto (30/3/2008)

En la próxima Cumbre de la OTAN en Bucarest el tema estrella será Afganistán. La Alianza Atlántica prepara un documento estratégico para convencer a la opinión pública de la importancia de la misión en el país asiático, una tarea nada fácil dada la situación sobre el terreno y el descontento de la población afgana, cuya desconfianza ante la presencia militar internacional está provocando el apoyo a la insurgencia.

MIENTRAS LA OTAN ANDA DIVIDIDA por su fracaso en Afganistán, en Kabul viven atemorizados ante la amenaza de Al Qaeda, que ha marcado 15 objetivos potenciales en la capital afgana y donde ha perpetrado varias matanzas en los últimos meses. Seis años después de los bombardeos estadounidenses sobre Kandahar, la situación todavía no está controlada en el país asiático, donde talibanes, insurgentes y miembros de Al Qaeda campan a sus anchas sobre todo en el Sur y en la frontera con Pakistán.

La OTAN, a través de la misión de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad de Afganistán (ISAF), «Sólo Francia parece dispuesta a colaborar e implicarse en la región del este del país, un área tribal de combate intenso», cuenta con 42.000 soldados que actúan en coordinación con otros 10.000 estadounidenses movilizados en la Operación Libertad Duradera. Antes de la primavera pasada, los aliados establecidos en el sur ya presionaron para lograr un incremento de tropas, antes de que llegara el deshielo, para evitar la ofensiva talibán.

En las últimas semanas, el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, también se ha cansado de pedir ayuda a algunos aliados (Alemania, Italia, Francia o España) con el fin de que envíen tropas al área más peligrosa en la que combaten norteamericanos, canadienses, holandeses y británicos. Sólo Francia está dispuesta a colaborar e implicarse en la región del este del país, un área tribal de combate intenso.

UNA OTAN A DOS VELOCIDADES

«La estrategia de la OTAN no ha funcionado en la zona». De momento, la Alianza parece dividida entre los que combaten en el sur y ponen la mayor parte de los muertos, y los situados en el norte y al oeste, que abogan por una misión de reconstrucción y mantenimiento de la paz dentro de las coordenadas de Naciones Unidas. El año 2007 fue el más sangriento para la Alianza, con 6.000 muertos en acciones violentas.

Tras la reunión de los ministros de Defensa de la Alianza en Vilna y la conferencia de Seguridad de Munich, «Hay informes que piden un mayor desarrollo social, económico, político y humano en Afganistán que permita la construcción de determinadas infraestructuras» puede decirse que tenemos una OTAN a dos velocidades que debe recomponer su estrategia para Afganistán el próximo mes de abril en la Cumbre de Bucarest. Y es que la estrategia de la OTAN no ha funcionado en la zona. Distintos informes como los de Oxfam, el Study Group o el del Atlantic Council of the Unites States confirman que es necesario un cambio para evitar el ascenso de la violencia y la conversión de Afganistán en un Estado fallido.

Algunos analistas advierten que la población civil afgana no siente los beneficios de tener a las tropas de la Alianza en su territorio, lo que podría provocar el apoyo a las fuerzas insurgentes. Por eso hay informes que piden un mayor desarrollo social, económico, político y humano en Afganistán. Eso significa trabajar en un entorno seguro que permita la construcción de determinadas infraestructuras.

Por ejemplo, en la provincia de Badghis, que está bajo el equipo de reconstrucción provincial (PRT) español, lo que se hace es apoyar a las autoridades afganas y proteger a las ONG’s españolas en la zona. La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) trabaja allí construyendo infraestructuras como carreteras, hospitales, redes de agua potable y saneamiento así como líneas eléctricas.

COMBATIR EL TERRORISMO ABORDANDO SUS ÚLTIMAS CAUSAS

«Para que el cambio de estrategia funcione se debería sellar la frontera con Pakistán para evitar problemas con el tráfico de opio y el refugio de los talibanes». Este tipo de actuaciones, si se realizaran más a menudo servirían para ejemplificar lo que Occidente puede hacer por los afganos. La OTAN debe reflexionar en Bucarest si ésta es la estrategia más adecuada.

El uso de un planteamiento a largo plazo (a 20 ó 30 años, indican los analistas) para combatir el terrorismo consiste en abordar sus causas últimas. Eso significa utilizar instrumentos sociales, económicos y políticos además de una vigilancia eficaz, con lo que pueden obtenerse mejores resultados a largo plazo que con el uso exclusivo de la fuerza militar. Además, deben ser los afganos los que lideren el proceso de seguridad y reconstrucción del país con la ayuda de la OTAN. «La corrupción que fluye por el gobierno Karzai es un grave problema».

Pese a vivir en una vorágine cortoplacista, es difícil prever el tiempo que será necesario para estabilizar la situación del país asiático. Asimismo, para que el cambio de estrategia funcione se debería sellar la frontera con Pakistán para evitar problemas con el tráfico de opio y el refugio de los talibanes en Waziristán.

LA CORRUPCIÓN QUE FLUYE EN KABUL

Por otro lado, la corrupción que fluye por el gobierno del presidente Hamid Karzai es un grave problema. Diplomáticos en Kabul creen que la comunidad internacional carece de dirección, por eso la decepción cuando Karzai expulsó del país a Paddy Ashdown, el enviado especial del Reino Unido en Afganistán.

Una de las claves para mejorar la situación ya está sobre la mesa: el noruego Kai Eide ha sido designado en marzo como enviado especial de la ONU en Afganistán. Eide reafirma el compromiso de la comunidad internacional para coordinar y llevar adelante el esfuerzo con la población civil que se hace en el país asiático.

En la Cumbre de Bucarest asuntos como Kosovo, el escudo antimisiles o la futura integración en la Alianza de Ucrania o Georgia han pasado a un segundo plano. El tema estrella es Afganistán. La organización internacional prepara un documento de estrategia con el fin de vender a las opiniones públicas la importancia de su misión en el país asiático.

Y es que la OTAN tiene en Afganistán un gran test del que depende su futuro.

N. de la R.

Miguel Ángel Benedicto es jefe de la sección de Internacional en Telemadrid. Dirige Fácil Consultores y preside la asociación Ideas y Debate (España). Es coautor de los libros «Europa a Debate. Veinte años después (1986-2006)» y de «La Mayor Operación de Solidaridad de la Historia». Ha impartido cursos de postgrado en las universidades Complutense y Rey Juan Carlos.

Este artículo se edita gracias a la gentileza del autor y de Safe Democracy.

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