espacioseuropeos.com (21/3/2008)

La protesta tibetana se está extendiendo por todas las provincias del Tibet. China no ha tenido más remedio que reconocerlo así.

El comienzo de esta nueva etapa de disturbios comenzó la semana pasada cuando monjes budistas se manifestaron en las calles de Lhasa, capital del Tibet, para conmemorar el aniversario del levantamiento de 1959 en contra de la dominación china.

Fuentes procedentes de asociaciones de derechos humanos y de los mismos tibetanos cifran ya el número de muertos en más de 200. La cifra de contusionados, debido a la represión de la policía y el ejército chino, es incalculable, como así lo es la de detenidos.

Los monjes tibetanos no parecen dispuestos a abandonar sus reivindicaciones; es más, da la impresión de que cada día son más firmes. Pretenden que el Dalai Lama regrese al Tibet y la independencia total del Tibet, así como «libertad, igualdad, paz y felicidad».

China se ha visto obligada a reconocer que sus fuerzas de seguridad han disparado contra manifestantes y que la protesta se extiende, a la vez que acusa a los monjes tibetanos de querer abortar los juegos olímpicos.

Hay que recordar que las tensiones entre el Tíbet y China se remontan al año1951, fecha en la que las tropas chinas ocuparon Tíbet. Más tarde, en  1989 Pekín impuso por la fuerza la ley marcial en Lhasa tras las masivas manifestaciones de tibetanos que exigían la independencia.

La hipocresía del mundo occidental contribuirá a acallar estas protestas, pues no hay que olvidar que China es un gran mercado a la vez que un ingente emporio de mano de obra barata.