espacioseuropeos.com (22/5/2008)ortega-lara
Ya no es un simple rumor. José Antonio Ortega Lara, ex funcionario de prisiones, que estuvo secuestrado por ETA durante 532 días en un zulo en la localidad de Mondragón, se ha dado de baja como militante en el Partido Popular.

 Según algunos medios de comunicación,  el motivo por el que Ortega Lara se ha dado de baja en el PP se debe al trato recibido por la ya ex presidenta del PP en el País Vasco, María San Gil.

 El malestar por el «caso San Gil» ha provocado que la AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo) de su apoyo a la decisión de Ortega Lara y que la madre de Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA, pide que no se hable mal de San Gil porque «ha actuado de forma correcta y muy valiente».

 En la salida de San Gil ha habido varios autores «intelectuales», además de Mariano Rajoy, entre ellos destacan Javier ArenasCelia Villalobos, Gerardo Camps y Soraya Saenz de Santamaría. Los demás, con  más o menos intención, son meros colaboradores de la «operación» con el objetivo, eso sí, de mantener su cargo en el partido o, simplemente, por hacer méritos de cara al futuro.

Hoy, Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid, que hasta ahora había mantenido una actitud cauta, al menos ante los medios de comunicación, no ha  tenido recato alguno en afirmar que «algo se está haciendo muy mal en la dirección del PP para que todo esto pase».

El abandono de militancia de José Antonio Ortega Lara ha sido la «gota que ha rebosado el vaso»; «su baja de militancia en el partido va a cambiar mucho las cosas», no afirma un dirigente popular de Madrid. Y en efecto así parece que va a ser. Hoy hemos sabido el malestar que reina entre los círculos cercanos al ex Presidente José María Aznar.

Muchos en el PP se preguntan si Rajoy no se verá obligado a dimitir antes de  la celebración del congreso de junio, permitiendo así la celebración de uno extraordinario en el que se permitan con toda libertad la presentación de candidaturas alternativas.

Pero lo que nos llama la atención es que la figura del «oráculo», muñidor de una y mil rocambolescas estrategias, Pedro Arriola, marido de la diputada  Celia Villalobos, no aparezca para nada.