D.E. Barral
Estimado Director:
Los incidentes de ayer en el Líbano me han traído a la memoria la muerte, se dijo entonces oficialmente, de «tres soldados colombianos fallecidos en atentado terrorista en Líbano». Pero no me voy a referir  a esas lamentables muertes, sino a lo que de ellas se derivó.

Me explico: el Gobierno concedió la nacionalidad española a cinco familiares de los tres soldados colombianos fallecidos en atentado terrorista en Líbano, según el decreto que amparaba esta decisión política.

El «atentado terrorista» perpetrado contra un convoy español tuvo lugar el pasado 24 de junio de 2007 en Líbano. Con motivo de estas muertes, como digo, el Gobierno concedió a nacionalidad a la madre (Martha Cecilia Abadía Quiceno), al hermano (Leonardo Fabio Castaño Abadía) y a la hermanastra (Sandra Milena Pérez Abadía) del soldado Yeison Alejandro Castaño Abadía, de nacionalidad  colombiana.  También obtuvieron la residencia Dorayne Posada Valencia, hermana de Yhon Edison Posada Valencia, y Johann Andrey Vanegas Moya, hermanastro del soldado Jeferson Vargas Moya.

Considero que dar la nacionalidad a alguien debe ser algo que esté por encima de intereses económicos  o de situaciones coyunturales. La muerte, muy lamentable de esos ciudadanos colombianos que servían en el Ejército español,  debe tener l misma consideración de la de los soldados españoles que tengan la desgracia de fallecer durante su actividad en el Ejército. Pero, en ningún caso, debe conllevar conceder por ello la nacionalidad española. No creo que los familiares de esos súbditos colombianos hayan  sentido de repente la imperiosa y firme voluntad de ser españoles.

Estimo que una cosa nada tiene que ver con la otra. Si un trabajador muere trabajando en una empresa -aunque el empresario no haya cumplido a rajatabla las medidas legales de seguridad en el trabajo- no por eso se le concede la nacionalidad española a la familia. Seamos serios, y que no nos engañen. La mayoría, por no decir todos, de los extranjeros que militan en el Ejército español lo hacen por razones económicas (salario, obtención de permiso definitivo de residencia o nacionalidad), pero no por su amor desmedido a España. No hay más que escuchar cuando se grita ¡Viva España!

(Barcelona)
(9/5/2008)