Luis Portillo Pasqual del Riquelme (13/7/2008) 
Señorías:
No crean que es un placer tener que dirigirme a los representantes de la voluntad popular para hacerles llegar el texto de mi artículo «¡HIPÓCRITAS!».  Con anterioridad, ha sido enviado a más de medio centenar de medios de comunicación y puesto a disposición de la correspondiente Redacción para su publicación voluntaria.

Estando interesado en  que Sus Señorías lo conozcan, les indico una página de Internet donde, si lo desean, pueden acceder al texto y, asimismo, a algunos de los medios digitales que lo han publicado:

«¡HIPÓCRITAS!» es una amplia crítica a la política practicada con el Sáhara Occidental y el Pueblo Saharaui, y pretende rebatir los dos últimos artículos sobre el Sáhara Occidental publicados por el diario «El País».  Ha empezado a difundirse, también, más allá de nuestras fronteras, en Europa y América Latina, como S.S. pueden constatar.

Tal vez, a algunas de S.S. les parezca desmedido y políticamente incorrecto mi atrevimiento, u osado el mero hecho de dirigirme a Ustedes, o incluso procaz algún término de mi lenguaje.

No es ésa mi intención; y en cualquier caso, les ofrezco mis disculpas por adelantado. Serían, si acaso, deficiencias propias de la urgencia, la precariedad y el cansancio.

Pero ello también es responsabilidad de los medios que ni informan ni comunican. Si dichos medios callan y mal-informan (ignoro si esto se contempla en los «códigos deontológicos» de la profesión), nuestra voz -con sus deficiencias- y la realidad de los hechos tendrán que abrirse paso como buenamente puedan.

Debo añadir al respecto, sin ningún ánimo de revancha, sino para que S.S. sitúen las cosas en el contexto adecuado, que el Pueblo Saharaui no fue tratado precisamente con guante blanco; ni tampoco se le dio -ni se le da hoy- un trato políticamente correcto; ni tan siquiera se le permite el universal derecho de expresarse libremente. Tengan S.S. esa apreciación bien presente cuando juzguen las palabras o los actos del ciudadano que les dirige esta carta.

Ni yo ni mis palabras representan al Pueblo Saharaui: No me arrogo representatividad alguna. Me limito a expresarme como ciudadano de mi país, de la Unión Europea y del Mundo.

No obstante, a pesar de no representar a nadie, me ha reconfortado saber -y quiero transmitírselo a S.S.- que coincido con el sentir profundo de los propios ciudadanos saharauis, como algunos de ellos han manifestado motu proprio en comentarios a mis artículos. El último que conozco, se lo transcribo literalmente a S.S. para mayor comodidad:

«Como saharaui que siente en lo mas profundo de su ser lo que sufre su pueblo, su familia y en  su propia vida como consecuencia de la invasión marroquí y la traición del gobierno español, no pProtestas saharauisuedo contenerme sin expresar mi mas profundo y sincero agradecimiento al Sr. Luis Portillo por este artículo que resume la realidad de la causa saharaui y desenmascara los señores que presumen de demócrata y a espaldas del pueblo español apoyan un régimen que masacra y tortura una población que su único delito es querer expresarse libremente.»

Ese comentario y otros similares, y mi propia respuesta, pueden Ustedes encontrarlos en internet.

Por otra parte, los saharauis, y yo mismo, parece que coincidimos también con el poco sospechoso Timothy Garton Ash, quien hace unos días se expresaba de la siguiente manera («El País» Domingo, 6 de julio de 2008): «Yo quiero que mis hijos vivan, por lo menos, con la misma libertad que yo he tenido, en un país libre, y quiero que toda la gente posible sea lo más libre posible en otros países (…) En los últimos meses, yanmar y Zimbabue han demostrado lo impotentes que son los partidarios de la libertad si sus vecinos poderosos colocan la soberanía del Estado y sus intereses económico y políticos por delante de los derechos fundamentales de la gente en los países afectados.» ¿Les suena a Sus Señorías?

Aprovecho el envío de mi artículo para manifestarles también que, como ciudadano español, me parece de muy mal gusto que el Gobierno de España siga, no ya vendiendo (o autorizando o consintiendo la venta), sino regalando armas al Gobierno y al Ejército de Marruecos, quizás como «preparativo» de la visita de nuestro Presidente al Reino alauíta el próximo fin de semana. Me parece una provocación en toda regla, innecesaria, espuria; y un acto de chulería y prepotencia. No sé bien cómo calificarlo. Primero, lanzadores de bombas; y ahora, torpedos. Es una muestra más, bien clara, de la determinación de la cúpula del Partido en el Poder y del lobby promarroquí. Si esto se hace aquí, a la vista  del público (en lo que dejan ver), cabe elucubrar sobre lo que pueda hacerse allá, a puerta cerrada, en la sagrada intimidad…, o encargado a algún que otro acompañante o enviado.

Puestos a ser bien pensados -y esto va, en particular pero no sólo, por nuestra ya felizmente desembarazada ministra de Defensa-, es de suponer que, antes de adoptar la incalificable decisión de regalar armamento a un Gobierno invasor, transgresor de la legalidad internacional y violador de los Derechos Humanos, los responsables habrán pensado muy bien -y muy especialmente nuestra Ministra durante sus meses de permiso de lactancia – que esas armas no serían lanzadas contra los hijos propios sino, si acaso, contra los hijos de los otros. ¡Ah, bueno! Si es así, vale; justificado. Pero ya sabemos qEl Principe en el Saharauiénes serían, en su caso, esos hijos de otros. Unos regalan las armas y otros las utilizan. Ninguna conexión entre ambas acciones… Esto se llama responsabilidad, entre otras posibles denominaciones.

Pero puestos también a ser consecuentes, después de tantas décadas y tanta experiencia (y expertos) de «ayuda al desarrollo», convendrán S.S. en que, si alguien precisara ese armamento para defenderse del agresor (no para atacar al Pueblo invadido, masacrado y expulsado de su tierra), sería más bien el Gobierno de la RASD, no el Gobierno de Marruecos. De manera, Señorías, que muchos ciudadanos no entendemos en absoluto «nuestra» política de cooperación y ayuda al «desarrollo» (tanto da dónde se coloquen las partidas y cómo se las quiera denominar: en última instancia, unas partidas sirven para desviar recursos a otras, menos visibles y confesables; un truco ya muy viejo).

Precisamente, en el momento de redactar el párrafo anterior, llega a mi conocimiento una Nota de Prensa de la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (CEAS-Sáhara) en la que «condena nuevamente los acuerdos militares con Marruecos y advierte de la cobertura que el Gobierno español está dando a los planes marroquíes para consolidar la ocupación ilegal del Sáhara Occidental» («Carta abierta al Presidente del Gobierno con motivo de su próxima visita a Marruecos«).

No seré precisamente yo quien perpetre la insolencia de pretender ilustrar a S.S. Pero sí deseo sugerir -para quienes no los conozcan- la lectura de tres trabajos muy clarificadores, de entre los muchos existentes en lo que ya se conoce como «Sáhara underground», esto es, la pléyade de trabajos (literarios artísticos, culturales o científicos) sobre el Sáhara Occidental y el Pueblo Saharaui que yacen (en Internet o fuera de Internet) por debajo de la línea de visibilidad de la realidad que se nos quiere hacer ver como la única existente, y que son ocultados y silenciados por los especialistas de la incomunicación y la desinformación. A estas alturas de la película, todos esos documentos, trabajos y exponentes de una cultura y una historia, debidamente catalogados y clasificados, debieran haber dado vida ya a varios Institutos de Estudios Saharauis en nuestras facultades universitarias de Ciencias Sociales («Sociedad del conocimiento», «Era de la información»). Aprovecho para recordarles que tampoco existe en nuestro país, ya en época poscolonial y democrática, un Museo del Pueblo y la Cultura Saharauis. ¿Tan difícil sería, señores y señoras ministros y ministras del ramo?

El primero de los trabajos que sugiero, a título de introducción, es una  reciente conferencia del ex embajador estadounidense y ex vicepresidente de la MINURSO, Sr. Frank Ruddy, titulada «Sáhara Occidental: la última colonia en África».

El segundo, la carta dirigida por el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, al rey de Marruecos, exponiéndole las razones por las que la República de Sudáfrica se vio en la obligación ineludible -como otros muchos países- de reconocer a la RASD, ante el reiterado incumplimiento de la legalidad internacional por parte del Gobierno alauíta.

Y el tercero, está publicado tan sólo unos meses después de la Marcha Verde orquestada por Hassan II –Kissinger, y también, como el primer trabajo,  es obra de un estadounidense, experto jurista, Miembro del Consejo Editor de AJIL y, probablemente, un montón de cosas más: Thomas M. Franck, «The Stealing of the Sahara» («El robo del Sáhara»), publicado en (AJIL), October 1976, Vol. 70, No. 4, pp. 694 -721: Un valioso y muy documentado trabajo en el que, ya en una fecha tan temprana, se advierte a las Potencias, particularmente a EE.UU., y a la comunidad internacional de las graves consecuencias de la política adoptada para con el Sáhara Occidental.

Esta publicación seguramente estará disponible en la biblioteca del Congreso de los Diputados, o en cualquier buena biblioteca que se precie de tal nombre. Tanto los Servicios del Congreso y del Senado como los del Parlamento Europeo, o tal vez el generoso InstitutoMarcha Verde Cervantes -tan preocupado siempre por la rentabilidad de la lengua española-, podrían ocuparse de traducirlo al castellano y publicarlo, tanto para la sociedad española en general como para las poblaciones hispanohablantes de otras partes del Mundo, incluyendo entre éstas a la sociedad saharaui, la más afectada y la que más derecho tiene a conocer ese texto en la lengua de la ex madre patria, todavía hoy, legal y paradójicamente, Potencia Administradora del Sáhara Occidental (Resolución S/2002/161 del Departamento Jurídico de las Naciones Unidas). También podrían hacerlo, ciertamente, los Servicios de Naciones Unidas, donde disponemos de excelentes e influyentes diplomáticos y de un Grupo de Países Amigos del Sáhara Occidental (al menos, también aquí paradójicamente, así se llama).

Por último, Señorías, deseo manifestarles que -vistas (en lo que dejan ver) las recientes actuaciones de nuestro Gobierno con respecto al Sáhara Occidental y el Pueblo Saharaui- me resulta muy difícil creer en la «buena voluntad» y las buenas palabras («Por sus obras los conoceréis»).

Por último, Señorías, deseo manifestarles que -vistas (en lo que dejan ver) las recientes actuaciones de nuestro Gobierno con respecto al Sáhara Occidental y el Pueblo Saharaui- me resulta muy difícil creer en la «buena voluntad» y las buenas palabras («Por sus obras los conoceréis»).

Por el contrario, Señorías, creo más bien en los intereses, de todo tipo, que subyacen al alineamiento con la terca posición expansionista de los dirigentes del país agresor y de los actuales Gobiernos de Francia y EE.UU. E intuyo que el lobby promarroquí, como no podía ser de otra manera, en lugar de presionar en las instancias internacionales (como hizo Portugal en el caso de Timor Oriental) en defensa de la legalidad internacional, con la perspectiva de corregir los «errores» históricos cometidos, ha decidido apostar por la huida hacia delante, haciendo caso omiso de las lecciones que debieran extraerse de la Historia. Ese derrotero no haría sino añadir sufrimientos y problemas que pueden evitarse.

Señorías: En 1991, con la mediación de la ONU y la Unión Africana (UA), se llegó a una PAZ condicionada a la celebración de un referéndum de autodeterminación, que ha sido obstruido sistemática y deliberadamente. Tengo la impresión de que se está andando el camino de fomentar –si es que no se ha decido ya- una guerra, que sería hoy una guerra de exterminio, contra un Pueblo que sólo desea poder expresarse libremente y que se respeten sus derechos inalienables. Si tal cosa llegara a suceder, Señorías, no esperen una calma chicha.

Como señalé al principio, no puedo, ni necesito, arrogarme representatividad alguna. Pero me atrevo a afirmar que el movimiento de solidaridad con el Pueblo Saharaui le acompañará en su lucha por la Justicia y la Libertad; y estará –estaremos- a lo que ese Pueblo libremente decida conforme a los principios de la legalidad internacional, lo único que tenemos para que este Mundo no sea un caos aún mayor.

Cuanto más tiempo se tarde en aplicar, sin más intentos de engaño, la solución legal e internacionalmente reconocida –el referéndum de autodeterminación-, tanto más lastrante y conflictiva devendrá la situación.

Agradeciendo sinceramente la atención prestada, reciban, Señorías, un atento saludo.

N. de la R.
Lamentablemente, como ya nos hemos visto obligados a mencionar últimamente,  la carta de nuestro colaborador Luis Portillo Pasqual del Riquelme, no pudo ser publicada a su debido tiempo, por problemas técnicos en la línea Adsl.