espacioseuropeos.com (4/8/2008)
El que fuera todopoderoso ministro de Hidrocarburos en el primer gobierno del presidente boliviano, Evo Morales, Andrés Soliz Rada, sintetizaba ayer en la web argentina, «Rebanadas de Realidad», la situación por la que atraviesa la política de Bolivia. Soliz Rada afirma que «El mayor problema de los grupos oligárquicos del país reside en que, pese a su poderío económico y padrinazgos foráneos, carecen de un liderazgo nacional, capaz de enfrentar con éxito a Evo Morales en elecciones presidenciales, comicios anticipados o referéndum con alcance global».

Según la opinión  del ex ministro boliviano, el único político con el que cuenta la oligarquía es «Quiroga Ramírez, de PODEMOS». Otros posibles líderes son el ex Presidente Carlos Mesa y René Joaquino. Éste último «trató de ser candidato vicepresidencial de Gonzalo Sánchez de Lozada«, pero para el comentarista ambos «carecen de horizonte».

La carencia de liderazgo en el resto de los posibles candidatos, la refleja de esta forma Soliz Rada: «Los prefectos (o gobernadores) de Santa Cruz, Rubén Costas; de Tarija, Mario Cossío; de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, de Beni, Ernesto Suárez; y de Pando, Leopoldo Fernández, pese a contar con relativo respaldo en sus respectivas regiones, no tienen posibilidades de apoyo en toda la geografía patria».

Para el autor, «Es obvio que los primeros en constatar esta realidad son los sectores que perdieron el control económico del país, como resultado de las elecciones generales de diciembre de 2005, en las que Evo ganó con el 54 % de los sufragios».

Pero, frente a este éxito electoral, los opositores a Evo Morales «decidieron destruir al gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) no a través de una confrontación nacional, sino mediante el control de las regiones opositoras, que podrían llegar a seis de los nueve departamentos del país«.

El autor reconoce que el presidente boliviano «tiene dificultades para ingresar a las capitales de Chuquisaca, Santa Cruz y Tarija».  Y «riesgos similares se ciernen para su ingreso a las sedes de las Prefecturas de Cochabamba, Beni y Pando».

Sin embargo, el «estandarte» -como afirma Rada«del separatismo ha cobrado vuelo en manos del ex dirigente agropecuario de Santa Cruz, José Céspedes, quien, cuando la multitud daba vivas a la autonomía en oportunidades pasadas, organizaba grupos que coreaban independencia, independencia».

«Para desesperación de la enorme mayoría ciudadana que quiere preservar la integridad del país y que sufre la impotencia de no poder detener el deterioro institucional, la pérdida del principio de autoridad y la ruptura de la estructura jurídica, Evo y su vicepresidente Alvaro García Linera se niegan a abandonar la descabellada consigna de poderosas ONG de mantener el reconocimiento a 36 naciones indígenas en el proyecto constitucional del MAS», afirma el articulista.

El problema, una vez más, independientemente de países y razas, son las señas de identidad: «Este proyecto, que reconoce igual validez oficial a 36 idiomas, con derecho a ser usados en todas las oficinas públicas de la agonizante República, a la que se pretende convertir en auténtica torre de Babel, impide al presidente indígena levantar la bandera de la unidad nacional, que es la única que podría salvar a Bolivia y también a su gobierno suicida».

Lo cierto es que esa «música» nos suena mucho a los españoles…