eugenio-pordomingoMi Columna
Eugenio Pordomingo (13/9/2008)
Visto lo visto, a este paso los que se quejan de la política llevada a cabo por el actual Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, van a notar su ausencia si los resultados electorales son proclives al Partido Republicano. Ya se sabe: más vale lo bueno conocido, que lo malo por conocer. Aunque, en este caso, lo conocido no nos parece nada bueno.

El nuevo descubrimiento de los republicanos, la Gobernadora de Alaska,  Sarah Palin, nos ha dejado estupefactos, gélidos como el hielo que alberga su Estado. Cargada de notas, preparadas por un centenar de asesores, con un guión con  las respuestas a posibles preguntas, y todas del mismo jaez,  Sarah Palin, candidata del Partido Republicano a la vicepresidencia estadounidense,  se pasea de mitin en mitin y de entrevista en entrevista.

El viernes pasado, la candidata republicana fue entrevistada por la cadena de televisión ABC, donde tuvo la oportunidad de decir que EE. UU., debe estar preparado para lanzarse a una guerra contra Rusia, en el caso de que las tropas de Moscú vuelven a invadir Georgia.

Si esa misma idea la hubiesen tenido el resto de los gobernantes mundiales, ¿qué habría pasado en Corea, Vietnam, Granada, Panamá, Irak y Afganistán? Por no remontarnos a etapas anteriores, donde España, por ejemplo, sufrió en sus carnes ese belicismo que ya nos anticipó Alexis de Tocqueville.

Tras asegurar que su país necesita practicar una política exterior rigurosa, la gobernadora Palin se refirió al régimen iraní, manifestando que representaría un peligro extremo para todo el planeta en el supuesto que obtuviera armas nucleares.

Que sepamos, el único país que ha lanzado bombas atómicas ha sido el suyo; o sea, Estados Unidos.

«A esta gente le interesa el drama y Sarah Palin, madre de cinco hijos con una pistola al cinto, claramente es un personaje interesante. Políticamente, pueden no estar de acuerdo con ella, pero están intrigados», comentó Joel Fox, un analista político estadounidense, tras la gira de Palin por Hollywood.

Lo obvio no merece explicación. ¡Que Dios nos coja confesados, señora Sarah Palin!