Eugenio Pordomingo (31/10/2008)
El último Consejo de Ministros ha autorizado una «contribución voluntaria» destinada a la Organización de Estados Americanos (OEA) por un total de 407.765,25 euros. La retahíla justificatoria reza así: «De acuerdo con sus prioridades políticas, España viene efectuando regularmente contribuciones voluntarias a diversos Organismos, Fondos y Programas Internacionales. A diferencia de las contribuciones obligatorias, que responden a obligaciones jurídicas en que los Estados incurren al adherirse a una u otra Organización internacional y aceptar su escala de cálculo de cuotas, las contribuciones voluntarias responden a una voluntad política y son determinantes para asumir un papel activo en la marcha de los Organismos y en la realización de las actividades que les son propias».

No es cierto que las «contribuciones voluntarias» son «determinantes para asumir un papel activo en la marcha de los Organismos y en la realización de las actividades que les son propias», más bien responden a compromisos inconfesables, que suelen ocultar «voluntades políticas» desconocidas, aunque imaginables.

El ministerio del que es titular Miguel Ángel Moratinos, considera que estas «contribuciones voluntarias» son «fundamentales para la consecución de un multilateralismo eficaz, objetivo esencial de la actual política exterior española». Por supuesto que esas contribuciones son «esenciales» para la actual política del gobierno, pero por lo que estamos viendo no contribuyen en nada para el bien de la población española.

A esa «contribución voluntaria» hay que sumar otras «contribuciones» como la que ha supuesto el enorme gasto para España -sin ninguna contrapartida- de la XVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que ha tenido lugar en El Salvador, bajo el lema «Juventud y Desarrollo».

En El Salvador, nuestro presidente, José Luís Rodríguez Zapatero, y el Rey Juan Carlos I, se han dedicado a «lloriquear» a los mandatarios sudamericanos -con escaso éxito-, que España  debe estar presente en Washington en la Cumbre del G-20. 

Buen yantar, mejor pitanza -por no entrar en otros detalles- y poco más. De «Juventud» y «Deporte», poco. Bueno, quizás de lo primero, sí…

Tanto la OEA, como tantos y tantos organismos nacionales e internacionales, no sirven más que para que una serie de personajes perciban excelentes emolumentos,  viajen, coman y folguen a nuestra costa. La realidad de su quehacer y los innumerables éxitos conseguidos son  la prueba evidente de que deberían desaparecer…