Mi Columna
Eugenio Pordomingo (25/11/2008)
En una democracia moderna, ubicada en Europa, aunque sea en el Sur, parece impensable que un viaje de un ministro de Asuntos Exteriores a una de sus antiguas colonias, que además fue provincia, sea obviado por los medios de comunicación.

Ese fue el caso del viaje -el primero como responsable de esa cartera- que hizo el ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos a Guinea Ecuatorial en 2005.

Muy escasos fueron los medios de comunicación que publicaron algo de esa gira. Los que lo hicieron, fue para tratar de «decir algo» evitando así «que se diga más».

La OID (Oficina de Información Diplomática) fue muy escueta en su comunicado, lo que dio pábulo a conjeturas de todo tipo.

Un artículo de la periodista Soledad Gallego-Díaz en el periódico «El País», el mes de marzo de 2005, dejó boquiabiertos a muchos. No parecía lógico que el periódico que fuera de Polanco arremetiera contra Exteriores; pero así fue. Aunque, si se profundiza en el artículo no se dice mucho más de lo que la generalidad conoce.

Soledad podía haber dicho mucho más, es lo que se comenta entre guineanos y españoles conocedores de «lo» guineano. La misma opinión tienen acerca del reciente informe del Relator de Naciones Unidas, invitado por el Gobierno de la ex colonia, en este mes de noviembre.

Lo cierto es que ese artículo no gustó ni en Exteriores ni en Malabo. Pero bien pensado, en Asuntos Exteriores debió haber sentado bien. Respirarían con deleite y satisfacción, pues no se reflejaba nada de las atroces muertes y torturas padecidas por los guineanos. No se hablaba nada en ese texto de las muertes de la monja Carmen Samaranch Kimer, acaecida en 1983; o la del empresario Antonio Martínez Lister en 1995; o, la más reciente, de la cooperante Ana Isabel Sánchez Torralba en 2003.

Tampoco se comentaba nada en ese artículo de los españoles expropiados (los llamados «colonos»), que nunca volvieron a Guinea Ecuatorial, ni han recibido un solo duro en resarcimiento al expolio sufrido. Se dice, se comenta, que durante el gobierno de Aznar, al menos una treintena de ellos se vieron beneficiados económicamente. Sabemos que un embajador en época reciente sugirió al gobierno de Guinea Ecuatorial que a Francisco Roig habría que indemnizarle por las pérdidas sufridas tras el Golpe de Libertad.

Este Golpe, más que de libertad fue un golpe militar en toda regla contra Francisco Macías. Y se diga lo que se diga, lo dio España cansada ya del entonces presidente electo.

Roig se benefició, igual que otros muchos, especialmente los que merodeaban en torno al  llamado «clan valenciano», que giraba alrededor del entonces poderoso ministro de UCD, Fernando Abril Martorell. Los hermanos Graullera, José Luis Santamaría, Francisco Paesa, y más tarde Miguel Boyer, también se beneficiaron. Mención aparte y un análisis pormenorizado merece todo lo que ha gravitado en torno a la cooperación española.

Tampoco en ese artículo se entró en las numerosas idas y venidas del senador del PSOE, Juan José Laborda -al que ahora se le ha gratificado con unos 5.000 euros mensuales a través de una fundación a la carta-, ni del diputado del PP, Gabriel Elorriaga, ni en los viajes de las ministras Ana de Palacios y Ana Pastor. Ni en otros muchos viajes que diplomáticos españoles han realizado a Malabo en los últimos años. Por supuesto, nada de las idas y venidas de las delegaciones de diputados del PSOE, PP y CiU. Tampoco se ha entrado en las ventas de armas y municiones que España ha hecho a Guinea Ecuatorial.

En 2001, con el gobierno de Aznar se realizó una de ellas. Participaron en esa operación el Viceministro de Defensa Melanio Ebendeng Nsomo y el Secretario de Defensa Eustaquio Nzeng Esono. Antes, en 1998, el entonces ministro de AA.EE., Miguel Oyono, compró otra importante partida de armamento producido en España.

También se obvia, las innumerables carpetas que obran en poder de la Policía, Guardia Civil y CNI, sobre personajes -con nombres y apellidos- del entorno del «clan de Teodoro Obiang Nguema-, que han sido pillados o de los que se sospecha que han traficado con sustancias ilegales.

También se obvió en ese y en otros muchos artículos posteriores,  sobre el informe de la Sub Comisión del Senado de los Estados Unidos acerca del blanqueo de dinero de Teodoro Obiang Nguema, procedente de las cuentas del petróleo. Operación que se realizó a través del Bank Riggs y de otras entidades bancarias. En ese mismo informe se relaciona a bancos españoles, como el Banco Santander Central Hispano (ahora Santander), como destinatario de buena parte de ese «lavado de dinero».

No estaría mal que se profundizara en las investigaciones que algunos medios de comunicación (Interviú, por ejemplo) llevaron a cabo en 1997, acerca de las propiedades del presidente de la República de Guinea Ecuatorial en París, en la rue Phesanderies, un chalé en Ville D´Avrai. Y otras más en USA. Esos mismos medios descubrieron las relaciones del entorno de Obiang con la empresa norteamericana One World USA; los viajes trampa al ex ministro Santos Pascual Bikomo y al secretario de la embajada de Guinea en Francia, Alejandro Bama Seten, que creemos continúa en la prisión tailandesa de Road Suan Yai Nuang.

Esas investigaciones nos mostraron como en 1993, inversores chinos afincados en la entonces colonia inglesa de  Hong Kong, realizaron oscuras operaciones con el Gobierno de Guinea para no convertirse en ciudadanos de la China Continental.

Otro asunto, las transferencias realizadas en 1997 por Obiang Nguema, desde el BIAO Meridiem, al General Denis Sasu Ngueso, jefe de las milicias «Cobra» en Congo-Brazaville, una de las facciones en conflicto.

La cadena es larga. Otros asuntos interesantes pueden ser la visita del entonces alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano a Malabo para llevar unos desvencijados camiones de basura y unos uniformes de Policía Municipal usados. Sin obviar, la más reciente del diputado Gustavo de Arístegui.

En esa línea de oscurantismo turístico a Guinea se puede mencionar también la visita de Rodolfo Martín Villa, que por cierto, en uno de sus viajes negoció la liberación de Severo Moto.

También sería interesante adentrarse en los vericuetos del por qué Rafael Vera, ex Secretario de Estado con Felipe González, y Mario Conde, estuvieron tan interesados en Guinea Ecuatorial…

Por lo que se refiere al petróleo. Lo cierto es que España ya sabía de la existencia de enormes bolsas de crudo. El INI e Hispanoil lo conocían de sobra. Pero por razones desconocidas no se llevó a cabo su explotación. En la etapa en que Fanjul era presidente de REPSOL, la compañía no quiso explotarlo aduciendo su baja calidad y el enorme costo de ese trabajo. La insistencia de Obiang para que empresas españolas se hicieran cargo del gas y del petróleo no dio resultado.

Ahora, ante el nuevo panorama mundial, parece ser que el gobierno de Zapatero está presionando para que no existan trabas para REPSOL. Obiang, que no es tonto, negocia y negocia. Pide que la metrópoli acalle la voz de los disidentes, especialmente la de Severo Moto. Y España, con más o menos fortuna, juega a eso. Obiang ha conseguido apoyos internacionales de España, aunque lo cierto es que ahora no le hacen mucha falta. Logró, además, la vergonzosa condonación de la deuda que tenía con el Gobierno español, y firmó (en la etapa de Aznar) un APRI  (Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones) para que así los nuevos negocios estén más protegidos.

En fin, habría que comentar que el presidente de la Corporote Conuncil For Africa, que aglutina a más de 50 empresas norteamericanas, entre ellas MOBIL y COCA-COLA, afirmó en su día que «Guinea era una bonita ocasión para empresas america­nas». Allí están ahora M.P.R.I. (Military Profesional Resources, INC), empresa norteamericana, cuyo director es Harry Soyster, general estadounidense en la reserva. Esta empresa tiene un contrato con Obiang, para asesorar en temas de vigilancia pesquera y otros. El desembarco israelí es ya un hecho…

Y muchas más cosas.

¿Qué planes tiene ahora el Gobierno de Zapatero para Guinea Ecuatorial? Pues, que sepamos, nada, aparte de dedicarse a saber qué hace o qué pretende hacer la oposición al régimen de Malabo. Bueno, nada, nada, no. Zapatero, al igual que el resto de los presidentes españoles, ha llevado una política costosísima en dinero y en imagen, que ha consistido en «palo» y «zanahoria». Una política dubitativa, que no ha hecho más que beneficiar a los que se han movido y se mueven alrededor de los centros de poder españoles (los Palacios), tolerando chulerías y afrentas al Estado español por parte de Teodoro Obiang Nguema.

Bien es cierto, que frente a Obiang se sitúa una oposición dividida y, en muchos casos enfrentada, que no ha conseguido hasta ahora unirse, formar un frente único contra el Dictador. Sabido es que desde España se trabaja en que eso no ocurra, pero sabiéndolo es cuando más urge denunciar esos «obstáculos», hacerlos públicos con pelos y señales, y formar, repito, un frente único.

¿Alguien sería tan tonto de no cruzar un río para salvarse, porque no le gusta, por ejemplo,  el color de la pintura o el nombre de de la barca que le puede llevar a la otra orilla…?