José Luis Mazón Costa (6/10/2008)
Murió a los 80 años de edad en Madrid, la ciudad donde nació y conoció, de niño, los bombardeos de los aviones del bando nacional y crudas escenas de guerra que redacta en sus «Memorias» (Editorial Foca, 2005), donde además de contar su vida y agravios, denuncia los males de su tiempo, entre ellos, la desapercibida corrupción económica del Gobierno del PP, «a cuyo lado las Filesas socialistas eran cosa de niños», o la farsa  montada en torno al caso del «aceite de la colza».

Huérfano primero de madre y luego de padre a los 8 años, conservó una carta de su progenitor cuando este se hallaba en trance de muerte, en ella le aconsejaba a «Rafaelito»: «no te doblegues mas que ante la razón y la verdad; no adules a nadie», consejos que se aplicó a su mismo.

Autodidacta, salió de una familia modesta, comenzó a trabajar  de botones en Banesto a los 16 años, en la dura España de los  cuarenta; combinó el empleo bancario con el estudio de la carrera de Derecho; amigo de Federico Carlos Sainz de Robles, con quien mantuvo estrecha amistad hasta la muerte de este, aprobó las oposiciones de Juez y estuvo destinado en pueblos de Castilla y de Cataluña; de las experiencias como juez en un pueblo de Burgos extrajo su primera novela, «El juez de Tinieblas», amena y de fácil lectura. Dejó la judicatura y abrió despacho de abogado con Fernández Ordóñez y Matías Cortés al tiempo que formaba parte de la asesoría jurídica de Banesto

Liberal de pensamiento acogió al perseguido fiscal Jesús Vicente Chamorro,  dándole trabajo en su despacho cuando el «rojo» fiscal Chamorro tuvo problemas con el régimen.

Se hizo uno de los abogados más prestigiosos del Madrid de su tiempo. También fue asesor del Príncipe y hasta el autor de su discurso de investidura como Rey, según cuenta en sus memorias, aunque otros, según cuenta, quisieron robarle el mérito.

Participó en política durante la transición formando un grupo propio (Solución Independiente) y ya en plena democracia el voto de su grupo fue decisivo para que Aznar ocupara la presidencia de Castilla y León. Ya estaba él en Banesto cuando Mario Conde llegó al banco a finales de 1987; la intervención de Banesto en 1993 le cogió formando parte de la mesa del Consejo de Administración y la Fiscalía le incluyó en la lista de los 10 querellados, encabezada por Conde.

Al final le juzgaron y condenaron a 10 años en el «caso Banesto». Defendió hasta el último momento su inocencia y que el proceso era  una calumnia basada en la manipulación de los hechos. Llevó su causa, por falta de «doble instancia penal» verdadera, aunque sin éxito, ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU. Acortó su condena a 52 días de cárcel en Meco, debido a su enfermedad y edad, y allí le ocurrieron curiosas y divertidas vivencias que cuenta en sus «Memorias».

En 2006 publicaría su segunda  novela, ahora  ambientada en la experiencia de un español en la Alemania nazi. Pero ingresa en la historia secular de la Justicia española con nombre propio y capítulo aparte, porque todas sus  energías de los últimos años estuvieron consagradas a perseguir ante los tribunales al todopoderoso Emilio Botín, hijo, puesto que de Emilio Botín padre había sido gran amigo y abogado de confianza.

Más de 30 procesos judiciales emprendidos contra Botín hijo o sus hombres, en España y fuera de ella, concentraban sus fuerzas y le mantenían en lo que él denominaba «economía de guerra»; pero los procesos contra Botín, a quien consideraba el artífice en la sombra de su desgracia en Banesto, también rendían sus dividendos en el terreno del espíritu, pues sin duda le  daban energía y juventud, acudiendo de diario a su despacho en la calle Marques de Riscal de Madrid, consagrando tiempo y medios al papel de caballero de la justicia y  azote de Botín. Estudioso de El Quijote le emuló en una lucha desigual contra gigantes de su tiempo y muere como lo que fue, un «caballero español» capaz de consumir su patrimonio en la defensa de su honor, que prosigue después de su muerte y hasta tal vez con mayores resultados prácticos. El tiempo lo dirá…

N. de la R.
La noticia «El Supremo solicita datos a la Universidad de Nueva York y al CGPJ sobre el juez Baltasar Garzón«, que publicamos ayer, es ya un éxito para Rafael Pérez Escolar, como de alguna manera vaticinó el autor de este escrito, el abogado José Luís Mazón.
Este artículo fue escrito hace ahora un año, pero su vigencia es tal que no hemos podido sustraernos a reeditarlo.