Mi Columna
Eugenio Pordomingo (1/1/2009)
La Real Academia Española define «gilipollez» como «dicho o hecho por un gilipollas». En consecuencia, «gilipollas» es el que dice o hace gilipolleces. Abreviando, «gilipollez» es tontería, estupidez, idiotez. Aclarado el asunto, para que nadie se escandalice por el título que da cobertura a estas sencillas, pero no gilipollas, reflexiones, vamos al grano.

No es nada nuevo, excepto la tecnificación, que el Poder, los Poderes, procuren «dulcificar» cualquier medida que ponga en entredicho su quehacer diario, su distanciamiento del resto. Antes, por ejemplo, se cobraban los impuestos a los ciudadanos a mandoble limpio. El que no contribuía a que el Poder viviera mejor, recibía su consabida «golpiza», aparte que luego -por eso de los intereses- pagaba más. A veces, incluso los recaudadores se lo cobraban, también, en carne. Esposas, mancebas e hijas de los contribuyentes, eran parte del pago. Si el recaudador tenía otras inclinaciones sexuales, pues cambiemos el femenino por el masculino…

La operación recaudatoria continuó hasta que los cansados ciudadanos se organizaban tratando de cambiar la situación. Los ejemplos de personajes libertadores -que ahora se  llamarían inadaptados,  bandidos, antisistema o terroristas- de esas trágicas y calamitosas épocas, son muchos y la Historia, la literatura y el cine nos ofrecen mil y una versión de ellos.

Pero, a lo que vamos. A lo de las gilipolleces de los «mensajes» de estas fiestas. Se ha puesto de moda últimamente, eso de los «mensajes de Navidad». En España, al menos que yo recuerde la «moda» la puso e impuso el general Francisco Franco. El nos endilgaba eso del «contubernio», lo de la «raza», el «oro que se llevaron a  Moscú», el número de pantanos, hospitales y universidades  que el «nuevo régimen» elaboraba en pos del bienestar del pueblo español.

Después, la «moda, uso y costumbre», que dijo nuestro Ortega y Gasset, la tuvo que seguir Adolfo Suárez, que me cuentan lo forzado que se sentía a seguir esa tradición mediática. Y así hasta ahora…

S.M. (Juan Carlos, Rey de España) emite, con la ayuda del telepronter -como todos-, su «mensaje navideño» habitual, en el del 2008 con un nuevo mensaje: «hay que tirar del carro entre todos».

Pero, bueno, que Jefes de Estado, Presidentes o Primeros Ministros, lancen sus adormecedoras peroratas ante la «caja tonta», ya es habitual, normal y hasta pasable. El colmo, la gilipollez, es que ahora la moda la han hecho suya todos los Presidentes de as 17 Comunidades Autónomas españolas, además de Ceuta y Melilla.

Por si fuera poco, Juan José Ibarretxe ha introducido la moda de «vascos y vascas». Y ahora todos tienen que seguir la senda marcada: «madrileños y madrileñas», «gallegos y gallegas»; «catalanes y catalanas»; «andaluces y andaluzas»…  Así, hasta 17.

Con un poco de suerte, en la Navidad de 2009 y el «Feliz Año» correspondiente, podremos oír y ver, por ejemplo, a Pedro Castro, alcalde de Getafe (Madrid), endilgarnos en su «mensaje» eso de ¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?

¡Cambiemos la moda! ¡Dejémonos de gilipolleces…!