gonzalez-torgaJosé Manuel González Torga (29/3/2009)
Mi muy estimado amigo Alberto Buela:

Leo en espacioseuropeos.com, bajo la hospitalidad que nos brinda nuestro común amigo Eugenio Pordomingo, la noticia sobre las dos apostillas a mi reportaje sobre Juan Guereño y Eva Duarte.

Ante todo, mi gratitud por la aportación sobre el papel de Sabino, dirigente del Partido Radical en la provincia de Buenos Aires. Tomo buena nota de ello porque incorporo cualquier nuevo dato sobre un tema que sigo desde hace largo tiempo. ¡Muchas gracias!, Dr. Alberto Buela, añadidas a las motivadas por las ayudas precedentes.

Permítame, sin embargo, ilustre Maestro del Disenso, que defienda mi información sobre el otro punto apostillado. Comprendo, de entrada, que un insigne filósofo, que piensa sobre las esencias -lógicamente mucho más que sobre los jabones- recuerde una marca –«Federal»– y no otras que salían de la factoría Guereño. Por ejemplo, el «Pequeño Guereño», que ya cité, pero también la marca «Jabón Radical». Ésta última era publicitada con el eslogan  de «Rey y Señor de los jabones» (¡vaya pompas!). Su patrocinio de radioteatros, protagonizados por Evita Duarte, aparece en bastantes de las muchas biografías publicadas sobre la más polémica figura femenina de la historia argentina. Igualmente, en abundantes matjabon-radicaleriales hemerográficos.

Para un reportaje, cuyos contenidos originados en España el autor tenía más a mano, era importante cerciorarse de lo ocurrido en Argentina. Puse en ello mucha diligencia.

La talla intelectual de Alberto Buela ya es conocida por los lectores asiduos de espacioseuropeos.com. Ni siquiera la agilidad periodística puede desdibujarla.

Para completar su perfil personal, resulta importante añadir su faceta de noble gaucho, auténtico campeón en tareas propias de las estancias camperas (esta expresión podrá resultar reiterativa en Argentina, mas no en España). En definitiva creo que a nadie se le puede exigir tanto.

Hasta otra cena en el barrio porteño de San Telmo o en la madrileña taberna de Casa Perico (su eslogan, «La Casa de la Cuchara», resultaría insinuantemente equívoco en Venezuela y en Guatemala, como sabrá. Aquí solo alude a la gastronomía casera, bien atrayente).

 Un abrazo transatlántico,