Mi Columna
mayordomoEugenio Pordomingo (10/4/2009)
Unas semanas atrás, una insólita e inusual noticia me sobresaltó. El ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, Miguel Ángel Moratinos, buscaba un «mayordomo».  Al menos así se desprende de la orden publicada en el Boletín Oficial del Estado, por la que se convoca a «las pruebas selectivas para cubrir una plaza»  como «coordinador de equipo de restauración (mayordomo)».

El Ministerio de Exteriores realizará un contrato «fijo» a aquél que reúna los méritos para conseguir la plaza y supere los «dos meses» de prueba. No sabemos si será plaza de funcionario, personal contratado o cualquiera de las muchas variedades de la cosa laboral actual.

Los candidatos a la plaza de mayordomo deberán disponer de la titulación de «técnico superior o técnico especialista en alojamiento o restauración o titulación equivalente de Formación Profesional o 10 años de experiencia en puestos de igual o similar categoría», según establece la convocatoria. Asimismo, deberán superar una fase de oposición tanto teórica como práctica.

Las bases de la convocatoria aparecen publicadas en los tablones de anuncios de Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación y en las Delegaciones y Subdelegaciones del Gobierno.

Con tanto lío de los últimos meses,  con las instrucciones del juez Garzón, la operación «Cürtel», la corrupción política, el G-20, la espectacular gira de Barack Obama, tratando de convencernos, cual predicador televisivo,  que es el Nuevo Mesías, el recién estrenado gobierno de Zapatero y no se cuantas cosas más, casi se nos cuela  de rondón el asunto de la «necesidad urgente» de un Mayordomo para el ministro Moratinos.

Cuando creíamos que la figura y el quehacer del Mayordomo habían quedado en desuso o al menos circunscritas al mundo de la aristocracia y la literatura, resulta que vuelven a la carga. Y así nos hemos enterado que cantantes y artistas de cine de mucho «caché», disponen de uno o dos mayordomos. Incluso, Luís Bárcenas Gutiérrez, el todavía tesorero del Partido Popular, cuenta en su nómina doméstica con al menos uno de estos profesionales.

El Mayordomo no sólo se ocupa y preocupa de la temperatura del vino o de la correcta distribución de los invitados en la mesa, sino de sugerirnos la corbata, la camisa, el tipo de «gemelos» y hasta el calzoncillo más adecuado que debemos lucir ese día. Además de llevarnos la agenda -la oficial, claro-,  y solucionarnos asuntos particulares…

Ha habido Mayordomos que se han hecho famosos a costa de la de sus «señores». Fue el caso, por ejemplo, de Paul Burrell, Mayordomo de Diana de Gales, que escribió «La vida real de Diana de Gales», libro con el que, presuntamente, se forró contando ciertas intimidades principescas.

La literatura de Agatha Christie nos ha dejado excelentes pistas acerca de esa profesión, siempre tras la duda de si el mayordomo era o no el asesino. Pero, en ninguna de las casi cien novelas que escribió esta británica, el Mayordomo resultó ser el asesino. 

Visto lo visto, Moratinos debería prestar atención a su nuevo Mayordomo -si ya ha superado las pruebas-, y tener cuidado a qué países lo lleva. Mira, que si después de un enfado, larga a la prensa las reuniones habidas, por ejemplo, con Teodoro Obiang Nguema, o con Hilaria Clinton

Del Mayordomo de Bárcenas, qué vamos a decir. Él si que sabe si Francisco Correa (supuesto jefe de la trama «Cürtelteodoro obiang nguema, guinea ecuatorial, hillary clinton, nuevos ricos, poderes facticos, «) iba a su casa a llevarle convolutos o no… Francisco CorreaMira que si yo hablara…