presidente-ruso-medvedevespacioseuropeos.com (12/7/2009)
La cumbre del G-8 termina como casi siempre, con mucho boato y farragosos discursos plagados de promesas que luego no se cumplen.  Pero, en esta ocasión quizás ha sido una excepción. Y no nos referimos a que los problemas del «hambre»  estén a punto de solucionarse, sino porque Rusia y Estados Unidos han podido vislumbrar una pequeña lucecita en el oscuro camino de la paz.

Ayer, el presidente ruso Dmitri Medvédev, en el transcurso de una rueda de prensa nada más terminar la cumbre del G-8, que se ha celebrado en la ciudad italiana de L’Aquila, comentó que le parece destructiva y absurda la idea de instalar la defensa antimisiles de Estados Unidos en Europa: «Es una idea destructiva y absurda que irrita a todos y alabaría a cualquiera que hiciera desistir a EE. UU. de esos planes».

Uno de los periodistas -según la crónica de RIA Novosti- le pidió comentar las informaciones publicadas por medios de prensa polacos que aseguran que EE. UU. «renunciará a la instalación de su escudo antimisiles en Europa y preguntó si Medvédev lo anotaría a su cuenta».

Medvédev le contestó: «Si quiere puede anotarlo a mi cuenta pero lo que más importa es el resultado final».

Hace ya varios años, la Administración de George W. Bush, puso en marcha el proyecto de instalar una decena de misiles interceptores en Polonia, así como construir una base para ubicar un potente radar de alerta antimisiles en la República Checa.

La justificación que la anterior administración estadounidense daba para ello era evitar un posible ataque desde Irán. Lógicamente, Moscú se ha opuesto siempre a estos planes, ya que los considera un peligro para su seguridad.

Si Barack Obama renunciase a la instalación de esa «barrera antimisil», la paz habrá dado un paso de gigantes, y no sólo en Europa, sino en el resto del mundo.