España
José Manuel González Torga (13/8/2009)el-sociologo-amando-de-miguel
Amando de Miguel ya es  -hace algún tiempo- catedrático emérito de la Universidad Complutense, a pesar de que la Junta de su Facultad emitió un informe desfavorable. Menos mal que el Rector supo estar por encima de los trámites formales para saltarse ese parecer no vinculante.

Tertuliano en medios audiovisuales y colaborador en Prensa, el profesor De Miguel sigue bullendo después de haber publicado ciento veinte obras.

En Barcelona sufrió las consecuencias del cerrilismo catalano-lingüístico.

Ha ido habitualmente  por libre, más allá de lo políticamente correcto de cada momento.

Entre sus opiniones a contracorriente está la formulada a Libertad Digital: «Me he encontrado con tanta censura en la democracia como en la época de Franco«.

Desde el aquí y ahora, con técnica al estilo cinematográfico, retrocedemos 40 años.

Becario en Columbia
Por entonces, los poderes dialécticos de Amando de Miguel ya radicaban en conocer facetas de  España en cifras contantes y sonantes. Su proyección más amplia, fuera de las aulas universitarias, era consecuencia de sus artículos en la página 3 del diario «Madrid».

Amando de Miguel Rodríguez manifiesta que nació en un pueblo de Zamora. Como no puede evitar una  cierta deformación profesional, enseguida añade: «Soy de la quinta más pequeña, porque en 1937 nació muy poca gente». A pesar de ser oficialmente el «II Año Triunfal» se advierte que la actitud demográfica aparecía mucho menos optimista. Originario de una familia de pequeños agricultores,  es un hombre hecho a la ciudad.

En 1954 concluyó el bachillerato en los Marianistas de San Sebastián. A continuación inició la carrera en la Sección de Políticas, de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de Madrid, cursándola con beca. Asimismo hizo como becario los cursos de Sociología en el Instituto de Estudios Políticos. Al final de la licenciatura en la Facultad obtuvo Premio extraordinario y Premio nacional fin de carrera. Posteriormente pasó el doctorado con destacadas calificaciones.

Obtuvo una beca Fulbright, con el número uno, para estudiar en Estados Unidos y se fue a la Universidad de Columbia (Nueva York).

Ganó también una beca March. Por concurso de méritos fue nombrado profesor de Sociología de la recién creada Escuela Oficial de Publicidad, en 1965, puesto en el que cesaría en 1968. Intervino en la fundación de DATA S.A. (Estudios de Mercado, Opinión y Sociología aplicada), en la que fue nombrado director-gerente y más tarde presidente. Ganó un concurso -en colaboración con M. Gómez Reino y F. Andrés Orizo -convocado por la Fundación FOESSA, para premiar un proyecto de investigación sobre la situación social en España…

Dialogo con Amando de Miguel en su despacho de trabajo, en el 7º piso de Serrano 19
En la puerta he podido leer: «Amando de Miguel. Sociólogo». Cómo en la consulta de un médico o el bufete de un abogado. En las paredes del despacho algunas figuras con barbas (desde Carlos Marx a Segismundo Freud), varones de otros tiempos a quienes debe rendir culto científico Amando de Miguel. El no lleva barba. Tiene el pelo revuelto, pero noto que se lo peina a lo moderno, ni para atrás ni a raya; solo un poco ladeado por delante. Las gafas las mueve bastante en la mano. Gesticula un tanto perezosamente y es buen conversador, con sentido del humor y llaneza.

Polvoladura-del-periodico-madriditización mínima
– Me interesa, para empezar, tu testimonio sobre el grado de politización que existe actualmente en el país
Nulo.  El más bajo de toda su historia. Se lee menos Prensa que en el año 30. En esto vamos para atrás.

– Pero ¿puede estar en marcha algún proceso de politización?
– En absoluto. La ilusión del sí a esa pregunta deriva de que los que tienen treinta y tantos años al entrar en política, creen que entran con ellos todos los que componen su generación. Pero no pasa de una ilusión. La población politizada supone un 5% más o menos.

– ¿No se halla politizada la Universidad?
– Totalmente. Pero ese es el 5%. Si quieres, añade unos cuantos más (líderes obreros)  y eso son todos. Los universitarios se politizan más que antes; pero el resto, menos.

En realidad, entonces, el mundo obrero…
—  Se encuentra totalmente desconectado de las esperanzas políticas. A través de la historia jamás ha estado menos politizado. Yo creo que esto constituye el éxito mayor del Régimen, porque es lo que se ha propuesto. Sobran testimonios para apoyar esto.

Sociológicamente, en este terreno ¿no caben las sorpresas?
– Sí. Pueden presentarse. Eso ocurrió en 1930, cuando el pueblo estaba muy despolitizado y, de repente, pegó un bote, un estallido. Es, incluso lo que ha solido pasar de un modo recurrente desde el Motín de Aranjuez hasta nuestros días. En España las revoluciones se han producido como pequeñas y súbitas explosiones. Hay una razón: un país se politiza extraordinariamente cuando durante un periodo crece su nivel de vida y, por alguna causa, luego eso se detiene. Entonces, eso provoca una especie de desilusión y se produce un estallido de politización.

Cambiemos de tema, si te parece. ¿Qué piensas sobre el paréntesis que supuso el estado de excepción, en los primeros meses de 1969?
– De entrada, que no nos han explicado por qué lo declararon. Esto puede no decirse el primer día; pero, después, hay que justificar las medidas extraordinarias. Mi tesis es que ese 5% del país se estaba politizando excesivamente y esto era inconcebible para el sistema. Aunque para mí se trataba de una parte muy pequeña, al «Establecimiento» le preocupa.

– Parece previsible que periódicamente volvamos a esa situación
– Sí, pero el Régimen no debe de tener miedo a eso porque no hace tambalearse nada. El sistema lo soporta perfectamente.

Articulista del «Madrid»
– ¿Por qué dejaste de publicar artículos en el «Madrid» durante el estado de excepción?
– No pasaron la censura algunos y, como tenían muy poca gravedad, vi que ocurría por sistema. Como tengo otras muchas cosas que hacer, dejé de escribir para el periódico. Únicamente hice algún artículo firmado con seudónimo, que si pasó.

– En algún caso ¿te han proporcionado tus colaboraciones periodísticas, problemas graves?
Sí, bastante graves. Han afectado a mi vida profesional de forma seria. Lo cual, por otra parte, no me importa demasiado, porque tampoco la vida profesional es lo más importante del mundo, sobre todo cuando hay ganas de trabajar.

– Y, vamos a ver ¿te han atacado siempre por la represión o también han utilizado la tentación?
Suele aparecer una mezcla de ambas cosas. Se maneja la «tolerancia represiva», que es lo moderno.

– A todo esto ¿cómo fue tu acceso a la Prensa?
A través de Ferrando, al que conocía por razones profesionales y que ya colaboraba en el «Madrid». Tuvimos una cena Ferrando, Calvo Serer y yo. Calvo Serer me dio su idea de periódico centro y de minorías, no de masas, y de un periodismo intelectual. Como la idea me pareció honesta, yo entré a colaborar, sin que quiera decir por eso que yo sea monárquico ni que sea del Opus. Estoy realmente muy contento con mi colaboración en el periódico y el extraordinario grado de libertad que en él me han dado. Creo que supone una experiencia muy interesante. El sociólogo encerrado en su cátedra o en su revista especializada no cumple su función. Creo que debe influir más ampliamente en la sociedad. No es que vaya a cambiar mucho; pero algo sí que puede conseguir.

Se trata -prosigue Amando, como recreándose en el tema- de una de las actividades que más satisfacciones me produce. Quizá sea por la vanidad, pero es así. Al principio hice algunos editoriales, sin firma; sin embargo, luego, decidimos eliminar eso. Conste que mi idea de lo que debe ser un periódico – e plan técnico- es «Nuevo Diario» (y a pesar de que su calidad política haya descendido notablemente con el nuevo Gobierno). La postura del «Madrid», argumentan que es como es porque no hay grupos políticos en el país. Mientras no los haya, los diarios tiene la obligación de estar más politizados.

Políticos atractivos y teatrales
– Hablemos de televisión y política
– Los intelectuales suelen despreciar la televisión, porque ello es una «pose» intelectual que, por otra parte, les impide ver con claridad que lo mismo que se venden neveras y libros TV, se vende todo, con tal de estar bien presentado. Por eso los políticos, hoy, tienen que ser handsome, que es, más que guapo, atractivo. Por ejemplo, si en estos momentos se hubieran producido las elecciones de 1931 y hubieran aparecido en TV los señores Alcalá Zamora, Prieto, Gil Robles y Azaña, no hubieran ganado las elecciones ni por asomo. Bueno, esto es una broma. Televisivos me parecen Solís, Morodo, Ruiz Giménez,  Jiménez de Parga, el Dr. Rodríguez de la Fuente…Poco televisivos creo que son Tierno Galván, todos los ministros actuales, Aparicio Bernal, etc. El político del futuro tiene que ser un poco actor. No veo nada malo en ello.

Bien, pues llegamos al entreacto.

Ntorgaota del autor:
Franco
nombraba por entonces Príncipe de España y heredero en la Jefatura del Estado a título de Rey a Juan Carlos de Borbón; pero el futuro era tan inescrutable como  siempre.

Este periodista, redactor-jefe en un periódico, se planteó hacer una serie de entrevistas, destinadas a un libro que cabría denominar de domingo, como se suele calificar a ciertos pintores que sólo disponen para el arte de los días no laborables.

Aplazada la publicación por circunstancias particulares del momento, se perdieron luego las carpetas con los originales. 40 años después, haciendo limpia en dos casas y un garaje, he dado con varias de aquellas entrevistas. Algunos personajes siguen en candelero, otros viven más retirados y no faltan los que pasaron a mejor vida. Pero, con unos trazos introductorios nuevos, los diálogos mantienen un interés, leídos con la perspectiva del tiempo transcurrido. Así fuimos y así dialogamos.