espacioseuropeos.com (13/8/2009)rubalcaba
Al ministro de Interior Alfredo Pérez Rubalcaba, le gustan más las prácticas oratorias que la química. Y es que cuando Rubalcaba coge ebra no hay quien lo pare.

Tras el atentado de Calviá en el que murieron los guardias civiles, Carlos Sáez de Tejada y Diego Salva Lezaun, se produjeron cuatro pequeñas explosiones, todas en los lavabos de restaurantes, sin que causaran víctimas. Es como si ETA hubiera querido decir «¡Mirad lo que podíamos haber hecho»!

Nadie duda que detrás de estas acciones terroristas está mantener viva la posibilidad de dialogar una paz, con ONG expertas en la materia y todo.

Pues bien, a estas horas no sabemos si las bombas -las que mataron a los dos guardias civiles y las «colocadas» en establecimientos turísticos- fueron programas o no con antelación para que estallaran en determinado momento.

No hay que ser un experto en materia antiterrorista para pensar que lo fueron con antelación. Pero lo que más nos llama la atención, aparte de la escasa información previa que se tenía a estos atentados, es la sesuda reflexión del ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

En una de sus últimas comparecencias ante los medios de comunicación, el otrora portavoz del Gobierno de España cuando los GAL (etapa de Felipe González), afirmó más o menos, sin reparo alguno, lo siguiente: «Las bombas pudieron ser preparadas para explotar antes o en el momento…»

Lo peor es que no hubo ningún plumilla que le dijese: «¡Ministro! ¿Acaso existe otra posibilidad?»