Pedro Godoy (5/9/2009)antillas-holandesas
En el Caribe, frente a Venezuela, están las Antillas Holandesas. Las integran tres islas Aruba, Bonaire y Curazao ABC. Son pequeñas en superficie, pero ricas en petróleo y testimonios de la piratería que ejerciera Holanda en el área. El pequeño archipiélago dependió hasta 1975  de la Guayana Holandesa. Ese año ésta se convierte en República de Surinam con medio millón de habitantes. En Aruba hay una especie de autogobierno tutelado por Amsterdam. Se ha detectado que allí complotan los adversarios del Presidente Chávez. Sin embargo, informo que, en más de un viaje a Caracas, me desconcierta el desinterés venezolano por recuperar esos tres enclaves insulares equivalentes allá a Malvinas. Caracas -en el momento de conmemorarse el  natalicio Nº 200 de Bolívar– hacía gárgaras con la tesis de la Patria Grande. Sin embargo, nadie se encuentra eco. Ni en el mundo académico ni en el sindical. Tampoco en la derecha ni en la izquierda. La sola iniciativa de recuperarlos cae en el  vacío.

Este dato  es invitación a meditar en orden la hipnosis que genera Europa a dos centurias de la Independencia. El tema es desdeñado en Venezuela. Se alega eso si por asuntos limítrofes con Colombia. Hay un fenómeno de fatalismo y deslumbramiento en el alma suramericana que conduce a exhibir un mapa con tres Guayanas que son colonias. ¿Cómo es posible que Brasil ducho en tragarse el Acre de Bolivia y convertir en provincia Cisplatina a Uruguay nunca intenta desalojar a los europeos de esas factorías que le bloquean el horizonte caribeño? ¿Qué geopolítica maneja Itamarati y las FF. AA. cariocas que jamás las reivindican? Entonces la apatía venezolana que describo equivale al desinterés brasilero. Se despotrica contra la España de la Colonia y festeja la emancipación, pero  los tres quistes coloniales no producen ni cosquilla.  En la prensa ningún enjuiciamiento. Menos en los parlamentos. Nuestras cancillerías callan. Están manejadas por  retoños de euroinmigrantes o «gente linda» inclinadas reverentes ante París, Londres y Amsterdam.

En Argentina hubo quienes gasolineaban la guerra contra Chile por el litigio austral, pero juzgan una locura la epopeya del 2 de abril de 1982. Enfrentarse con chilenos -esos ordinarios «chilotes»- si, pero recuperar Orcadas, Sandwich y Malvinas eso ¡no! El repliegue de la campaña descolonizadora explican esos cipayos se debe a que los europeos son superiores. Nuestro gobierno militar y también la oposición entonces en la semiclandestinidad apoyan al Reino Unido. El general Matthei  confiesa el apoyo a Londres con el argumento: «el enemigo de mi enemigo es mi amigo». No única voz proargentina es la de CEDECH. Por eso invito a los lectores que contemplen el mapa suramericano y -a propósito del Bicentenario- reflexionen sobre las hondas raíces culturales de la pedro-godoysupervivencia de la dependencia externa. De modo muy específico, es estratégico investigar el por qué de nuestra esterilidad para generar una geopolítica criolla.

La apatía venezolana por aquel archipiélago y el desinterés brasilero por asomarse al Caribe son óptimas motivaciones.

N. de la R.
El profesor Pedro Godoy P. es director del Centro de Estudios Chilenos (CEDECH). (Centro de Estudios Chilenos)