Nacional
J.M.G.T. (28/9/2009)juan-luis-cebrian
«Soy un niño del franquismo», ha confesado, contrito, Juan  Luís Cebrián, ante una numerosa y expectante concurrencia, después de haber anunciado, con la natural pesadumbre, que, en la misma mañana, PRISA había comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, que existe un principio de acuerdo para desprenderse (sic) del 25 por ciento de Santillana, editorial considerada actualmente como la joya de la Corona del «holding». La operación financiera se realiza con el fondo DLJ South American Partners,  participado por Credit Suisse; la contraprestación supone unos 247,5 millones de euros; pero, además, los adquirentes compartirán la gestión de Santillana.

Tras descalificar a los que denominó «libelos digitales y algunos que se imprimen en papel»  y que, según dijo,  se  inventan historias  sobre PRISA, afirmó que su compañía es el grupo multimedia más importante de España y Portugal. Incluso en la Prensa digital, algo que contradice las cifras  de  las  que suele alardear Pedro J., barriendo para Unidad Editorial. A la vista de esto, uno piensa que si los fuegos artificiales fueron considerados durante cierto tiempo como una de las Bellas Artes y luego se descartaron, podrían ser sustituidos por la Contabilidad, que se presta a todo tipo de embellecimientos. Y uno, además, se queda sin saber si tiene la razón Cebrián o la tiene Pedro J. ¿Quién maquillará mejor las cuentas?

Pero sigamos. Juan Luis Cebrián afirmó, sin  despeinarse, que la transición política no hubiera sido como ha sido, y quizá ni siquiera hubiera sido, sin PRISA. Pues aquí sí que, sin prisa pero sin pausa, cabe quitarse el sombrero porque Janli tiene  razón.

Cuadro con retoques
Más discutible es el retrato favorecedor  que pintó sobre la perspectiva económica  de su conglomerado mediático, con El País, próximo a recuperar ganancias y Sogecable ganando dinero, como el negocio de TV más saneado de España. ¡Y no tiene novia!, que diría un castizo.

Aseguró que su empresa era favorable a la regulación de la Televisión Digital Terrestre; pero no a que el Gobierno cambiase las reglas  de juego abusivamente.

Siguió cargando contra el Gobierno Zapatero cuando calificó de esperpéntica la subida de impuestos, dentro de un  mal manejo del timón de la economía.

Asimismo afeó al Ejecutivo ignorar a instituciones tales como el Consejo de Estado, la Comisión de la Energía Nuclear o el Banco de España.

Cuando el escepticismo no pudo contenerse  entre oyentes imparciales fue cuando afirmó que ni El País ni la SER han cambiado de línea frente a los gobernantes socialistas. Y para ello se auto-citó con un texto de hace luengos años.

Cuando algo huele mal
Para que no faltase algún flagelo para la oposición, aludió a «los pellizcos de monja» que los partidos se dan en los mítines de fin de semana.

En fin, ante una pregunta referente a la epístola semanal de Pedro J. -el Ruedo Ibérico los enfrenta como a dos matadores de cartel- donde utilizaba la expresión «relación saprofita», Cebrián reconoció ignorar el significado del término. Los académicos de la Lengua ya no son lo que eran. Tal vez,  displicentemente, quería demostrar que no lee al adversario, que en el mismo artículo lo desvelaba: (RAE: «Se dice de las plantas y los microorganismos  que se alimentan de materias orgánicas en descomposición»). Bueno, esto se estudiaba en el Bachillerato clásico, en la asignatura de Ciencias Naturales y  Janli no es de las víctimas de la LOGSE. Claro que un olvido lo tiene cualquiera. Pero el olfato debería detectar la materia en descomposición.