España
torgaJosé Manuel G. Torga (9/12/2009)
Esta entrevista congelada con Pedro Altares seguía en lista de espera, dentro de la colección, sin un orden preestablecido. Ahora, el requerimiento de su obituario aconseja ofrecerla a los lectores.

Perteneció Altares a esa exigua minoría que se declaraba socialista en la década de los 60. En el postfranquismo, en cambio, proliferaron los que presumían de antigüedad en el socialismo, como aquellos falangistas que alardeaban de camisa vieja, cuando se habían afiliado con los azules ya en el Gobierno.

Hace sólo unos días, al ser barajados  algunos nombres seleccionables para determinados premios periodísticos, alguien puso sobre la mesa el de Pedro Altares. Una colega apuntó que llevaba tiempo, «malito». Luego, se ha precipitado el  triste final.

Pedro Altares Talavera había venido al mundo en 1935, en el pueblo de Carabaña (Madrid).

En la transición, quien había estado identificado, profesional y políticamente, con «Cuadernos para el Diálogo«, revista que dirigió durante más de diez años, desempeñó cometidos diversos en toda una serie de medios informativos: crítico teatral del diario «Informaciones» (1979); articulista político de «El País» (1981); colaborador de «Interviú» (1982), de una cadena de diarios provinciales o regionales, a través de la agencia COLPISA colaborador asimismo de  la cadena COPE, de RNE y de TVE

La entrevista que sigue tuvo una coda -las dos últimas preguntas- que resultaron indispensables puesto que, a raíz del diálogo celebrado y de su trascripción, pendiente aún el texto de un repaso por ambos interlocutores, se produjo el nombramiento, por Franco, como Jefe del Estado, de su futuro sucesor a título de Rey.

El texto terminado de aquella entrevista periodística, con su breve presentación, viene, en su primitiva versión, a renglón seguido.

Uno de los puntales del Grupo Cuadernos es Pedro Altares. Periodista en la línea, más reflexiva, de la Prensa no diaria, ha desplegado también actividad como conferenciante en distintas capitales españolas.

Estudió -puntualiza que sin vocación- Peritaje y Profesorado Mercantil. Trabajando ya en una empresa, decide seguir su vocación latente de siempre: el Periodismo. Cursa esta carrera en la Escuela de Periodismo de la Iglesia, entonces recién inaugurada.

Posteriormente empieza a trabajar en la revista «Cuadernos para el Diálogo», donde está presente desde la fundación, como Secretario de Redacción; más tarde como Consejero Técnico de Dirección y, al propio tiempo, Director de la editorial que lleva el mismo título de la revista.

Colaborador habitual de otras revistas, ha extendido su firma a las páginas de Mundo, Serra D’Or, Destino, Mundo Social  y, en una época anterior, a Signo, donde formó parte del Consejo de Redacción.

Ha viajado por casi toda Europa, así como por América del Norte y del Sur.

Está casado, desde el año 1966, y tiene dos hijos.

Socialista de los años 60
P – Políticamente, le pregunto ppedro-altaresara entrar cuanto antes en materia ¿con qué línea ideológica te identificas?
R-
Dentro de las familias políticas que, por ejemplo, hay en el Occidente de Europa, ideológicamente me declararía, sin ambages, socialista -responde sin intentar capear el tema-; por supuesto, matiza a continuación, impugnando muchos de los aspectos de los partidos socialistas que, en gran parte, han abandonado objetivos socialistas muy aprisa. Precisamente una buena parte de la crisis del concepto de Europa está motivada por el abandono de esos objetivos socialistas.

P- Sin embargo, de hecho, apareces incardinado en un grupo de orientación demócrata-cristiano
R-
Bueno, «Cuadernos para el Diálogo», es una familia muy pluralista. Hay demócrata-cristianos, demócratas y cristianos -entre los cuales me incluyo- y otro tercer grupo de demócratas pero que no son cristianos. Hay una especie de raíz y de mínimo denominador común, que quizá sea el respeto a una concepción antropológica cristiana. Lo que ocurre es que algunos de nosotros, que ahora nos incluimos en el socialismo y que consideramos que la tarea socialista es fundamental para el futuro español, procedemos originariamente del sector ideológico demócrata-cristiano. No es lo mismo despertar a la vida política hace doce años, cuando en el mundo no habían pasado muchas cosas que están pasando ahora, que replantearse hoy la cuestión. Entonces parecía que la democracia cristiana era el único modo de intervenir en política los católicos demócratas. Pero luego ocurren dos cosas: una, que el pensamiento de la Iglesia -entendida como pueblo de Dios- supera ideológicamente a la democracia cristiana; y otra, que las democracias cristianas que hay en estos momentos parece que son incapaces de llevar a cabo una reforma social integral. Si a mí me interesa algo la política es como medio para reformar las estructuras sociales.

P- Dices que la política…
R-
La política -interrumpe- que yo quiero hacer, no pasa por el sistema económico capitalista. Debe hacer que la clase obrera ocupe el lugar que, históricamente, le corresponde: un sistema fiscal progresivo, nacionalizaciones, reforma agraria y educativa, etc. Entonces yo me pregunto: ¿una democracia cristiana en España sabría o podría llevar adelante estas cosas? Pienso, sinceramente, que no. Lo cual tampoco  quiere decir que la democracia cristiana no tenga un papel histórico que cumplir, todavía, en nuestro país.

Catolicismo y derecha
P- ¿Qué opinas del catolicismo de las derechas españolas?
R-
Resulta difícil, en España, distinguir entre una postura integrista, que yo respeto, porque sus adeptos creen que el catolicismo es una religión cerrada y defienden una moral, y los que, tras la defensa de la religión, en realidad están defendiendo unas estructuras, unos privilegios de clase, y un orden injusto. La persona que parte de una concepción religiosa, quizá medieval, pero sincera, tiene todos mis respetos; pero los que hacen de la religión un valladar, mantienen una postura que miro con menos respeto. Me refiero a la postura, insisto, no a las personas, que absolutamente todas son dignas de respeto. Pero, opino, que si el cristianismo es algo, es un deseo de justicia y de libertad.

P- En la corriente demócrata-cristiana, más o menos difusa en España ¿qué sectores distingues?
R-
Hay una división fundamental. Para ser demócrata-cristiano, lo sustantivo exige ser demócrata, por lo cual descalifico a todos los que colaboran y son parte de un sistema no democrático. Al margen de esto, la democracia cristiana en España tendría una estructura bastante parecida a la que presenta en Italia: de un centro progresista a una derecha moderada. Considero, sin embargo, que en nuestro país le va a faltar la izquierda. Lo que en otras partes es izquierda democristiana, aquí quedaría absorbido por esquemas socialistas.

P- Con esa escuadernos-para-el-dialogotructura ¿podría actuar con unidad?
R-
Dentro de los límites señalados de centro y derecha, sí. Lo que me parece más discutible es que sea capaz de atraer a la izquierda. Negociaría y pactaría con la izquierda, pero, en cierta medida, desde fuera de ella.

Exprimido este tema, seguiremos con otros.

Nota del autor:
Franco
nombraba por entonces Príncipe de España y heredero en la Jefatura del Estado a título de Rey a Juan Carlos de Borbón; pero el futuro era tan inescrutable como siempre.
Este periodista, redactor-jefe en un periódico, se planteó hacer una serie de entrevistas, destinadas a un libro que cabría denominar de domingo, como se suele calificar a ciertos pintores que sólo disponen para el arte de los días no laborables.

Aplazada la publicación por circunstancias particulares del momento, se perdieron luego las carpetas con los originales. 40 años después, haciendo limpia en dos casas y un garaje, he dado con varias de aquellas entrevistas. Algunos personajes siguen en candelero, otros viven más retirados y no faltan los que pasaron a mejor vida. Pero, con unos trazos introductorios nuevos, los diálogos mantienen un interés, leídos con la perspectiva del tiempo transcurrido. Así fuimos y así dialogamos.