Francia

José Manuel G. Torga (17/3/2010)jean-marie-le-pen
Los resultados de la futura vuelta de las elecciones regionales francesas están siendo interpretados por los analistas, de cara sobre todo el futuro, como los antiguos augures pretendían leer en las vísceras de las aves.

Lógicamente se destaca el avance de la izquierda sobre la derecha de Sarkozy, descontada una apabullante abstención que deja a los votantes por debajo del 50%, una línea de flotación que debería marcar el peligro de los impactos peligrosos.

Llama también la atención cómo vuelve a cotizar al alza un espécimen de la política que parece incombustible, en una trayectoria que hay que contar por décadas. Su cotización sube con el incremento de los problemas. Él ha permanecido desafiante, provocador y montaraz. Ni a la derecha ni a la izquierda; extramuros, aunque vivaqueando para el asedio  o el asalto; siempre lanzando retos.

Tuve ocasión de conocerle y le entrevisté en vísperas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas de mayo de 1974.

Como director y guionista de un programa informativo de RNE, «Enviado Especial»,  viajé  a París, con el coordinador para aquella emisión, José Luis Puértolas.

En aquella primera vuelta había un duelo entre dos herederos del gaullismo: Jacques Chaban-Delmas y Valéry Giscard d’Estaing, uno de los cuales había de quedar eliminado; por el Partido Socialista francés, concurría François Miterrand; y había nueve candidatos.

Entrevistamos a la esposa de Chaban-Delmas, que era la tercera y última que tuvo: Micheline Chavelet; a dos de los hijos de Giscard: Valerie-Anne (que figuraba profusamente en vallas de propaganda electoral) y Henri; así como a un político destacado, Jean Lecanuet, que hizo  campaña asimismo por Giscard d’Estaing.

En la Torre de Montparnasse, donde estaba instalado el cuartel general de Mitterrand, en una planta alta, no quisieron hablar para Radio Nacional de España. Mitterrand siempre quiso hacer olvidar algunas veleidades suyas como camaleón durante la etapa del colaboracionismo francés con la ocupación alemana.

Los tiempos del parche de pirata
Entre los candidatos de relleno hablo con Le Pen para saber algo de él, de primera mano. Llamaba la atención con su parche de pirata en un ojo, a lo Moshe Dayan, el ministro de Defensa israelí. En el caso de Jean-Marie Le Pen al menos, aquello tenía algo de «posse» ya que, si bien sufría una lesión en el ojo izquierdo, apenas se le notaba cuando no lo ocultaba con el efecto del parche, tal y como recibió a «Enviado Especial», en el despacho de su domicilio, un piso modesto en una zona del extrarradio parisino.

La Pen, antiguo oficial paracaidista en la Guerra de Argelia, encabezaba en política, con su Frente Nacional, la extrema derecha francesa. Henri, el joven hijo de Giscard, nos había dicho: «Las ideas de Le Pen tienen un lugar en Francia y él las defiende con cierto talento. Le respeto».

El ex-paracadista nos resumía su análisis general en pocas palabras:
– Mire usted, pienso que los franceses no han podido, desgraciadamente hasta el presente, más que escoger entre dos grande soluciones: lo que nosotros llamamos la bipolarización. Es decir, entre la unión de la izquierda o bien la mayoría y estimamos que la política que ha sido llevada a cabo por la mayoría hasta el presente, ha sido desastrosa, y hace posible la llegada al poder de un candidato social-comunista. Esta es la razón por la que hemos propuesto una candidatura que sea susceptible de unir, en todo caso de dar la alarma primeramente y de unir eventualmente, a un gran número de franceses. Es lo que yo llamo la tercera solución, es decir la solución de salud pública, la que propone la derecha social, nacional y popular.

– Pero «monsieur» Le Pen ¿de verdad espera usted lograr algo con su candidatura?
Para nosotros, la lucha electoral se plantea en una perspectiva de acción permanente y no esperamos milagros de esta consulta electoral; pero esperamos colocar una cuña para hacer saltar este mecanismo diabólico que está elaborado en el interés recíproco de los dos campos, cada uno apoyándose en el otro e intentando promoverse.

Pensamos -añadía-  que, a partir de ahora, el periodo gaullista ha terminado y se puede llegar a pensar que el postgaullismo también ha terminado. Que hay o que va a haber una redistribución de los papeles políticos y, con las condiciones de crisis que amenazan a Francia y que son resultado de la unión de una crisis de las instituciones – crisis moral- con la crisis energética, que es consecutiva a la falta de petróleo y  la elevación de los costos del petróleo y de las materias primas,  se va a crear en Francia una situación social, económica y política, susceptible de unas consecuencias extremadamente importantes. Pienso que es un sistema que está asistiendo a su fin.

«Enviado Especial» recogía de la propaganda electoral radiada un mensaje  de quien estaba en las antípodas de Le Pen, el candidato de la Liga Comunista Revolucionaria, Alain Krivine, quien se manifestaba en los siguientes términos:  «Pensamos que el programa de la Unión Izquierda, tal y como está presentado hoy, es un programa que se mantiene dentro del marco del Estado burgués, que respete la Constitución del 58 a pesar de algunas enmiendas, que respeta el estado burgués y que, por consiguiente, en un tal marco es imposible realizar los cambios fundamentales que quiere realizar la clase obrera».

«Krivine es un peqeño-burgués
-«Monsieur»  Le Pen ¿qué opina usted de «monieur» Krivine, al cual la izquierda de  «monsieur» Mitterrand le parece floja y que, al igual que usted, utiliza estas elecciones más bien para hacer propaganda de sus ideas?
 El señor Krivine propone derribar el Gobierno por la fuerza y establecer el viejo mito del comunismo troskista ya que torgael comunismo staliniano o de Breznef es algo y miserable y pobre y un fracaso total. Creo que no es necesario convencer a los franceses de que todavía sería peor con el señor Krivine. Pienso también que el señor Krivine aporta algo nuevo al pensamiento de la izquierda, que lo necesita bastante después de los energúmenos decimonónicos. El señor Krivine es un pequeño-burgués que hace, como sus colegas de la misma edad, un prurito de dandismo político. Dentro de 20 años será un diputado socialista y, probablemente, ministro (lo último lo dice con mayor énfasis). Por consiguiente, no me preocupo por su futuro, y es mucho más seguro que me lo encontraré en los bancos de la Asamblea Nacional que en cualquier otro lugar.

La profecía de Le Pen no se ha cumplido. Krivine ha sido eurodiputado pero se ha retirado no hace mucho del protagonismo político sin cambiar de línea.

Un recuerdo final para el equipo de lujo de aquel «Enviado Especial», que duraba unos 45 minutos y que contó con una de las mejores voces de la Radio: Aurora Vicente; así como las de Martín Carrillo, Pablo Jiménez, Joaquín Vidriales, Lola Villaespesa, María Ángeles Delgado y Carlos del Pino. Montaje musical: Francisco Medina. Control y registro de sonido: Mercedes Contreras y Justino Nieto. Y un realizador que fue mi conocido, sobre todo por su labor en TVE: Domingo Almendros. La mayoría pasaron Ya a la historia. Jean-Marie Le Pen continúa dando guerra.

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