Mi Columna
Eugenio Pordomingo (26/6/2010)jose-bono
De un tiempo a esta parte, al Presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, le crecen los enanos en forma de propiedades inmobiliarias y caballos comprados en billetes de 500 euros, envueltos en papel de periódico, a pesar de la ayuda que le presta el ex presidente del gobierno Felipe González. El diario La Gaceta del Grupo Intereconomía, y el diario digital El Confidencial, aunque éste en menor medida, le han descubierto un abundante patrimonio inmobiliario, así como suntuosas remodelaciones de pisos, automóviles lujosos, como un costosísimo automóvil Porche Cayenne que el constructor Francisco Hernando, El Pocero, presuntamente le regaló a su mujer, según éste ha relatado en público en varias ocasiones, aunque lo  desmintió después.

En el patrimonio inmobiliario de la familia Bono aparecen, además, pisos a nombre de sus hijos, incluso cuando no recibían salario alguno -como es el caso de una hija suya, que ejerce ahora como abogada-; la otra, menor de edad, es también propietaria de otro lujoso inmueble. Eso sin contar la Hípica Toledo, sociedad familiar que debió salir por un pastón.

Mil y una artimañas, que si fiscalía, que si Mesa del Congreso, que si comparecencias en la televisión (programa La Noria), donde tuvo el atrevimiento de aludir a sus pobres orígenes  familiares, no le van a servir de nada. En primer lugar, su familia no era pobre, ya que su padre, jerifalte del régimen de Franco -era Jefe del Movimiento, no de la Falange- en la localidad de Salobre (Albacete), además de alcalde. José Bono acudió, era lo lógico entre los prebostes del régimen-sistema de la época, a colegio religioso y de pago.  De pobre nada.

La catarata de reportajes de La Gaceta ha provocado que a Bono se le endurezca aún su rostro adusto. Busca con ansiedad una salida a lo Vázquez (Paco, ex alcalde de La Coruña), que aterrizó como embajador en el Vaticano, sin que la Santa Sede pusiese reparo alguno. Y mira que tenía.

Si la operación Vaticano fracasa, a Bono le queda el repuesto de Defensor del Pueblo, a lo que Enrique Múgica se opone con firmeza. Y éste, desde el 23 F, se considera protegido por el establishment.

Los comentarios sobre la fuente, el «garganta profunda», no cesan. Unos lo achacan al mismo Zapatero; otros a Pepe Blanco (ministro de Fomento); los menos a Alfonso Guerra, que por cierto sigue de diputado aunque no lo parezca. Blanco, no ha tardado en desmentir que él  encargase una investigación sobre el patrimonio de su compañero de partido, a la vez que negó que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ordenase la elaboración de un dossier sobre Bono. «Buscan meter el dedo en las buenas relaciones de los socialistas. Somos una familia bien avenida», declaró sin inmutarse a un periódico nacional.

Pero, en plena, supuesta, elaboración del informe «Confidencial JB», aparece nada más y nada menos que el ex presidente del gobierno Felipe González, que a través de los vicepresidentes, María Teresa Fernández  de la Vega y Manuel Chaves, muestra su tremendo malestar sugiriendo-ordenando se proceda de inmediato a paralizar tamaña investigación.

He pasado toda la noche y parte de la madrugada sumando y volviendo a sumar los sueldos y prebendas (oficiales) de José Bono desde que se apoltronó en despacho y coche oficial, y la verdad es que no me salen las cuentas. He recurrido al ábaco y el resultado no varía.

Sólo nos resta pedir a Su Santidad el Papa, que no cobije a Bono en el Vaticano, que no de el placet para que el albaceteño se refugie en la embajada de España ante la Santa Sede.