espacioseuropeos.com (13/6/2010)retirada-de-tropas-rusas-de-georgia
Ante la imposibilidad por contener los disturbios, el gobierno de la República de Kirguizistán ha solicitado oficialmente a Rusia ayuda para sofocar lo que se puede considerar como una auténtica rebelión. Los duros enfrentamientos en el sur del país, Osh y otras ciudades de la zona, han podido causar más de ochenta muertos y al menos un millar de heridos.

La presidenta interina de Kirguizistán, Rosa Otunbáyeva, manifestó ayer que su país precisa urgentemente   que otros países manden tropas para sofocar los enfrentamientos. La misma petición la hizo antes a Moscú. Pero, de momento, no considera que existan condiciones para su participación en la solución del conflicto interétnico.

La secretaria de prensa del Kremlin informó que Rusia prestará ayuda humanitaria a la república amiga. De hecho, ya han salido algunos aviones pertenecientes al ministerio ruso de Situaciones de Emergencia para ayudar a evacuar a heridos.

Las partes en conflicto -uzbecos, rusos y tártaros,- emplean armas de fuego. Ciudadanos de nacionalidad uzbeca, sobre todo ancianos, niños y mujeres, se han visto obligados a huir al país vecino de Uzbekistán, tras un acuerdo entre los dos gobiernos.

Kirguizistán  forma parte de la OCS (Organización de Cooperación de Shanghai), que se creó en 2001, y en la que también están integrados  China, Rusia, Kazajstán, Tayikistán y Uzbekistán. Los seis países miembros de esta organización  superan el 61 por ciento del territorio eurasiático y más de la mitad de la población del planeta. Irán, Pakistán, India y Mongolia son observadores, además de Afganistán, que goza de estatuto especial de país invitado.

El polvorín étnico de Kirguizistán puede extenderse a países de la zona, motivo por el cual Rusia actúa con pies de plomo, aunque no dudamos que sus servicios de información no cesan de trabajar buscando una solución. No obstante, tarde o temprano, las tropas rusas -o internacionales- tendrán que involucrarse en ese trágico escenario.