España
Carlos Ruiz Miguel (24/7/2010)pilar-rojo-presidenta-parlamento-de-galiacia
No tenemos suerte en España con los presidentes de las cámaras, nacionales o autonómicas. Esta figura debe ser extremadamente circunspecta, pero de forma habitual vemos que no es así. Hay casos escandalosos, como el de José Bono, pero otros, menos llamativos, no dejan de resultar preocupantes. Me refiero a unas recientes declaraciones de Pilar Rojo, presidenta del Parlamento de Galicia.

La figura institucional del presidente del Parlamento proviene del Derecho público anglo-sajón. Allí se la llama «speaker» (el que habla). Con ciertos cambios la figura pasó al Derecho Parlamentario continental europeo y de ahí al Derecho público autonómico. En líneas generales se puede decir que la presidencia del Parlamento tiene una consideración protocolaria y representativa muy importante. Por esa razón las personas que ocupan ese puesto deben ser mucho más cuidadosas que los demás diputados o altos cargos en sus actuaciones y declaraciones.

No tenemos suerte en España, y en particular en Galicia, con esta figura. Es cierto que la presidencia del Parlamento de Galicia no está en manos de alguien como José Bono, lo cual no es poco de agradecer. Pero hemos pasado de tener en la presidencia del Parlamento de Galicia a una persona tan extremadamente sectaria como Dolores Villarino, a tener a una persona cuando menos imprudente.

En un artículo publicado en estas páginas el viernes pasado, manifestaba mi esperanza de que la presidenta del Parlamento gallego, Doña Pilar Rojo, reconsiderara unas declaraciones inaceptables que hizo en mayo, en las que proclamaba el carácter «prioritario» del gallego. Y es que, si no hay una diferencia semántica entre «prioritario» y «preferente», y el Tribunal Constitucional ha dejado muy claro que el idioma cooficial no puede ser «preferente», está claro que tampoco puede ser «prioritario». Ahora, en una entrevista a la edición local del diario global, Doña Pilar Rojo reincide, pero difuminando la responsabilidad de la violación de la Constitución, al decir «Todo el mundo asume que en el Parlamento de Galicia prioritariamente se hable en gallego». Y es que ella, como presidenta, no puede ser como «todo el mundo» y tiene el deber de garantizar la igualdad de lenguas cooficiales.

Pero la imprudencia de la presidenta va más allá, haciendo desafortunados comentarios sobre la redacción en la pasada legislatura de un nuevo Estatuto. Ya he dicho aquí que aquello fue un error y que el tiempo ha puesto las cosas en su sitio. No insistiré en ello.

Quiero, eso sí, referirme, a su confusión acerca de lo que es la inmunidad parlamentaria. En la citada entrevista decía Pilar Rojo que «Habría que pensar si determinadas expresiones las usaríamos fuera de este recinto (…) la inmunidad que no está para eso». El Derecho ha perfilado las llamadas «prerrogativas parlamentarias» que son un derecho que protege en primera instancia a los propios diputados, pero que busca en el fondo proteger al Parlamento como tal. Esas prerrogativas son la inviolabilidad, la inmunidad y el fuero. Me temo que Pilar Rojo confunde lo que ella llama «inmunidad» con la «inviolabilidad». ¿Qué es una y la otra? La «inviolabilidad» es la garantía de no se perseguido por las opiniones vertidas por el parlamentariocarlos-ruiz-miguel-catedratico-de-derecho-constitucional en el ejercicio del cargo. La «inmunidad», sin embargo, establece que el parlamentario autonómico sólo puede ser detenido por la policía en caso de delito flagrante.

Pilar Rojo habló de «inmunidad» para referirse a la «inviolabilidad». Es cierto que ella es arquitecta, y no jurista, pero ¿sería mucho pedir que la persona que preside un Parlamento no confunda instituciones esenciales de la historia del parlamentarismo?

NOTA:
Este artículo fue originalmente publicado en el ABC edición de Galicia, el viernes 16 de julio de 2010.  En espaioseuropeos,.com lo publicamos con la a utorización de su autor, carlos Ruiz Miguel, que también pueden ver en desdeelatlantico.