Mi Columna
Eugenio Pordomingo (9/8/2010)tio-san
La prensa y sectores políticos de  Estados Unidos se han mostrado muy críticos con los fastos y gastos del viaje de Michelle Obama y  Sasha, una de sus hijas, a Málaga (España). La mujer del Presidente Barack Obama y una de sus hijas han estado cinco días en España, que han terminado en un almuerzo con los Reyes de España en el Palacio de Marivent en Mallorca.

Medios de comunicación y sectores de la política estadounidense no han dudado en mostrar sus críticas por los gastos del viaje de la Primera Dama de Estados Unidos, sobre todo cuando se realiza en una etapa de crisis como esta.

Mientras tanto, los habitantes de España (españoles, turistas e inmigrantes) han mostrado en todo su esplendor la boina y las bellotas que todavía llevamos colgada en la cabeza y orejas.  Carteles de lo más hortera -bandera incluida-  aparecían en el hotel donde se han alojado madre e hija.

Cientos de periodistas han cubierto su estancia en nuestro país, soportando cacheos y controles exhaustivos. Michelle y Sasha se han bañado en una playa en la más absoluta soledad, claro que a decenas de metros se agolpaban curiosos, los de la boina, periodistas y cientos de fornidos hombres de la seguridad, estadounidenses y españoles; éstos últimos menos fornidos, pero igual de vigilantes.

Curiosos, periodistas y los de la boina, sin distinción alguna, han tenido que soportar cacheos y registros, en muchos casos por personal extranjero, sin autoridad legal para ello, que sepamos. La playa, durante el baño de la Primera Dama e Hija, ha estado cerrada a cal y canto, para los vecinos y turistas del lugar. Y así un largo etcétera.

Aquí pasamos de no ser respetuosos al paso de la bandera de Estados Unidos (caso de Zapatero), a partirnos el espinazo y babear ante la presencia de los poderosos. Menos mal que los Reyes de España han sido austeros en sus regalos a Michell Obama: el Rey Juan Carlos, unas semillas de la zona, y la Reina Sofía unas cuantas sortijas y collares de bisutería isleña.

Claro, que antes les regalamos Rota, Torrejón, Morón, Zaragoza, gaseoducto Cádiz-Zaragoza y una amplia red de estaciones de radar,  además de permitir que la CIA, FBI y no sé cuántas siglas más deambulen libremente por España.  

Sobre otros regalos, como fosfatos y la pesca del Sáhara Occidental y la posibilidad de que  España explotase los recursos petrolíferos de Guinea Ecuatorial, hablaremos otro día.