islote-de-perejilEspaña/Marruecos
Javier Perote (20/8/2010)
Una amiga llama para comentarme indignada las declaraciones del ministro de Fomento español, José Blanco, en las que tacha de deslealtad para con España y con el Gobierno,  la visita efectuada a Melilla  por el señor Aznar.

Es la gota que colma el vaso de la paciencia, me dice sulfurada. Ahora la gente sólo tendrá la información que está transmitiendo el PSOE, pero nadie se acordará  de lo que hizo Zapatero en el año 2001. No se acordarán o, lo que es peor, pienso yo, que la gente probablemente ignore que en el año 2001 Zapatero viajó  a Marruecos a entrevistarse con el Rey Mohamed VI, en plena crisis, tras la retirada del embajador marroquí.  El problema que tienen los socialistas con Aznar no es por lo que diga o por lo que haga; es su sola presencia la  que les pone de los nervios. El «váyase señor González»  les sigue retumbando en la calavera. Felipe González dejó tirados a los saharauis y se echó en brazos de Hassan II. Aznar le puso cara valientemente  a Marruecos, a pesar de todas las presiones sufridas principalmente por Francia, como explico a continuación en este escrito.

Las actitudes gallardas  y nobles propias del señorío las sienten como una acusación los que no pueden exhibir a la luz pública sus actos, los que compensan su conciencia con el disfrute de grandes fortunas cuyo origen no aciertan a explicar, los que, como los  mafiosos, sólo encuentran acomodo en el pequeño círculo de amistades que son como ellos.

Aznar ha ido a Melilla a dar testimonio de cual es su postura sobre la españolidad de la ciudad. Ha ido solidarizarse con la población que vive en una permanente zozobra ante el temor de que el gobierno socialista los entregue a Marruecos.  Nada de venganzas ni deslealtades.

En aquella ocasión el gobierno del señor Aznar hizo ver a Zapatero lo imprudente y poco oportuno del proyectado viaje y lo perjudicial que podría ser para España, como así fue. Este viaje según todos los datos de que se dispone fue idea de Trinidad Jiménez, la misma Trinidad Jiménez que ahora le disputa a Tomás Gómez la posibilidad de competir contra Esperanza Aguirre por la presidencia de la Comunidad de Madrid.

Pero no sólo fue idea de Trini -así la llaman-  también intervino  en la trama Felipe González que ya había plantado su tienda en el jardín trasero donde veranea la élite socialista. Cómo no, también intervino Moratinos.

Este viaje de los socialistas españoles dio alas a los socialistas  marroquíes (primer ministro Youssoufi, socialista)  para proseguir en su táctica de tensión contra España contando también con el apoyo de Francia. El siguiente paso fue Perejil, el regalo de boda (difícil de creer pero así lo trasmitieron los medios) que a algunos súbditos aduladores se les ocurrió hacer a su Rey.

De la aventura de Perejil salieron  un tanto escocidos aquellos iluminados estrategas que, obviamente, no le perdonan a Aznar  la afrenta.

Fue la actitud de Francia en aquella crisis provocada por Marruecos, la que me animó a escribir algo  sobre aquellos acontecimientos.

El Presidente francés vetó la iniciativa de la Presidencia Europea en la que manifestaba su total solidaridad con España y exigía  al Gobierno Marroquí la retirada de las tropas del islote.  Chirac se manifestó totalmente a favor de Marruecos.

En el libro «Cuando Marruecos sea islamista» (La Découverte) se  cuenta la «pinza» que el rey de Marruecos, Mohamed VI, y el entonces presidente francés, Jacques Chirac, formaron contra Aznar tras el desalojo, en julio de 2002, de los marroquíes del islote de Perejil del que se habían adueñado.

El servicio secreto francés atribuía a Chirac la siguiente frase dirigida a Mohamed VI en octubre de 2002: «Es ahora o nunca cuando hay que actuar para oponerse a la penetración española en Marruecos…».

Como no soy experto en los intríngulis del ordenadozapatero-y-mohamed-vir no se dónde ha ido a parar el original del escrito, pero recuerdo algunas cosas que relato en el mensaje adjunto.

Las relaciones España-Marruecos, el Sahara y el Magreb
Estos días, en Melilla, los políticos marroquíes ponen en práctica una vez más su laberíntica manera de hacer política. Se presentan como víctimas de supuestos agravios disimulando su objetivo a largo alcance. El tiempo nos dirá, a no tardar, cuáles son las verdaderas intenciones de esta nueva crisis. Pero creo que no es demasiado aventurado sospechar que detrás de todo esto está la cuestión del Sáhara, como siempre. Para ellos la causa sagrada, no se olvide.

Los políticos marroquíes se han mostrado como verdaderos maestros en el arte de aprovechar las crisis internas de los países para mediante chantaje, forzar a éstos a hacer concesiones que en situación normal no harían. Si es necesario, ellos mismos provocan las crisis.

Las bandas armadas del Ejército de Liberación, desparramadas por el desierto en los años 57-58, fueron la vanguardia del dispositivo con el que Marruecos empezó a crear problemas para ablandar a las autoridades españolas y conseguir que se le entregaran los veinticinco mil kilómetros cuadrados (25.000) de la provincia de Tarfaya. A pesar de los actos de terrorismo (hicieron explotar bombas en varias ciudades), asaltos a los puestos y demás acciones violentas que costaron a España 152 muertos y 518 heridos, se entregó el territorio sin ofrecer la menor resistencia para defender los intereses de los saharauis.

Cualquier estudioso de la cuestión del Sáhara sabe que nunca en la historia ese territorio fue de Marruecos. Desde entonces esta mutilación de la integridad territorial saharaui constituye una espina clavada en el corazón de sus auténticos dueños: la población saharaui.

En 1958 se produjo, para  muchos analistas lo que fue el principio de los años de plomo: la represión de los sublevados del Rif (1958-1959). La población fue masacrada sin piedad con bombardeos  aéreos, arrasando y quemando  pueblos y asesinando a cualquiera que se sospechara que había participado en la revuelta. El ejército marroquí, dirigido por oficiales franceses y a la cabeza del cual (y supervisando las operaciones) se encontraba el entonces príncipe heredero Mulay Hassan, acompañado del Ministro Mohamed Ufkir, se empleó a fondo. Cuatro columnas de más de treinta mil hombres (30.000) con artillería y otras armas destructivas arrasaron a sangre y fuego las aldeas del Rif, no perdonando niños ni mujeres, causando miles de muertos y grandes sufrimientos a la población, cuyo recuerdo permanece en la memoria del pueblo. A partir de esas fechas comienzo un régimen de terror que duraría 40 años.

La reivindicación sobre Mauritania, que también entraba entre los objetivos de los nacionalistas marroquíes, se les pone más difícil dada la inteligente prontitud de Francia al conceder la independencia a este país. Acción que justifican los franceses, ante la oposición de Marruecos, con el argumento de que la soberanía de este país nunca se extendió más abajo del río Draa; cosa que es cierta. Pocos años después la misma Francia defenderá exactamente lo contrario apoyando a Marruecos en la reclamación del Sáhara ocupado por España. Francia es así.

En el año 1963, Argelia, que acaba de obtener su independencia, pasa por graves crisis internas. A la rebelión de los bereberes de la Kabylia se unen enfrentamientos políticos internos entre el Gobierno Provisional y Ben Bella, cuya crisis aprovecha Marruecos para apoderarse de algunas zonas fronterizas en litigio desde tiempo atrás. Esta agresión dio origen a lo que se denominó la guerra de las arenas.

En 1965 se produce la desaparición (y posterior asesinato) del opositor Mehdi Ben Barka, cuya acción provocó la  enemistad  del General Charles de Gaulle y el distanciamiento del régimen marroquí.

En 1975 aprovechan la crisis por la que atraviesa España con el Jefe del Estado moribundo y un Gobierno débil y desorientado, incapaz de resistir las presiones de terceros países entre ellos, cómo no, Francia (Giscar d´ Estaing) que apuestan decididamente a favor de Marruecos. Las consecuencias son de todos conocidas: la invasión y ocupación del Sáhara.

marcha-verde1976: Felipe González visita el Sahara
«Hemos querido estar aquí para demostraros, con nuestra presencia, nuestra repulsa y nuestra reprobación por el acuerdo de Madrid de 1975», dijo Felipe González a los saharauis en su visita a los campamentos de refugiados en Tinduf (sur de Argelia) el 14 de noviembre de 1976, aniversario de la firma de los vergonzosos acuerdos. «Nuestro partido está convencido de que el Frente Polisario es el guía recto hacia la victoria final del pueblo saharaui. Y está convencido también de que vuestra república democrática se consolidará sobre vuestro pueblo y podréis volver a vuestros hogares. Sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas: yo quiero, por consiguiente, no prometeros algo, sino comprometerme con la Historia: nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final», añadió González en ese acto solemne, en el que le acompañaban Luis Fajardo, Emilio Menéndez del Valle y Enrique Ballester.

En 1978, los marroquíes vuelven a la carga y, con Bumedian a punto de morir, ayudan con armas a la rebelión de la Kabylia y cometen diversos actos de terrorismo haciendo explotar varias bombas en algunas ciudades con la sana intención de aumentar la debilidad de Argelia para obtener de este país un mayor apoyo a favor de Marruecos en la cuestión del Sahara.

A pesar de haber sido reconocida internacionalmente la independencia de Mauritania en 1960, Marruecos aún tardará diez años en admitir definitivamente este hecho. No obstante, en 1979, Marruecos aprovecha el momento crítico del alto el fuego entre el Frente Polisario y Mauritania, y se apodera de la zona de desierto que ésta se disponía a devolver a los saharauis al firmar la paz con el Frente Polisario. En esta ocasión, la ONU no tuvo más remedio que condenar el hecho, y publicó un de sus resoluciones más condenatorias de la actitud de Marruecos.

La década de los ochenta, con un PSOE entregado a Marruecos con el que hacía buenos negocios (venta de armas), supuso para España un período de calma sólo alterado por la ofensiva de las pateras o el apresamiento de algún barco pesquero. Pero, a la menor veleidad del Gobierno que supusiera un atisbo de comprensión hacia los saharauis enseguida la prensa marroquí sacaba a relucir el tema de Ceuta y Melilla. Que nadie se engañe, a Marruecos le va muy bien con la situación actual  de Ceuta y Melilla,  y no creo que le interese hacerse con las dos plazas a cambio de perder tan  formidable  herramienta con que hacer chantaje a España y que tan buenos resultados le reporta. Otra cosa será si consigue definitivamente el Sáhara.

En 1994 Marruecos acusa a Argelia  de estar detrás de un atentado terrorista ocurrido en Marraques. A consecuencia de esa acusación, Argelia procedió al cierre de fronteras.

La llegada de los populares al gobierno y la muerte del Rey Hassan II van a significar un cambio en las relaciones entre ambos países. En el 2001 Marruecos procede a la retirada de su embajador, sin que aparentemente hubiera una razón de peso para ello. Meses después se supo que la verdadera causa de la retirada del embajador marroquí (retiraron el embajador el 26 de octubre de 2001), fue la actitud del Gobierno de Aznar con respecto a la cuestión del Sáhara.

Así lo declara el ministro Benaissa ante el Parlamento de Rabat, el cual justifica la  crisis provocada, por la actitud titubeante y contradictoria con relación a nuestra causa sagrada; el Sáhara. Lo que ocurrió fue que  España no había apoyado el Acuerdo Marco última propuesta de arreglo de James Baker que concedía a Marruecos la soberanía del Sáhara.

Como la crisis de los embajadores  no les dio el resultado esperado y en previsión de que el comportamiento del Gobierno Español siguiera siendo el mismo, apoyando la autodeterminación del Sáhara, decidieron tensar la cuerda ocupando el islote de Perejil

Una vez más ponían en práctica la política de hechos consumados aprovechando justo el momento de crisis que se dio en el Gobierno español con el cambio de ministros: Piqué/Ana Palacio. En aquel tiempo, España se disponía a un cambio de titulares en el Ministerio de Asuntos Exteriores y fue este vacío momentáneo en la dirección de la política exterior, lo que aprovechó Marruecos para dar el golpe.

En esta ocasión tuvieron oportuna respuesta, por lo que salieron bastante escocidos de la aventura.

peroteLa siguiente crisis en España tuvo lugar con motivo de las elecciones de marzo de 2004 en que Marruecos no iba a dejar escapar la oportunidad. La mayoría de terroristas que provocaron las explosiones eran marroquíes. La policía marroquí tiene controlados a todos sus emigrados. Es difícil que se les escaparan estos individuos.

Es posible que la nueva coyuntura que quiere aprovechar Marruecos para desencadenar la presente crisis sea la campaña electoral que ha comenzado estos días. Pensarán que el PSOE se juega mucho en estas elecciones y no le interesa tener problemas. Es una buena ocasión para el chantaje; a cambio de tranquilidad, una mayor comprensión en la cuestión del Sáhara.

Como digo al principio de este escrito la violación de Derechos Humanos es una constante en el régimen marroquí, quizás por eso estos días las autoridades tienen mucho empeño en acusar a la policía española de racista y otros abusos, sin duda para conseguir un cambio de imagen ante el mundo que los empiece a ver como  víctimas y no como victimarios.

Marruecos, que es acusado de ocupar ilegalmente el Sáhara,  disimula su culpa con «el tu más» refiriéndose a Ceuta y Melilla como ciudades ocupadas, para devolver la pelota a España; manejan con soltura la táctica del ventilador.

Nota de autor:
Datos extraídos de mi archivo particular y del libro «Vecinos alejados» del periodista Ignacio Cembrero.