Mi Columna
Eugenio Pordomingo (11/10/2010)mazo-de-juez
Confucio dejó para la posteridad esta frase lapidaria: «Donde hay justicia no hay pobreza». Los hechos, la realidad, nos muestran que esa aseveración se cumple a rajatabla. Según entidades dedicadas a aliviar la pobreza, en España hay un 20 por ciento de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. Ese dato es ratificado por el INE (Instituto Nacional de Estadística), ¿Entonces, de qué Justicia se puede hablar?  Si además, resulta que, por ejemplo, desde que gobernó Felipe González -consensuado con el resto de las fuerzas políticas-, los jueces no son independientes ni uno de los tres pilares de la democracia (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), entonces ¿de qué Justicia hablamos?

Los jueces (desde el Tribunal Constitucional hasta el último cargo en una autonomía) son elegidos por los partidos políticos en función de su cuota en el Congreso de los Diputados. Me imagino, pues es de obligado cumplimiento, que lo de la «paridad» afecta también a la Magistratura.

Hemos conocido de sentencia que ponen los pelos de punta a cualquier bien nacido; hemos sabido de auténticos criminales y mafiosos absueltos por lo que dicen «falta de pruebas»; hemos sabido de terroristas a los que se les concede el tercer grado para que cuiden de su madre, y de otros  a los que se les ha concedido ese beneficio penitenciario para que se sometan a pruebas de fertilidad o por sentirse aquejados de depresión. Asimismo, hemos sabido de casos de financieros que no han pisado el banquillo de los acusados tras haberse mostrado sumamente generosos apadrinado y subvencionando conferencias de, ¡Oh, casualidad!, los jueces ante los que tenían que responder. Los casos no son escasos.

Por no mencionar, los sumarios que permanecen años y años cogiendo polvo, apiñados en los armarios de algunas instituciones dedicadas a impartir justicia. 

Otro ejemplo de ese quehacer, es que los ciudadanos no ven, no aprecian, no sienten ni notan que la Justicia caiga con todo su peso contra los poderosos. Por ejemplo, ¿sabe alguien de políticos o de partidos políticos que hayan sido condenados a devolver todo o parte de lo conseguido ilícitamente?  ¿Conoce alguien a algún político, empresario o intermediario, que haya sido condenado a largos años de cárcel -de acuerdo con lo que estipula la legislación-, o que sus bienes hayan sido embragados?

Como toda acción tiene su reacción, pues resulta que la Justicia sale muy mal parada en las encuestas de opinión, incluso en las que hace el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas).

Qué hacen, los jueces para cambiar esa mala imagen que los ciudadanos tienen de la Justicia, ganada, me imagino que con mucho tesón, años y esfuerzo. Pues, invertir miles de euros de esos probos ciudadanos en una campaña de publicidad para intentar que cambien de opinión.

la-justiciaEso me recuerda a la costosa campaña publicitaria que encargó  la embajada de Rumanía en España  para mejorar la imagen de los rumanos ante los españoles.

A los dos les digo -a jueces y gobierno rumano-, que no es necesario gastar un solo euro en publicidad para mejorar su deteriorada imagen, sino simplemente no dar motivo para que los ciudadanos españoles se formen una opinión negativa. 

Los jueces (Consejo General del Poder Judicial) han gastado o se van a gastar 236.000 euros en una campaña de imagen (prensa y radio) para «poner en valor» el «esfuerzo y la gran labor diaria» que realizan en España los 5.000 jueces, más o menos, que hay en España.

Según mi modesta opinión, con que se aplicaran cualquiera de estas dos recomendaciones seria suficiente y más barato. La primera, es del filósofo griego Epiceto,  que dice así: «Cuando hayas de sentenciar procura olvidar a los litigantes y acordarte sólo de la causa». La otra, del poeta romano Marco Anneo Lucano: «Aléjese de los palacios el que quiera ser justo. La virtud y el poder no se hermanan bien».

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