España/Hispanoamérica
José Manuel  G. Torga (24/10/2010)
La diplomacia tiene unos usos internacionalmente consagradojulian-isaias-rodriguez-diaz-embajador-de-venezuela-en-espanas a lo largo de los siglos. Normas, por tanto, muy depuradas y que  deben ser respetadas por todos.

En España, por la debilidad del Gobierno, venimos soportando la conducta impropia del  actual Embajador de Venezuela. Pero este zurupeto de la diplomacia ha llegado al improperio histórico con su torpe conferencia en la Universidad del País Vasco, titulada «La otra historia de la independencia».

Según referencias de Prensa, no tuvo empalago en afirmar que «España cometió el genocidio más grande de la era moderna y uno de los saqueos más aberrantes de toda la Humanidad». ¿Cómo habrá aceptado él un destino oficial en un país de supuestos genocidas y saqueadores como el nuestro? ¿Habrá que suponer que sufre una condena infernal o que viene a misionarnos como a descendientes de los imaginarios exterminadores que no habrían dejado un indio vivo ni el menor rastro de riqueza?

Curiosamente, el bocazas se llama Julián Isaías Rodríguez Díaz, nombres todos ellos, como puede verse, identificables en las tribus precolombinas de etnia caribe.

Tal vez Rodríguez -que debiera buscar a sus propios antepasados- hubiera preferido la colonización inglesa u holandesa, tan  respetuosas con las poblaciones aborígenes y con sus bienes materiales, a la vez que tan proclives al mestizaje. Si lee en espacioseuropeos.es  el artículo titulado «Idiotas latinoamericanos«, del conocido periodista y ex ministro boliviano, Andrés Solíz Rada, tropezará con el colonialismo supérstite en su subcontinente por parte de algunas potencias europeas, que no España.

Para colmo, este Rodríguez Díaz tiene que tener un estómago a prueba de bomba para haber ejercido como truculento Fiscal General del gobierno chavista. Si nos atenemos a los datos proporcionados por el Dr. Marcel Granier, en reciente Rueda de Prensa -también objeto de noticia en este periódico digital- la justicia y la seguridad están bastante jibarizadas en la Venezuela actual.

En buena lógica, don Julián Isaías Rodríguez Díaz, con las opiniones que hace públicas, debería renunciar a su «status» de Embajador  en una nación como España, a la que caracteriza con unos antecedentes históricos tan abyectos, de los que no podríamos librarnos, por los siglos de los siglos, desde Rodríguez Zapatero -¿no será pariente suyo por el primer apellido?- hasta el último de los españoles, en cuyo lugar me coloco, pero buscando la verdad y no la leyenda negra.

Item más, Rodríguez Díaz debería abjurar del uso de la lengua española que, para colmo, pretende malbaratar intentado la Poesía. Pruebe en otro idioma, que nuestra legión de laureados vates, desde luego no requiere de su baldío esfuerzo.

Si pese a una labor tan ingrata en una nación con historia tan siniestra como considera la nuestra, no se va «motu proprio», la nueva titular de la  cartera de Exteriores, Trinidad Jiménez, debería aplicar la más elemental normativa diplomática, para su retirada. No confía uno demasiado, en quien ha sido elevada a la Cancillería tras perder unas elecciones primarias en Madrid (Vivimos la aplicación del revés de la lógica y así nos va).

Sólo quedaría, pues, que al Embajador que, tal vez por inercia, pretende ejercer, aquí y ahora, de Fiscal General de nuestra historia, con la Leyenda Negra como Código, lo consideremos, desde la sociedad civil, «persona non grata».