España
Alejandra Durrell
(10/11/2010)iman-de-cunit
La Fiscalía había solicitado 5 años de prisión para el imán de Cunit (Tarragona) acusado de amenazas, coacciones y calumnias, a una mujer marroquí, mediadora cultural de ese ayuntamiento.

El imán, Mohamed Benbrahim, fue acusado de amenazas, coacciones y calumnias a una mujer marroquí, contratada por  ese ayuntamiento como mediadora cultural, por no vestir con el velo islámico. El juicio tuvo lugar en pasado mes de julio, en la Audiencia de esa misma provincia.

También estaban procesados en la misma causa,  el presidente de la Asociación Islámica de Cunit, Abderramán el Osri.  (cuatro años de cárcel solicitó la fiscalía), así como la esposa y la hija del imán, para las que el fiscal pidió dos años de prisión por coacciones a su conciudadana.

Hace pocos días, hemos sabido que el imán Benbrahim ha sido  condenado por el juzgado número 2 de loa Penal, de Tarragona, a un año de cárcel, por un delito de «coacciones graves a Fátima Ghailan, de 31 años y mediadora cultural» del Ayuntamiento de Cunit. En las misma sentencia se condena a 9 meses de cárcel al presidente de la Asociación Islámica de Cunit, Abderramán el Osri, y a una multa de 730 euros a Hafssa Ben Brahim,  hija del imán. Estas condenas lo son por el mismo delito de «coacciones graves«, pero absuelve a Zohra Aalalouch Ahmaddach, esposa del imán.

A los tres condenados se les prohíbe acercarse a la víctima a menos de 500 metros, así como de comunicarse con ella durante un plazo de dos años. Asimismo, se les condena a indemnizar a Fátima Ghailan, de forma conjunta, con la cantidad de 1.500 euros por los «daños morales ocasionados».  Pero, que sepamos, ninguno de los acusados ha cumplido hasta ahora la sentencia.

Asimismo, me resulta llamativa la opinión de la página en Internet webislam, que edita la comunidad musulmana en España: «Lo que nos hemos de plantear es si se puede aceptar la coacción para reprimir discrepancias en estos colectivos».

Da la impresión que al autor de ese artículo, titulado «Cunit. El límite de la autoridad», no le gusta que otros credos, religiones o colectivos étnicos se tengan que ver sometidos a la Justicia de este país en concreto. Así lo da a entender: «El de Cunit también es un conflicto de lealtades, en el que Ghailan tuvo que responder ante su colectivo y ante la institución en la que trabajaba. Ya quedó en evidencia el papel de la alcaldesa Alberich, al interpretar que este era un asunto privado».

Me pregunto si es un asunto privado amenazar a una persona, y criticar que ésta denuncie esa agresión, aunque sea verbal y coactiva. El texto persiste en ese motivo: «Y también es un caso de ausencias significativas, en el que las instancias comunitarias y políticas implicadas respondieron con decepcionantes argumentos evasivos. Ya no queda margen para la ambigüedad. Un posicionamiento claro de quienes representan al islam y al colectivo marroquí en Cataluña contribuiría a generar la confianza de que casos como los de Ghailan no se repetirán».

A ¿qué casos se refiere el autor? al decir que «casos como los de Ghailan no se repetirán».

No me queda claro si se refiere a las amenazas, coacciones y calumnias, cuando menciona «que no se repitan» o, lo que es muy grave, a que no tolerarán que las instituciones españolas velen, como en este caso, por la seguridad de las personas, sean españolas o no.  

Estamos en España, y aquí tenemos una cultura, que queremos preserva,  y una legislación que todos los que habitan en este país deben cumplir, les guste o no.