Mi Columna
Eugenio Pordomingo (7/12/2010)eugenio-pordomingo
Ayer se cumplieron 32 años de la actual Constitución Española.  Un cumpleaños en plena crisis económica, pero sobre todo de ausencia de valores. Un cumpleaños marcado por el «estado de alarma» -los abucheos y silbidos a Zapatero son pura anécdota-, decretado por primera vez en España desde la promulgación de la actual Constitución, debido -eso han dicho- al «caos en el espacio aéreo de España».

Pero, el verdadero caos, la verdadera alarma,  está en que nuestras tasas de paro, que doblan a la media de la Unión Europea, y que más del 20 por ciento de los niños españoles viven en el umbral de la pobreza, una de la más altas de la zona europea, según UNICEF.

El «estado de alarma» también lo producen las últimas medidas tomadas por el gobierno de Zapatero, rebajando el sueldo a los funcionarios y congelando las pensiones a jubilados y pensionistas, así como la retirada de los 426 euros a parados que no reciben ninguna otra ayuda.

«Estado de alarma» lo encontramos también en el elevado número de presos que se hacinan en nuestras cárceles, con casi un 40 por ciento de extranjeros, según denuncian los funcionarios de ese sector.

La violencia de género también debería ser causa de «estado de Alarma», así como el elevado número de casos de corrupción política y empresarial.  Por no hablar del tráfico y consumo de estupefaciente, bandas internacionales asentadas en nuestro país; tráfico de personas; inmigración ilegal, etc.

Las continúas agresiones, verbales y físicas, de la monarquía de Marruecos, deberían haber sido consideradas hace tiempo «estado de alarma», pero no lo ha considerado así el Gobierno de España, que soporta una y otra vez, amenazas, manifestaciones y agresiones de nuestro vecino africano.  

Ahora, el Gobierno de España ha decretado «estado de alarma», y la militarización de los aeropuertos, debido al caos causado en el espacio aéreo nacional debido a la incomparecencia de los controladores a sus puestos de trabajo. Esta situación  ha tratado de ocultar los verdaderos «estados de alarma» que padecemos los ciudadanos españoles, entre los que no dejan de ser importantes, las privatizaciones de AENA y la Lotería. Dos escándalos más que se unen a la larga lista de corruptelas.

La persistencia y teatralización por parte del Gobierno de España en explicarnos el «motivo» del decreto de «estado de alarma», cansino hasta lo innecesario, trata de ocultar esas cosas y más.

A la vista del deterioro de nuestra situación actual, y en pleno proceso de conflicto social, entiendo que convocar elecciones generales es lo más sensato. Pero no en estas condiciones, me refiero a la actual ley electoral y de partidos políticos.

Nuestro sistema electoral está caduco, anquilosado y es poco democrático. Anquilosado y caduco porque se elaboró en un determinado momento, teniendo presente la problemática que se derivaba del paso de una dictadura a un sistema democrático, pero que en la actualidad no es representativo.

Por un lado, se optó por el peel-rey-firma-la-constitucion-espanola1or método, el D´Hondt; y por otro, el tamaño medio de la circunscripción española es muy bajo; además, las «listas cerradas», que elaboran con escasa democracia interna los partidos políticos, no representan a la ciudadanía. Nuestra democracia no es participativa, es  representativa (democracia oligárquica), sin más. Se da el voto a un partido político y ya hasta dentro de cuatro años. Nuestro voto es, simplemente,  transferible.

Pero lo más grave es que el sistema se ha blindado ante posibles cambios. El artículo 87.3 de nuestra Constitución afirma que  «Una ley orgánica regulará las formas de ejercicio y requisitos de la iniciativa popular para la presentación de proposiciones de ley. En todo caso se exigirán no menos de 500.000 firmas acreditadas. No procederá dicha iniciativa en materias propias de ley orgánica, tributarias o de carácter internacional, ni en lo relativo a la prerrogativa de gracia».

Los partidos políticos siempre que han estado en la oposición han prometido por activa y por pasiva, que si llegaban al poder cambiarían la Ley Electoral, pero cuando ese cambio se produce nunca han intentado cambiarla. PSOE y PP han tenido ocasión y no lo han hecho. Ya ni lo piden. El cinismo al más viejo estilo cabalga por nuestros lares.

Friedrich Nietzsche, afirmó que «el individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo».

Y en esas estoy.