Economía
Manuel Funes Robert (7/3/2011)trichet-foto-de-economia-y-finanzas
Las ansias de este falso presidente del BCE de volver a subir los tipos ha encontrado en la guerra civil de Libia un argumento para su esquema fatal y fatalista: el encarecimiento de las cosas se combate con el encarecimiento del dinero que es materia prima en la producción de todas las cosas; el encarecimiento de la energía se combate con el encarecimiento de la financiación. En suma, la enfermedad se cura con dosis adicionales de la propia enfermedad. Este desafío a la lógica no puede tener otro origen que el beneficiario  de esta doctrina, que no son otros que los mercados financieros a cuyo servicio vive Trichet.

En la actual situación de empobrecimiento general, un nuevo encarecimiento financiero hará más daño que al comienzo de la crisis, cuando la agresión se produce hoy con un empobrecimiento y un paro que no existía en la primera gran agresión.

Después de los encarecimientos de los años 2007 y 2008, el BCE pareció haber girado hacia lo correcto poniendo los tipos al 1%. Pero aún así lo hizo con trampa pues benefició a los hipotecados -a los que ahora volverá a perjudicar-pero ese 1% es una ventaja aparente porque solo opera cuando el BCE otorgue préstamos en la cantidad necesaria. Y al negarse a proveer de dinero, como en realidad hacía, ese 1% no operaba.

¿De verdad incumple su misión básica el BCE? Desde luego porque la suma de las deudas soberanas apoyadas en los mercados privados mide por su importe la liquidez que el BCE sustrae con su pasividad a la economía general. Los estados, para conseguir préstamos al 6 o al 7% cuando podían recibirlo a interés uno o cero, tienen que reforzar la agresión con durísimas medidas de ajuste como si se tratase de una empresa privada que busca financiación privada.

De este modo, Trichet se pone en el centro de la crisis como autor básico ya que esta empezó por la reducción masiva del consumo por la continua subida de tipos de la primera parte de la obra de este hombre.

Por suerte para la humanidad no hay adaptar la movilización de los recursos reales a las disponibilidades monetarias que durante más de treinta siglos hubo que aceptar. Ahora cabe adaptar dichas disponibilidades a las necesidades reales y estas pueden crecer  todo lo necesario hasta llegar al pleno empleo.

Pero hay otra novedad. Los bancos se han apropiado de millares de pisos en ejecución de los préstamos hipotecarios y al imponer subidas de lo prestado como efecto y respuesta a la baja de los pisos provocada por los propios bancos el hipotecado que perdió el piso se enfrenta no solo con una deuda, que puede crecer siempre que Trichet quiera. En el rechazo de esta práctica por la Audiencia Provincial de Pamplona se emplea la palabra inmoralidad y un juez acaba de plantear ante el TC la referida práctica. En EE. UU., la relación jurídica entre banco e hipotecado desaparece con la devolución de la cantidad prestada o la entrega del piso dado en prenda. El contenido del contrato hace que una parte del dinero y su compensación sea suficiente cualquiera que sea el valor de la cosa, tanto si aumenta de valor como si baja, pues el acreedor aceptó libremente el riesgo de ganar más cuando el precio de la prenda suba.

Entre nosotros, la relación jurídica entre prestamista y prestatario tiene una duración ilimitada. Mientras el gobierno se ocupa de la velocidad, la oposición ofrece más austeridad una parte importante del pueblo español está sometido a los dictados de un servidor y agente de los mercados privados.

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