Economía
Manuel Funes Robert (1/8/2011)dolares
Son las dos notas, a cual peor de las últimas semanas. Obama, en una larga exposición ante el Congreso habló de deuda y déficit y no citó ni una sola vez la Reserva Federal a la que tanto debe la salud económica de EE UU.

La deuda exterior no puede aparentarse en el hecho de que la importación es muy superior a la exportación, pues esa diferencia se paga al contado, salvo pactos privados, en la moneda más fuerte del mundo, como moneda al margen de su relación con otras. Y hacia el interior, tampoco hay déficit, ya que se toma por tal la insuficiencia de oferta monetaria procedente de la Reserva Federal. En todo caso se ha mantenido alta, especialmente por las inyecciones gigantes de Bernanke. Los ignorantes no admiten que las cosas se paguen con dinero. Según ellos, las cosas solo se pueden pagar con otras cosas y esa era la situación en que vivió el hombre de las cavernas.

El problema actual del mundo es una insuficiencia global de liquidez provocada por inoperancia de los bancos centrales sometidos a los intereses de los mercados cuya esencia ha sido siempre vivir en un mundo en el que el dinero sea escaso y caro.

En el caso de Bruselas, la euforia ha durado solo lo que ha durado el impacto del hecho de que había acuerdo; y cuando se ha desmenuzado este se ha visto que no es más que un ajuste más de corte tradicional en el que se toma como cosa positiva mantener la deuda griega treinta años más y eso si, pagando el 3% anual. El ajuste, como hemos dicho en el artículo anterior solo sigue para agravar las condiciones que exigen un nuevo ajuste, sin equilibrar las cuentas públicas, pues  ante cada oleada de ajuste se produce una disminución de los ingresos naturales del Estado, que dependen del nivel de vida y de renta de la población.  Tal como profeticé escrito en 1997 en mi libro LA LUCHA DE CLASES EN EL SIGLO XXI, el mundo se encamina hacia una rebelión social en las que puede estar el remedio, como lo estuvo en la Inglaterra de los años 20 con las huelgas generales de la minería. Las marchas a pie hacia Bruselas carecen hoy por hoy de una doctrina que les sustente y no les vendría mal apoyarse en mi obra citada.

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