España
Manuel Funes Robert (5/9/2011)jose-luis-rodriguez-zapatero
Francamente da miedo comprobar cómo los mercados y los poderes financieros van ocupando cada capa y extensión del poder político para someterlo a su voluntad. Preocupa la unanimidad de los dos partidos mayoritarios a la hora de agachar la cabeza y dejar de representar a sus votantes. Hemos pasado de un gobierno inicialmente keynesiano, con un presidente cuyo giro copernicano habrá que analizar en los pasillos de la Historia, a la sumisión absoluta al mandato de los señores financieros.

Hablamos de fracaso: fracaso de los poderes públicos cuya misión es defender a los ciudadanos de las agresiones de los culpables de la crisis. Fracaso y humillación al comprobar que los señores del dinero no solo imponen de facto sus reglas a los países sobre los que despliegan su influencia, sino que obligan a los políticos a la humillación de hacerles variar la Constitución para consagrar el principio de ajuste en la norma máxima. En la reforma se pone por delante de todo lo demás (es decir, necesidades públicas, prestaciones, educación, sanidad, etc.) el pago no de la deuda contraída con los mercados sino los intereses.

Lamentable ver al pobre Rubalcaba sostener un discurso pretendidamente de izquierdas mientras justifica el ajuste perpetuo. No le perdonarán los votantes que busca en noviembre.

Fracaso también porque nada de esto aplacará la sed de sangre de los mercados, lo comprobaremos en las próximas semanas. Solo en el caso de que se les hubiera hecho frente hubieran percibido hasta donde se debe llegar.

El esquema de funcionamiento es tan simple que inquieta. Los mercados (los depredadores) fijan su mirada en un país en concreto, bajan el rating en las agencias de clasificación. Inmediatamente sube la prima de riesgo y el país, cuando acuda a financiarse, lo hará a tipos de interés imposibles de pagar. Obsérvese que cuando España ha estado en las primas de riesgo más altas, los mercados seguían comprando su deuda incluso con voracidad derivada del negocio usurero que suponen estas siniestras operaciones.

Por otro lado es el momento de alabar y de destacar la postura de los diputados de Nafarroa Bai, Esquerra Republicana e Izquierda Unida, que abandonando sus escaños en el Congreso dejaron patente su intención de no formar parte de esta terrible pantomima.