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Diego Camacho (27/12/2011)
Al constatar como la mayor parte de los comentaristas políticos alababan  el contenido del discurso real de Navidad, me vino a la memoria el cuento de Andersen, «El traje nuevo del Emperador», que dos pillos tejían con una tela maravillosa pero que resultaba invisible para los estúpidos o incapaces. Toda la Corte alababa la belleza del traje hasta que un niño al ver pasar al Rey dijo «pero si va desnudo».

Una afirmación aunque sea repetida por muchos no tiene por qué ser verdad y sobre el escándalo que agita a la Casa Real se está tratando de desenfocar el problema para hacer converger toda la culpa en el consorte. El mayor daño del affaire lo constituye el prestigio perdido, y la responsabilidad en su pérdida es patrimonio de la Infanta Cristina. Es un mal camino para la Corona y para esta familia intentar que pague en solitario el plebeyo como si fuera el único responsable. Si hay algo que puede salvarse en este momento es la familia y para ello el matrimonio debe estar unido, si no es así pagaran el pato los niños. El ducado de Palma debería pasar al hijo mayor y ellos iniciar una nueva vida, en la que seguro no les faltarán todos los apoyos familiares para poder rehacerse moralmente, como se puso de manifiesto con el desacertado viaje a Washington de la reina Sofía.

La apropiación de fondos públicos ha sido tan notoria y documentada, que la Casa Real debería reintegrar -antes de que se pronuncie el juez- al tesoro todo lo afanado por las sociedades de los duques. La Corona tiene también una responsabilidad evidente al conocer desde hace más de cinco años la «conducta poco ejemplar» y haber apostado por el olvido. Parece evidente que la apuesta la han perdido y cuando se pierde una apuesta hay que pagarla. No afrontar la responsabilidad moral, la penal y política están blindadas por la Constitución, llevaría a la Jefatura del Estado a una situación muy complicada y difícil de gestionar para el sucesor.

En otro orden de cosas, pero que también afecta negativamente a la Casa Real, el nuevo gobierno de Rajoy asigna la cartera de Defensa a Pedro Morenés, empleado en dos empresas de armamento, y Secretario de Estado con Eduardo Serra. Este nombramiento  continúa una costumbre, iniciada con Aznar, que sea el Rey quien elige el titular de esta cartera. Este jardín privado que Juan Carlos I se reserva le aproxima más a Mohamed VI que a lo que se lleva en una monarquía parlamentaria, pues vulnera de hecho la soberanía nacional, aunque formalmente la respete.

El nuevo traje del Rey está siendo tejido por algunos con los hilos del Poder y la adulación, según dicen para fortalecer y asegurar la Corona, cuando lo que hacen en realidad es despojarle de sus vestiduras legítimas y dejarlo desnudo.

N. de la R.
El autor es coronel diplomado en Operaciones Especiales, licenciado en Ciencias Políticas y miembro de la Junta Directiva de APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África).