Sin Acritud…
Armando Rubén Puente (5/12/2011)beatriz-rojkes-de-alperovich-senadora-argentina
La senadora tucumana Beatriz Rojkés de Alperovich, es la primera mujer en ser designada presidenta del Senado argentino. Rojkés, quien ocupará el segundo lugar en la línea de la sucesión presidencial, detrás del vicepresidente Amado Boudou, según lo establece la Constitución, prestó juramento por Dios, la Patria y sobre la Torá, ya que profesa la religión judía. El hecho tendría escaso relieve, tras el papel desde Eva Perón en adelante. Lo que le da una cierta importancia es que juró sobre la Torá, ya que los políticos argentinos juran sobre los Evangelios. No prometen, como se hace en las Cortes Españolas. La RAE dice que prometer es «obligarse a hacer, decir o dar alguna cosa», lo que com=promete menos que hacerlo por Dios y la Patria o por la Torá.

«En Tucumán, todos saben perfectamente que somos judíos. Prueba de ello es que el bastón del gobierno de mi marido, José Alperovich, que es el gobernador de esa provincia, está escrito en hebreo y que en la puerta de su despacho hay una mezuzá , es decir un pergamino que contiene los dos primeros párrafos del Shemá, que es la oración central del judaísmo», contó la señora Rojkes.

El gobernador Alperovich logró hace tres años que se quitara la cruz que había en la bandera de Tucumán, dando lugar a críticas entre los católicos. Ignoro en qué medida la pertenencia al judaísmo, del que se sienten «orgullosos, como debe ser», según dijo la presidente del Senado, fue el motivo, o lo fueron las ideas de ella y su esposo, ambos históricos militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo, de origen marxista.

Los argentinos no tienen en cuenta las ideas religiosas o los orígenes familiares de los políticos en el momento de elegirlos. Por ejemplo, todos los ministros de Economía que tuvo Perón a lo largo de sus años de gobierno eran judíos; Menem es hijo de musulmanes y se convirtió al catolicismo después de años de ser diputado y gobernador de su provincia natal; la actual presidente, Cristina Fernández, es hija de un gallego y de una judía; su difunto marido Néstor Kirschner era hijo de alemanes. En Argentina la única limitación que existe para cualquier persona se refiere al Presidente de la República, que tiene que ser nacido en Argentina. Todos los demás cargos políticos pueden ser desempeñados por personas residentes en el país, desde alcaldes a ministros, nacidos o no nacidos en Argentina.

Algo por el estilo sucede en Perú, Ecuador, Brasil, Venezuela, Paraguay, y otros países hispanoamericanos que han tenido presidentes de la República que han sido hijos de polacos, alemanes, japoneses o rusos. La lista de ministros, gobernadores, diputados, senadores, y alcaldes, hijos de extranjeros o nacidos en el extranjero, sería interminable.

En España, en las últimas elecciones, de los más de mil doscientos candidatos a diputados que figuraban en las papeletas de los partidos que concurrían a ellas, solo veinte eran hijos de extranjeros. Revisando los nombres y apellidos encontré uno chino, otro pakistaní y otro árabe; el resto, hasta llegar a los veinte, eran hispanoamericanos.

Todos ellos figuraban entre los últimos nombres de las listas, sin posibilidades de ser elegidos; las excepciones eran los candidatos vascos, hijos de exiliados y/o nacidos en Hispanoamérica o en Francia, y catalanes, hijos de exiliados y/o nacidos en Francia. No pude ver las listas de candidatos de Ceuta y Melilla, que sin duda incrementarían el número de personas de origen árabe o hindo-pakistaní.

Armando Rubén Puente
Armando Rubén Puente

Si pensamos que, por ejemplo en Francia, Nicolas Sarkozy es hijo de inmigrantes húngaros, y que Manuel Valls, uno de los que ha sido candidato en las primarias del Partido Socialista, es hijo de un exiliado español, sin mencionar a ministros hijos de argelinos, belgas y polacos, tendríamos que formularnos algunas preguntas.

Estos hechos deberían llamarnos a reflexionar en el largo camino que falta en España para llegar a la integración o asimilación de esos millones de extranjeros aquí residentes. Me pregunto cuántos años harán falta para que un descendiente de rumanos o norteafricanos pueda ser elegido presidente del gobierno, sin que eso origine un terremoto. Sarkozy no necesitó mucho tiempo para ser varias veces ministro con Chirac y luego presidente. Y los franceses nada han dicho, ni siquiera los del Front National, por el hecho de que su madre fuera judía y la formación inicial la recibiera en centros educativos judíos.