Economía
Manuel Funes Robert (31/1/2012)manuel-funes-robert-1
Nos enseñaron en la Grecia clásica que el efecto participa de la naturaleza de la causa. Luego si el efecto es un disparate la causa, la causa también lo es. Y el disparate consiste en declarar erróneo lo que es obligación de los estados con historia brillante sino lo que se hace en masa en la vida privada. El crédito nace precisamente para gastar más de lo que se tiene y gracias a ello se tiene más, como consecuencia de lo que se hace.

El mundo vive una crisis de liquidez porque no se ha sabido adaptar, ni si quiera enterarse, de lo que el siglo XX aportó a la sociedad, el cambio de la naturaleza del dinero que al cambiar del oro al papel liberó a la humanidad de la necesidad de adaptar el uso y disfrute de los bienes naturales a las disponibilidades monetarias que durante siglos fueron inmodificables desde el poder público.

Ahora es posible hacer lo contrario mediante inyecciones monetarias sin contrapartida real, pues ésta nace después  y  a consecuencia de lo que se hace con esas inyecciones, las cuales según la contabilidad privada tiene apariencia de déficit pero olvidando que nacen de la nada y la nada no puede ser objeto contable.

Estamos viviendo de paradojas. Por ejemplo, a la crisis más grave de los últimos años se corresponde la manera más sencilla de resolverlo con la impresora de billetes que permite a la sociedad disponer de una varita mágica en cuyo funcionamiento no  hay más límite que la llegada al pleno empleo de recursos. Esto es, el límite es la solución del problema.

Afortunadamente la resistencia contra estos durísimos ajustes encuentra cada vez más adeptos, lo ha hecho el FMI y también el parlamento europeo en distintas ocasiones. Desgraciadamente en España solo la oposición se posiciona frente  a estas recetas, especialmente Carmen Chacon en coincidencia total con mis diagnósticos de siempre, mientras Rajoy insiste en  la austeridad, el peor de los remedios.

A veces es más importante crear demanda que crear producto, de modo y manera que incluso el gasto inútil  tiene algo de utilidad si el sistema padece no por falta de créditos,  sino por falta de demanda.

Esperemos que nuestro próximo comentario triunfe la tesis del parlamento europeo y el FMI, negándose  a aceptar las responsabilidad  penal que Rajoy y su equipo quieren imponer por hacer uso legitimo del poder monetario que el pasado siglo creó para el bien de la sociedad.

Llama la atención que con las reformas legislativas que lleva a cabo Rajoy y que está preparando, Roosevelt y Keynes, responsables de la salida de occidente de la crisis del 29, hoy estarían sentados frente a un tribunal.