España
Diego  Camacho (4/7/2012)

Felipe de Borbón y Clinton
Felipe de Borbón y Clinton

El motivo real del viaje del príncipe Felipe a los EEUU no ha sido ni protocolario ni para que Clinton comprobara el nivel que tenía de inglés, como ha presentado la propaganda de la Casa Real con la inestimable ayuda de la prensa afín. El viaje tenía un claro fin político, comprobar por parte de la Secretaría de Estado si el heredero era tan fiable para los intereses de la Casa Blanca como lo había sido Juan Carlos I durante su reinado. Es decir, si llegado el caso el titular de la Corona española sería capaz, como lo había sido su padre, de soslayar los intereses de su país en beneficio de los intereses estratégicos de Washington. Por el contento de los propagandistas reales hay que colegir que la prueba ha sido superada con nota para el actual gobierno norteamericano.

El viaje es similar al realizado por el Príncipe de España poco antes de fallecer el general Franco. El objetivo de entonces era el mismo, ofrecerse y superar las reticencias que pudieran existir en cuanto a la idoneidad del futuro Jefe del Estado. En 1975 el aspirante viajaba con una debilidad política notoria pues se pretendía pasar de una dictadura a una monarquía parlamentaria y hacerlo además por consenso. En 2012 el examen se vuelve a realizar en una situación notoria de debilidad política, no por la necesidad de un cambio de régimen como entonces sino por la propia diagnosis  del Estado español, cuyos fallos estructurales sin corregir le alejan cada vez más de un modelo sólido y estable para acercarle a un modelo de Estado fallido.

Los cuatro principales paradigmas de nuestro fracaso colectivo se han debido principalmente a: 1º, la quiebra del Estado de Derecho, por la dependencia judicial del  PP y PSOE, que incapacita a los jueces para ejercer su función como contrapeso de Poder; 2º, una representatividad desigual que coloca a las mayorías en manos de los intereses de las minorías; 3º, partidos políticos y sindicatos,  convertidos en agencias de colocación, que abdican de su papel político en una sociedad democrática; y 4º,  la Casa Real adentrada en una dinámica de enriquecimiento de varios de sus miembros, gracias a la opacidad de sus cuentas, a la vez que busca los apoyos externos necesarios para consolidar el trono aunque ello vaya en detrimento del  prestigio de España.

El mensaje real al yerno «haz lo que quieras pero sin aparecer» (Él Mundo´, 30.06.12) realizado por José Manuel Romero Moreno, asesor real y conde de Fontao, evidencia lo que toda España sabe, que el duque de Palma no es un verso suelto sino una parte visible de la corrupción existente en el palacio de la Zarzuela que desprestigia a España en el exterior y a todos los españoles en su interior, a pesar de la utilización política que pueda hacerse de  nuestros deportistas, que ellos sí realizan bien su trabajo.

En 1975, Juan Carlos I entregó el pueblo saharaui a Marruecos, porque así convenía a los intereses estratégicos de EEUU (Francia y Marruecos aprovecharon la ocasión mientras que Mauritania servía de telonero), a los españoles nos quitó  la dignidad como pueblo. En estos 37 años no ha hecho nada ni por aliviar el dolor de los nómadas del Sáhara Occidental ni por influir en el análisis de la Casa Blanca o del Elíseo, en base a que los planteamientos estratégicos existentes entonces han quedado hoy obsoletos por el final de la Guerra Fría. En su lugar, su complacencia con Hassan II  y Mohamed VI  ha permitido a Marruecos perpetuar la ocupación ilegal de la antigua colonia española  en un régimen de terror con múltiples casos de asesinatos, desapariciones, torturas y la construcción del muro de la vergüenza.

No es posible disociar al príncipe Felipe de la responsabilidad histórica respecto al Sáhara Occidental, que inició su padre, ni de la corrupción puesta de manifiesto por su hermana Cristina y su cuñado. Sólo tiene dos opciones: el continuismo o la rectificación profunda, si opta por lo primero estamos apañados y si opta por lo segundo a lo mejor se lleva la sorpresa de encontrarse  con un gran país.

En todo caso, la devolución de todo el dinero afanado (serial de ´El Mundo´ 2012) es imperativa y urgente, no vale decir como hacen los cortesanos que los duques de Palma  ya no mantienen relaciones con el resto de la familia y que veranean en otro sitio. Aunque así fuera ese dato no exime la subsidiaridad y el dinero ya tenía que haber sido devuelto ayer.    

N. de la R.
El autor es coronel diplomado en Operaciones Especiales, licenciado en Ciencias Políticas y miembro de la Junta Directiva de APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África).