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Manuel Funes Robert (16/8/2012)
El mundo occidental vive una crisis aguda de liquidez y es por ello por lo que cualquier indicio, por leve que sea de cambio en la política del BCE causa espectaculares e instantáneos efectos positivos en las bolsas y en los ratings.

Todo ello en cuando en el mundo occidental había terminado para siempre la necesidad de adaptar la movilización de los recursos reales a las disponibilidades monetarias. Habiendo recursos ociosos, la liquidez al ser ilimitada debe adaptarse en el acto a las necesidades de financiación cuya creación pasaba a ser la obligación fundamental de los bancos centrales.

En estas condiciones, el mundo podía aplicar la idea de que la financiación previa, abundante y barata era condición necesaria y en general suficiente para la abundancia y baratura de las cosas y este cambio gobernado por los principios keynesianos le dio a buena parte del mundo pleno empleo. sociedad de consumo y estado bienestar.

Al mismo tiempo los intereses financieros privados -cuyo negocio ha sido siempre dinero escaso y caro- veían en los bancos centrales un nuevo poderoso y desconocido enemigo. En la Unión Monetaria esos intereses de la financiación privada han sabido actuar haciéndose dueños del único banco central encargado de proveer de financiación a la UE partiendo de que la necesidad de financiación dependía de ese banco.

Nada mas llegar al poder el señor Trichet como mínimo simpatizante de los mercados privados, se inició una ofensiva para encarecer la financiación. Apoyándose en la subida del petróleo, entendieron que la subida del coste energético debía combatirse con la subida del coste financiero, con lo cual aumentaba el mal como hoy que se quiere combatir la crisis con el ajuste que la aumenta.

El caso es que en los años 2009 y 2010 se doblaron los recibos hipotecarios para millones de familias europeas, en particular en España, más de la mitad de las familias cuando ya estaban hipotecadas por la mitad de su renta y la mitad de su vida. Esa sobrecarga se producía sin que por parte de las finanzas privadas se diera ni un euro más ni un día más de plazo.

Esa sobrecarga de ese beneficio neto para las finanzas privadas, produjo una reducción de consumo en toda la UE de 50.000 M de € al año, cuyos efectos multiplicadores se convirtieron en la base de la crisis que padecemos que nace de una sumisión del BCE al los mercados financieros.Y hay una segunda manifestación de esta política: el ajuste supone la aberración de combatir una enfermedad con dosis adicionales de la misma.

Esta política obligó a los Estados a endeudarse en los mercados privados cuyas cuantías se corresponden con la liquidez que el BCE debió haber inyectado y no hizo y con ello a España le creció la losa de 50.000 millones al año de tipos de interés a medio o largo plazo cuando si esos fondos hubieran venido del BCE hubieran sido a interés 0 o escaso y «sine die» . Insistimos en que el BCE no es acreedor puesto que obtiene esos recursos de la nada y sin coste.

De aquí se deduce que no hay más solución que rescatar el BCE que hoy se encuentra en peores manos que las de Trichet. Parecía que el cambio del gobernador cambiaría esas políticas y se animó el mundo entero pero poco duró la alegría.

Este esquema contiene nada más y nada menos que la explicación y la solución de la crisis que pasa necesariamente por la vuelta a manos públicas de un BCE que está en manos de los mercados puesto que esa y no otra, es la razón por la que se le dío la mal llamada independencia frente a los gobiernos a los que debería servir.