España
José  Manuel González Torga (15/10/2012)

Linz y Torga
Linz y Torga

El 26 de enero de 1982, cuando quedó fechada la emisión de esta entrevista radiofónica, en el programa «Primer Plano», con el profesor Juan José Linz Storch de Gracia, éste contaba con un amplio reconocimiento como gurú político a escala internacional. Como los caminos de la vida marcan itinerarios complejos, tan destacado mentor de la transición democrática  española cuenta que quien enfocó su orientación profesional fue el catedrático de Derecho Político, Francisco Javier Conde, el que elaboró una «Contribución a la Doctrina del Caudillaje», a disposición de Franco (Ediciones  de la Vicesecretaría de Educación Popular. Madrid 1942).

La entrevista comenzó tal y como se recoge a continuación.

Hemos traído a nuestro programa, para dialogar durante la próxima media hora, de cara a los oyentes de Radiocadena Española, al sociólogo Juan Linz. Aprovechamos una breve estancia en Madrid  del ilustre profesor, que ha tenido la amabilidad de hacer un hueco en su apretado horario.

Juan Linz es un cerebro emigrado, triunfador en Estados Unidos, esa Meca de la avanzada de nuestro tiempo. A Linz, comparándolo con nuestro premio Nobel por la  investigación en Fisiología y Medicina, se le ha denominado «El Ochoa de la Sociología». Juan Linz, estudioso y profesor muy cualificado en los ambientes de su especialidad, es convocado a consulta para la alta política. Pero vayamos paso a paso, en diálogo con él, para que los oyentes de las 70 emisoras de Radiocadena Española puedan conocerle un poco más.

– ¿Dónde nació y donde pasó su infancia Juan Linz?
Yo nací en Alemania, el año 1926, en Bonn, entonces una pequeña ciudad universitaria, y ahora capital de Alemania. Estuve los primeros cinco años de mi vida allí y luego vine a España. Mi madre trabajaba entonces en el Centro de Estudios Históricos. Mi padre murió, y yo hice el bachillerato en España, en el Instituto Ramiro de Maeztu, después de la guerra; y la carrera de Derecho y, luego, salí con la primera promoción de la Carrera de Ciencias Políticas. En el año 50 me fui a estudiar a Estados Unidos.

– ¿Cómo fue su época de estudiante, profesor?
Bueno, yo era, un poco, un niño demasiado intelectual. Era bilingüe, para empezar. Mi madre era historiadora y había trabajado en cosas de investigación. Yo tenía…

– Era un empollón…
– 
Pues no del todo, porque había asignaturas que llevaba mal; las matemáticas por ejemplo, pues no era mi fuerte, cosa por la que pago hoy todavía un precio, en cierto sentido. Y tenía mis intereses y a esas disciplinas pues les dedicaba más atención y, a  otras, no tanto. O sea, que tengo un expediente mixto, de sobresalientes y notables en algunas cosas; y aprobados en otras; en fin, pero me gustaba estudiar, eso sí. Tenía curiosidad intelectual, iba a exposiciones de arte, iba a muchas cosas.

– ¿A quienes recuerda usted, especialmente, de sus profesores, y
de sus compañeros de estudios? ¿Qué nombres hay conocidos y qué rutas han seguido?
– Bueno, del Ramiro de Maeztu recuerdo a Antonio Magariños, que era el alma de aquello, de aquel centro en aquella época; y, de entre los compañeros – bueno, de un año anterior- a José María Valverde, que era amigo mío, porque los dos trabajábamos en la biblioteca del Instituto. Había algunos que han llegado a catedráticos, como Luis Gil Fernández, que es catedrático de Griego en la Universidad,  y era compañero de clase. En general, de la Universidad, pues mucha gente, claro. Y de los profesores  de la Universidad, pues muy distintos, porque por un lado estaba el de Derecho Civil, don Federico de Castro, que los que eran estudiantes entonces recordarán como hueso; pues me hizo una gran impresión  y estudié muy bien la parte general del Civil. Y luego, a mi, como iba por las Ciencias Sociales y el Derecho Público desde un principio, el que me inspiró muchas cosas fue Javier Conde, que era una figura intelectual muy compleja y muy rica, de un conocimiento de toda la Sociología, y la teoría sociológica alemana. Es el que me desvió de la problemática, que en algún momento me interesó mucho, de las cuestiones de política social, seguridad social, Derecho del Trabajo, todos esos temas, y me dijo: «Bueno, pero es que todo eso es muy aplicado,  muy práctico, pero hay que ver los fenómenos sociales en una perspectiva más teórica, más conceptual. Lea usted a Max Weber, lea a George Simmel,  a los grandes clásicos de la Sociología.

profesor-juan-linz1Juan Linz fregó platos en USA
–  ¿En qué momento y en que circunstancia se plantea usted el emigrar de España?
– 
Bueno, en mi caso no fue una emigración consciente pues yo fui  a estudiar a Estados Unidos con una beca. Estuve allí del año 50 al 58, porque después de estar en los primeros años tomando cursos y tal, empecé a trabajar en una Tesis. No tenía una beca tampoco buena y entonces, como muchos estudiantes americanos, sobre todo en aquella época que todavía había menos becas que en los años 60, pues trabajé; incluso fregué algunos platos. En un momento en que no me podía pagar unos estudios de investigación que estaba haciendo y como no tenía permiso para trabajar, entonces, por fregar platos dos horas, me daban tres comidas en Columbia. Luego hice una serie de labores  de investigación con Lipset, un profesor muy distinguido en la Sociología política; colaboré con él en varios trabajos, que algunos se han publicado y, al mismo tiempo, estuve haciendo mi Tesis y  la terminé en 1958. Tardé bastante tiempo porque, además, fue una vida intelectual agradable allí. Nada me presionaba para volver aquí. Cuando vine, la situación de cátedras de Sociología  en España era muy dudosa. Tampoco las cosas que yo quería hacer encajaban totalmente en la España de entonces. Yo tenía una ayuda para la investigación, con la que había venido; pero luego, en el año 1959, di un curso allá, y, en el año 61, me ofrecieron un puesto en Columbia University, y ya he estado en Estados Unidos de profesor desde entonces. Sin embargo he trabajado  también aquí en el 64, haciendo un estudio sobre Andalucía; en el año 68 dando un curso en la Universidad Autónoma; y, luego, del 76 al 78, estudiando la transición política española. Además, vengo todas las vacaciones que puedo y siempre que puedo.

– Profesor Linz ¿cómo se abre paso un español en una sociedad tan difícil y tan competitiva como la sociedad de Estados Unidos?
Bueno yo no sé si es difícil y es competitiva; pero, claro, existe una competición en función de lo que cada uno sea capaz de hacer. Yo tenía una formación española, con un conocimiento del alemán y del francés, había trabajado aquí con buenos profesores, había empezado a hacer, en el Instituto de Estudios Políticos, en aquella época, algunas investigaciones y algunas publicaciones, reseñas de libros, etc. Tenía unos ciertos conocimientos por mi formación de Ciencias Políticas, en España; hice la carrera de Sociología en Estados Unidos, bien; hice una Tesis  que fue importante como contribución al estudio de la Sociología electoral en su tiempo, sobre todo de la Alemania de 1950, la gran elección de la victoria de Konrad Adenauer, el canciller de la CDU. Así pues, yo tenía un cierto prestigio en ese campo de la Sociología política y conocía la historia del pensamiento sociológico. Luego trabajé sobre la sociología de los partidos políticos. Lo que yo hacía, pues tenía un cierto eco allí, y la gente pensó que podría ser un buen profesor. Empecé, como todos los profesores, como un «assistant professor», contratado por cinco años; y a los cinco había que decidir si tenía posibilidad de ascender o no. Luego tuve, afortunadamente, becas que me permitieron dedicarme a la investigación: una beca para el Centro de Estudios Avanzados en las Ciencias de la Conducta o Sociales, en Stanford; también una ayuda que me permitió trabajar en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, que tiene mucha fama  por su dimensión en Física y Matemáticas, ya que personalidades como Einstein estuvieron allí. Y allí estuve también de «fellow», cuando se creó una nueva sección de Ciencias Sociales. He tenido muchas oportunidades y las he aprovechado; he trabajado, he publicado mucho, que es lo que en Estados Unidos cuenta decisivamente. No soy mal profesor, aunque quizá no sea mi fuerte la faceta de profesor de estudiantes en masa y estudiantes lo que llaman allí «under graduate», es decir, de introducción; pero sí he dirigido muchas buenas Tesis y eso también cuenta. El impacto que tiene uno en los alumnos, y todo eso, mi participación en actividades internacionales y el éxito académico en Estados Unidos, es una combinación de factores. También lo que uno publica, que es lo que se ve en letras de imprenta y que no tiene engaño. Luego, lo que uno contribuye al proceso de enseñanza, a la comunidad científica por  organizar actividades, la participación en las organizaciones académicas, y también cuenta la opinión que tienen los colegas de uno, los compañeros intelectuales.

– En Estados Unidos, el nivel de sueldos ¿es muy definitorio dentro de la escala del profesorado?
Pues, sí, básicamente hay universidades que tienen quizá poca importancia y  que, a veces, pues para atraer a un gran profesor pagan más que en una universidad de mucho prestigio. También depende de la situación económica de cada universidad, de su capital, de la renta que produzca el capital que tiene la universidad, de los contratos de investigación que tenga; de muchas cosas, ya que las distintas universidades están en situacionjuan-linzes económicas diferentes. Y, luego, en cuanto al profesorado, pues hay unas escalas de sueldos que fija, más o menos, la asociación de profesores de universidad y que varían apreciablemente; es decir, las tres categorías básicas –«assistant», «associated» y «full profesor»– pues no pueden bajar de un cierto nivel y, generalmente, empiezan en un cierto nivel. Pero, dentro de esa escala, hay una variedad grande de sueldos y los sueldos, en el mismo departamento y en la misma universidad varían mucho; es decir, hay colegas míos -que yo, por casualidad lo sé, porque he sido jefe del departamento y he tenido que ver los presupuestos, pero, si no, no lo sabría- con unas variaciones importantes en los sueldos, entre los de la misma categoría, en función de su prestigio científico y de lo que hagan.

– ¿Cómo está remunerado, en Estados Unidos, un profesor de calidad reconocida, en relación, por ejemplo, con un jugador de beisbol que sea popular?
  Bueno, me figuro, y no cabe duda, que un jugador de beisbol popular gana más. Eso es obvio. En todos los países  las figuras del deporte, las del teatro, sobre todo los grandes cantantes de ópera, los grandes bailarines de ballet, es que se cuentan con los dedos de la mano; las españolas, por ejemplo, que hay en este momento, Monserrat Caballé o Teresa Berganza, en fin, éstas son figuras  que pueden pedir lo que quieran, algo que no existe en las Ciencias sociales ni en otras actividades académicas, aparte de que también el trabajo debe ser más duro que el nuestro incluso, porque salir a escena cada noche cuando uno está cansado y todo, no es lo mismo que dar una clase , vamos a no engañarnos; y lo mismo en cuanto a los deportistas, o sea que si hay diferencias grandes. En Estados Unidos, indudablemente, el profesor   está bien pagado; pero, si se calcula en proporción a los ingresos de un obrero semi-cualificado, pues estamos en unas dos veces o dos veces y media, y, probablemente en España, a pesar de que el sueldo de un catedrático es menor que en Estados Unidos, en cifras absolutas,  pues en relación a los salarios medios, puede que sea un poco mejor. Ahora bien,   si se tiene en cuenta todo lo que en Estados Unidos se retribuye, como artículos en revistas, los libros mismos que dan poco dinero, salvo algún libro de texto muy popular a nivel de «college» o de estudiantes no graduados, pues, quizá, es muy difícil comparar.