Manifestacion en Buenos Aires, Argentina. Foto Globedia
Manifestacion en Buenos Aires, Argentina. Foto Globedia

Argentina
Servicio especial para espacioseuropeos (10/11/2012)
Protestas multitudinarias sacudieron el 8-N la República Argentina contra la política que viene llevando a cabo la presidenta Cristina Fernández. En Buenos Aires la mayor concentración tuvo lugar en la Plaza del  Obelisco.

Hubo resonante cacerolada, tambores batientes y otros instrumentos sonoros para subrayar los gritos contra el Gobierno,  así como profusión de pancartas y carteles con eslóganes entre los que figuraban los siguientes: «Sí  a la democracia, no a la re-re»  (reelección de Fernández, viuda de Kirschner); «La Korrupción mata»  y  «Basta de inseguridad, personal y jurídica». Otros, por la libertad de expresión  y, en casos aislados, por la libertad de Prensa. No se salvaron de las protestas  de esos centenares de miles de personas lo políticos de la oposición, por su «inacción» y el alcalde de Buenos Aires, por «un pacto con los Kirschner».

Según cálculos estimativos, un millón y medio de argentinos se manifestaron el  jueves 8 de noviembre en un centenar de ciudades argentinas.. El epicentro de las protestas tuvo lugar en Buenos Aires, donde medio millón de personas se reunieron en la gran Plaza del Obelisco, en la confluencia de las avenidas Corrientes y 9 de julio; en la capital hubo también concentraciones de protesta en la Plaza de Mayo y ante la residencia presidencial de Olivos, donde estaba la presidenta.

Ha sido la mayor protesta  contra el actual Gobierno. El 13 de septiembre hubo otra, que reunió a 50.000 personas que abarrotaron la Plaza de Mayo. (La plaza de Mayo tiene una capacidad  para 50.000 personas, es decir las mismas que pueden reunirse en la madrileña Puerta del Sol).

Lo económico, en tercer lugar
Las protestas por la política económica figuraban solo en tercer lugar ; hay que tener en cuenta que la economía argentina no padece ahora una crisis como la que existe en casi todos los países europeos. Las quejas eran «por la inflación, las pensiones de los jubilados, ciertos impuestos y el control de divisas». «Basta de  atracos, de robos y de matanzas», «Prensa libre», «Justicia independiente», «La Constitución no se reforma, se respeta»,  «Stop a la corrupción», fueron carteles muy repetidos.

Los partidos políticos de la oposición, cuando vieron el alcance que iban a tener las manifestaciones,  intentaron capitalizar la movilización, mediante declaraciones de sus dirigentes en los dos últimos días. Pero, hay que repetir, ya que es uno de los hechos más significativos de lo sucedido, llamado a marcar una inflexión en la política argentina, fueron organizadas y controladas, hasta los mínimos detalles, por las redes sociales. Igualmente en los dos días previos, miembros del Gobierno intentaron frenar la ola popular,  atribuyendo la organización de las manifestaciones a los partidos políticos y sindicatos de la oposición, y al grupo periodístico Clarín, «que no creen en la democracia».

 Al margen de partidos y sindicatos
Esta gran manifestación nacional -con movilizaciones  en calles y plazas de cien ciudades- no fue organizada por ningún partido político ni central sindical, sino a través de las redes sociales y se extendió  a otros países (Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, y Brasil al menos). En Madrid unas cuantas personas, reunidas en las proximidades de la Embajada argentina, manifestaron que la acción de la propia Embajada, difundiendo diversas versiones, había logrado evitar  una protesta de mayor alcance.

Cristina Fernández, Presidenta de Argentina
Cristina Fernández, Presidenta de Argentina

«Las instituciones del Estado y los partidos políticos fueron creados para que no suceda lo de anoche, que la multitud irrumpa en escena, con nombre y apellido y deje de formar parte de anónimas estadísticas para administrar los dramas sociales. El control  es la esencia de toda vocación de poder, cuando lo que debería ser tácito adquiere una voz, se siente desafiado, ya que el pueblo no debe deliberar ni gobernar sino a través de sus representantes»,

Las manifestaciones en todo el país no cambiaron el 9 por la mañana la política: la presidenta Cristina Fernández tiene aun dos años de gobierno; y los diputados, los senadores y los gobernadores  seguirán en sus puestos hasta las elecciones que tendrán lugar el año próximo (la Constitución argentina, inspirada en la norteamericana, es semejante a la del país del Tío Sam en lo referente a las elecciones de Presidente, senadores, diputados y gobernadores).

Algunos interrogantes
Surgen algunas preguntas, ante un fenómeno político nuevo, al menos en América -del Norte y del Sur- que se da, precisamente, en Argentina, que, desde hace ochenta años, va siempre por delante en los fenómenos y cambios políticos y sociales. A saber:

1.- ¿Cómo responderá la presidenta Cristina Fernández, viuda de Kirschner,  ante esta movilización, la más importante que se ha producido desde que se restableció la democracia, en 1992? (Un analista -que no es peronista-  se remonta más atrás. Ha dicho que es la mayor manifestación desde la que movilizó al país con motivo del regreso de Perón de su exilio, en 1972).

2.- ¿Cómo reaccionarán los partidos políticos, los miembros del Congreso Nacional, los sindicatos, los empresarios y los jueces?

Un fenómeno tan difícil, diríamos que imposible de comprender en el extranjero como el peronismo, hace ya unos meses que se está moviendo, alejándose del Gobierno de Cristina Fernández, que parece sentirse cerca de Chávez y lejos de Perón (cuyo nombre jamás es mencionado; del pasado sólo quedan como iconos el «Che» Guevara  y Eva Duarte).

Villas Miseria en Argentina
Villas Miseria en Argentina

En Argentina los gobiernos cambian, los dirigentes suben, bajan y desaparecen, pero el peronismo sigue siendo la principal fuerza política, a pesar de que su creador murió hace más de 35 años. Los gobiernos y sus representantes siempre acuden, negocian, pactan, hacen concesiones y entregan franjas de poder al peronismo, sean radicales,  kirschneristas o conservadores. Néstor Kirschner también pactó; su viuda prefirió girar hacia un modelo de «socialismo bolivariano», enfrentándose a la clase media, que junto con la obrera eran las dos  columnas del peronismo.  Los gobernadores,  legisladores y los dirigentes sindicales peronistas, acostumbrados desde hace décadas a subordinarse ante quienes les  aseguran el poder o franjas del mismo,  se alejan del kirschnerismo, esa mezcla de antiguos guerrilleros y dirigentes de pequeños partidos marxistas o de otras ideologías izquierdistas.

Las manifestaciones «instalan la sensación de fin de ciclo», concluyeron ya, el día 9, ciertos comentaristas.

Se abren unos nuevos horizontes para los que se han opuesto al actual sistema. El problema es que, frente al núcleo gobernante,  que con Cristina Fernández tomó por lema «Vamos a por todo», dispuestos a eliminar cualquier tipo de oposición o disidencia -política,  sindical, periodística o eclesial- enfrente, la oposición está muy dividida, fragmentada. Las elecciones generales (presidenciales, de diputados y parte de gobernadores y senadores) están lejos: para el 2015.

escribió  el día 9 en La Nación el analista Carlos Pagni. «Los políticos se han quedado estupefactos», como ha sucedido en países de Europa cuando las manifestaciones han sido organizadas por redes sociales.