España
José Manuel González Torga (25/11/2012)

Faustino Cordón
Faustino Cordón

Cordón Bonet falleció el día de la lotería de Navidad, en 1999, un mes antes de cumplir los 91 años. Tiempo atrás, cuando no contaba con llegar a esa edad, había calculado terminar bastante antes su «Tratado evolucionista de Biología», pero los tres tomos, finalmente publicados, lo mantienen incompleto, aunque en su Fundación dejó notas e indicaciones utilizables «a posteriori».

Una docena de libros reúnen lo fundamental de la labor investigadora de este biólogo evolucionista. En último término figura el titulado «Cocinar hizo al hombre», como clave del paso del homínido al hombre, con el alumbramiento de la palabra, que entendía gestada en torno a los tanteos culinarios.

Hace poco, releyendo un libro del catedrático de Derecho Político, Nicolás Ramiro Rico, que destacaba su trabajo inconcluso «El animal ladino (Ensayo de antropología política imaginativa)», me hacía recordar, pese a la clara diferenciación de campos, a Faustino Cordón, aunque no apareciera citado.

Cordón fue calificado, en alguna etapa, como «el sabio topo»; luego alcanzó popularidad, con una atención periodística amplia, cuando le entrevistaban colegas como Rosa Montero o Manuel Vicent. Después de su muerte vuelve otra fase de oscurecimiento.

En el texto posterior a esta introducción, irá discurriendo la transcripción de la entrevista radiofónica, emitida en 1982.

Nuestro personaje de hoy -se decía- no es un popular al uso. Su nombre, Faustino Cordón, solo resulta familiar a una minoría. Sin embargo, pertenece a una figura científica excepcional,  de las que  el día de mañana creo que aparecerán en las enciclopedias.

Los oyentes de Radiocadena Española tienen la oportunidad de escucharle ahora, de saber, por él mismo, de los avatares  biográficos de este investigador, de su carácter, de sus ideas, de su trabajo y de su obra, de sus proyectos, de su vida en general. Estoy, a continuación, en diálogo, para los oyentes de de las 70 emisoras de la cadena,  con Faustino Cordón.

– Señor Cordón, en pocas palabras ¿qué es lo que constituye el núcleo central de sus investigaciones?
El núcleo central de mis investigaciones ha ido, naturalmente, cambiando con el tiempo. Es decir, inicialmente, se ha dirigido a problemas concretos y más o menos convencionales, y luego, paulatinamente, ha ido adquiriendo un carácter más general, se ha ido elevando a teorías  más comprensivas, y más generales; y, en este momento, estoy empeñado en una obra casi insensata, que es intentar entender el proceso de la evolución biológica entera, desde el origen de la vida  hasta el origen y evolución del hombre. Es decir, procurar entender cómo se ha ido produciendo, a lo largo del tiempo, ese hecho impresionante realmente, de que, de lo  inorgánico,  vayan saliendo niveles de conciencia cada vez más altos, hasta llegar al nivel último que es la conciencia humana.

– Pero tengo entendido, señor Cordón, que la clave en la cual fija usted el proceso de la evolución es el fenómeno de la alimentación.
Bueno, es el fenómeno de la alimentación en un sentido no del todo profundo. Yo creo que el proceso, la base esencial de todo ser vivo, de todo foco de conciencia, es el mantenerse vivo, es el seguir siendo. Todo ser vivo lo intenta. El hombre intenta seguir siendo; un animal intenta seguir siendo; una célula intenta seguir siendo. Para seguir siendo, naturalmente, necesita consumir una energía «nécessaire», porque el ser vivo consume una energía y, naturalmente, de esa manera secundaria, como objetivo, la alimentación es básica; es decir, naturalmente, un ser vivo, para seguir siendo vivo, necesita consumir energía. Es decir, usted y yo tenemos 37 grados y, en toda acción, en todo movimiento, consumimos una energía. Esa energía la tenemos  que estar reponiendo continuamente. Lo mismo le pasa a todo ser vivo. Es decir, desde el protoplasma  hasta el hombre,  constantemente se tiene que consumir energía en todo. Entonces, todos los seres vivos  están vinculados con fuentes de energía exterior. Una de las caras del proceso es cómo los seres vivos han ido adquiriendo esa fuente de energía y, sólo como fenómeno secundario, está la reproducción. Una condición para que la vida haya seguido siendo es que los seres vivos se reproduzcan, pero muchos, una proporción inmensa de ellos, no se han reproducido sin que por eso dejen de ser vivos.

«No soy un darwinista en cierto sentido»
– Este -perdón- es un planteamiento general, pero si fuéramos a una cosa muy  concreta, para que nuestros oyentes lo entendieran de una forma gráfica, usted en un darwinista, usted cree en la evolución de las especies y, concretamente, en que el hombre viene del mono. ¿Es la alimentación lo que produjo la transición del mono al hombre, según sus  tesis?
Sí, sí, todo, todo, todo pasó. Yo, realmente, no soy un darwinista en cierto sentido, porque un darwinista, en cierto modo, es un epígono de Darwin. Darwin tiene unos grandes problemas. Murió hace cien años justamente. Es decir, el 19 de abril de escocinar-hizo-al-hombrete año, se celebra en todo el mundo el centenario de su muerte. Yo voy a procurar contribuir a esa celebración en España. Es decir, voy  a estudiar la figura de Darwin en tres universidades. Naturalmente, tengo respeto a Darwin. Es decir, Darwin es un antecedente; pero soy tan poco darwinista como soy newtoniano. Yo sé que es verdad la teoría de la gravitación universal; sin embargo los problemas de Newton son unos problemas que son los de él; yo los tengo dentro. Y a mí me pasa lo mismo con Darwin. Darwin tenía sus problemas, da soluciones y esas soluciones siguen siendo válidas en gran parte; ahora bien, mis problemas son otros. En cuanto a Darwin mismo, de una manera imprecisa, su gran inflexión consiste en procurar entender el ser vivo, no por el interior sino por sus relaciones con lo de afuera. Es decir, al ser vivo lo pone en evolución en función de lo que él llamaba medio ambiente, sin entender concretamente lo que es el medio ambiente y, entonces, naturalmente, nosotros ya tenemos una precisión mayor: entendemos lo que es el medio ambiente. El núcleo central del medio ambiente es el alimento.

– ¿Y cómo se produce la transformación: por la búsqueda del alimento, por un régimen de alimentación, o por las dos cosas?
Bueno, es la búsqueda del alimento, naturalmente, lo que hace los seres vivos de cada especie. Compiten unos con otros en la búsqueda de alimentación. Vamos a ver, si nos referimos concretamente a los animales, los animales se distinguen unos de otros, por estar adaptados a sendas formas de alimentación. Usted eso lo ve perfectamente. Usted nota perfectamente, solo por el aspecto, lo que modela el cuerpo, por ejemplo,  de un caballo, que es distinto de lo que modela el cuerpo de un tigre. Todo el caballo está hecho para comer hierba, y todo el tigre está hecho para comerse al caballo, digámoslo así. Entonces, naturalmente, la fuente de alimentación de toda especie es limitada siempre, fatalmente limitada: una pradera puede alimentar un número de herbívoros limitados, y nada más; la carne todavía es más limitada; los animales huyen y los tigres tienen que  apañárselas  para cazar, cada día, uno. Si los animales se conservaran todos vivos, en pocas generaciones, bueno, harían planetas enteros de masa. Ya sabe usted, un animal, por poco que se multiplique, si se conservaran vivos todos los ejemplares hasta el límite natural de sus existencias, eso daría una progresión geométrica y, enseguida, no cabrían. Entonces,  como la provisión de alimentos es limitada, y la expansión de población por la reproducción, es ilimitada, se produciría una concurrencia, y lo que descubre Darwin es que se van seleccionando en promedio los más aptos. Van afinándose en la conducta, como dijo Darwin.

Espíritu creador del científico
– Vamos centrando el mundo de las inquietudes de Faustino Cordón;   pero querría preguntarle también si es un francotirador de la Ciencia, cuando, modernamente, la Ciencia se viene haciendo en equipos
Yo creo que no soy un francotirador de la Ciencia, pero tampoco creo que la Ciencia sean equipos.

– Se lo pregunto porque usted ha trabajado más bien aisladamente
Yo soy un francotirador de la Ciencia en el sentido de que yo no he trabajado en la Universidad;  yo, toda mi vida he trabajado en la industria; ahora bien, yo, en primer lugar,  no creo tampoco del todo en los equipos. Creo que toda la Ciencia verdadera necesita una capacidad creadora, un espíritu creador y que, en el foco de toda Ciencia creadora, de toda Ciencia real, hay una mente creadora. Es decir, que creo que Galileo, Newton, Darwin o Einstein,  son ellos. Naturalmente hay una ayuda; hay un grupo, mayor o menor, que para  algunos es nulo prácticamente. Por ejemplo, Newton no tenía colaboradores, ni tenía colaboradores  prácticamente Einstein; y, en un terreno menor, tampoco tenía prácticamente colaboradores, Cajal.. Yo creo que la Ciencia, en un momento determinado, puede requerir un equipo. Yo, por ejemplo, en este momento, necesito un equipo y tengo un pequeño equipo, insuficiente, desde luego; es decir, no tengo dinero suficiente, apoyo suficiente para tener todo el equipo que desearía, que sería modesto. Pero para lo fundamental, no. Estoy seguro que mi obra no se realiza de manera inmediata. Si yo me muero….

– ¿No tiene usted algún continuador ya?
Es difícil esa continuación. Tengo colaboradores, y colaboradores buenos; pero esos colaboradores tienen sus propias mentes. Entonces, claro, la experiencia acumulada de treinta años, la problemática de treinta años, todo eso es muy difícil de transmitir. Es decir que, naturalmente, si uno se muere, no está garantizada la continuidad; sin embargo, como la verdad objetiva está en la realidad, pasaría un tiempo, y otra persona, desde otros puntos de vista, naturalmente, fatalmente, recogería lo que hubiera de verdadero en mi pensamiento.

– Actualmente ¿cómo se sigue su trabajo en España y en el extranjero, dentro de los ambientes científicos?
Yo creo que mi obra, últimamente, sí ha tenido un eco, quizá  un eco desproporcionado. Yo no estoy nada descontento. Por ejemplo, he hecho el primer tomo de mi obra grande, que lo editó Alfaguara, y ese tomo prácticamente se agotó y era caro, porque costaba al público dos mil y pico de pesetas.

– ¿Se ha traducido a varios idiomas?
Se ha traducido al inglés y acaba de salir publicado por la principal editorial científica del mundo –Pergamon Press– y se está traduciendo al ruso por la Academia de Ciencias de Moscú, de modo  que sí ha tenido un eco, quizá desproporcionado. Y también  ha tenido un eco público grande en España, esa es la verdad. Y no sé bien porqué, ya que el libro es un libro en sí difícil, abstracto, pero ha tenido una repercusión social en España muy superior a la que yo nunca hubiera esperado. En ese sentido estoy un poco sorprendido y el hecho me demuestra que la capacidad acogedora del país es grande.

Antecedentes familiares
– Es un detalle de la modestia de Faustino Cordón. Pues, cambiemos de registro. ¿Podemos retroceder en el diálogo a su infancia, a hablar de sus padres, pongo por caso?
Bueno, yo puedo hablar de mis padres; sí, sí. Es un honor  para mí hablar de mis padres, desde luego. Mi padre y mi madre son dos personas muy diferentes entre sí, muy distintas entre sí. Es decir, yo tengo dos raigambres muy diferentes.

Viñeta publicada en la prensa londinense que ridiculiza las teorías de Darwin
Viñeta publicada en la prensa londinense que ridiculiza las teorías de Darwin

Mi padre era un terrateniente extremeño, del sur de Extremadura, del linde de Extremadura con Huelva, y era abogado. Fue el primer titulado, el primer universitario de su familia. Su padre era arrendatario con bastante, con mucha personalidad, que dejó cierta huella entre los campesinos; pero el primer hombre de carrera fue mi padre. Era un hombre que tenía un enorme respeto a la cultura, en sentido profundo. Es decir, a mi padre le interesaba  enormemente  y se sentía atraído por todo lo grande moralmente. Por ejemplo, a mi me enseñó a leer con las «Vidas paralelas»; es decir, la vida, si no era dura, con una dimensión heroica, no la entendía. Entonces, eso yo lo vivía en su casa. Era un hombre como muy especialmente generoso, culturalmente. Eso es extraordinario que pase en Extremadura; pero, en Extremadura,  había esa persona, una persona  absolutamente deslumbrada por la cultura profunda. Es decir, que él tenía un criterio de valores muy exagerado. No se podía ser pintor  si no se era Goya, y, bueno, tenía un respeto por las grandes figuras y estaba muy influido por ellas. Era un tipo de esa manera, de esa generosidad. Y mi madre era catalana, de una familia de científicos catalanes de primer orden; es decir, el padre de mi madre era catedrático de la Universidad de Madrid, de Orgánica; y un tío suyo, yo creo que era el mejor químico español del siglo pasado: Magín Bonet. Eso es curioso porque tienen una herencia científica cultural, como familiar y sin darle importancia. Mi abuelo materno era menos culto que mi padre, profundamente, aunque era un catedrático  y era un hombre serio en su cátedra; pero, para él, eso era natural y no lo vivía con la intensidad del otro, que había llegado a ello descubriéndolo por sí mismo. Mi madre tenía un espíritu enormemente ordenado, y en cambio, lo que tenía también era un enorme carácter. Era muy bondadosa, muy apacible, pero tenía un enorme carácter que descubrió la Guerra Civil; si no, no lo hubiéramos sabido ninguno; pero cuando hubo guerra, mi madre desplegó unas cualidades de carácter heroico.

– Usted nace, pues, en el seno de una familia universitaria y una familia, además, acomodada
Bueno,  mi madre era acomodada, mi abuelo era acomodado y tenía una finca media; era un terrateniente medio que tuvo bastante mala suerte, por una epidemia de la ganadería durante bastantes años. Se defendían, desde luego, modestamente,  bien.