Internacional/Economíaa
Manuel Funes Robert (25/2/2013)

Mario Draghi, Presidente del BCE
Mario Draghi, Presidente del BCE


Para encontrar una ocasión histórica en la que los pueblos de occidente vivan sometidos a una agresión política tan intensa, extensa y tan contraria a la razón como la experiencia, tenemos que recordar las guerras de religión en las cuales murieron decenas de miles de personas por una disputa que en suma era si la fe bastaba o no bastaba para salvarse.

Fue Lutero el inventor de esta trama apoyando sus ideas en esta frase de San Pablo «el justo vivirá por la fe» de lo cual dedujo el teólogo de Eisleben que la salvación dependía se la fe, siendo así que la propia frase comienza suponiendo que el que tiene o no tiene fe es en todo  caso un justo. Con ello coincide con la versión de la las buenas obras están en la base.

Hoy vivimos sometidos en otro orden de cosas pero con la misma intensidad, terquedad y fanatismo por parte de las autoridades comunitarias en cuanto a la aplicación del rigor económico. Ya analizamos en estas páginas hace unos meses las posibles causas de la crueldad de las medidas en las que insiste Frau Merkel, basándonos en su educación rigorista luterana. Estas centran toda su obra en la creencia de que para alcanzar el bien puede ser necesario incrementar el mal que se conoce y para consolarse de los letales efectos de este disparate, tienen un segundo refugio: «cuando se empeora, en realidad se mejora si los incrementos del mal al sucederse van disminuyendo en intensidad». Para remate de esta siniestra ideología, nos encontramos con que el BCE ve la causa de la crisis que se padece en el poco rigor de las medidas de ajuste, con lo cual el panorama es que no hay salida con estos gestores.

Y para ver clara la situación tenemos que sumarnos y asumir la visión de la izquierda que en la última sesión en las cortes y por boca de Cayo Lara se ha atrevido a señalar al BCE como culpable y exigiendo que se cambie el rumbo de su política . pero entra tímidamente en el origen del dinero pues lo siguen viendo como un prestamista y siendo que simplemente es el financiador en última instancia y no un prestamista con derecho a recibir lo que presta.

Todas las semanas insistiremos a nuestros lectores en que  la crisis está determinada por la falta de financiación y por la inoperancia del BCE al que aún le parece demasiado lo poco que hace. Durante siglos el crecimiento económico como fin dependía de la cuantía de oro por el que se podía cambiar las monedas.

Eso significaba que para eso había que invertir, para invertir, había que ahorrar y para ahorrar había que crecer con lo cual el vicio oculto que tiranizó a la humanidad durante siglos era que para crecer había que crecer. Este esquema se rompe por fortuna para la humanidad cuando el oro da paso al papel como base del sistema monetaria y la cantidad de dinero puede crecer todo lo que se necesite con riesgo, admito,  de equivocarse, posibilidad que amenaza siempre a cualquier arbitrio humano.

Cuando este hecho nuevo se ve completado con la obra de Keynes el mundo conocido ha sociedad de consumo, pleno empleo y Estado de Bienestar.

La solución nunca fue tan fácil por el carácter naturalmente ilimitado de la creación monetaria. Desgraciadamente el BCE no solo no ve la solución sino que además propugna aumentar su dureza causando tanto daño como en las guerras de religión antes citadas.