Internacional
Manuel Funes Robert (1/4/2013)San Ignacio de Loyola
«Ad maiorem Dei gloriam»
(Lema de la Compañía de Jesús)
En 1491, en Azpeita, nace Iñigo López de Loyola. Escribano, guerrero, hábil mediador en varios conflictos, herido finalmente en Pamplona en 1521, aprovecha la dolorosa convalecencia para reflexionar sobre su pasado y su futuro. Abandona las armas y se traslada a París a estudiar teología. En Montmartre el 15 de agosto de 1534 sienta con sus compañeros las bases de la futura orden con el juramento «servir a nuestro Señor dejando todas las cosas del mundo».

 El papa Pablo III concede aprobación a la orden y en Roma Ignacio tiene una experiencia espiritual y mística, según el recuerda «en la que Cristo, volviéndose hacia mí me dijo ´YO QUIERO QUE TU NOS SIRVAS´». La Compañía se extendió por Europa y crea escuelas,

universidades y seminarios. En 1554 redactó la Constituciones jesuitas, en las que se incluye el cuarto voto a los tres que juraban los sacerdotes ordenados,  la obediencia al Papa («disciplinado como un cadáver»).  La orden solo responde ante el Papá. También merece recuerdo cómo surgió el nombre de Compañía de Jesús: «cuando os pregunten, decid que somos de la Compañía de Jesús». La obra de san Ignacio está directa y expresamente relacionada  con la

contrarreforma contra Lutero, pues éste negaba la autoridad del papa fuera el que fuera y sustituir semejante fuente de actuaciones por la fe y no se entiende sin y como oponente al protestantismo que recorría Europa y su influencia en el Concilio de Trento, determinante.

Trento fue el más largo de los concilios, se interrumpió tres veces y duró casi veinte años. Todos sabemos que el generalísimo en Lepanto, era español. Pero pocos saben que la iniciativa fue de otro Papa, Julio II, que en carta a Felipe II le dice:”yerran quienes creen que gente tan belicosa y rabiosa de señorear se conformarán con lo que ahora tienen (…)  por los clavos de Cristo os pido que enviéis luego a Italia la mayor armada posible”.

El segundo gran paso para la contención del islamismo fue la conquista y evangelización de América, obra principal de la Compañía de Jesús. Piénsese en una Iberoamérica musulmana y su significado actual para la civilización occidental, tal como afirma Marcelino Menéndez Pelayo en su «Historia de los heterodoxos españoles»:

«España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vectores o de los reyes de taifas.»

Hace pocas semanas ha sido elegido otro Papa y a la particularidad histórica de que su antecesor no haya muerto, se añade que su lengua materna sea el castellano y que sea jesuita. ¿Signo de nuevos tiempos?