Europa
Manuel Funes Robert (4/6/2013)union-europea
Ya es un hecho innegable que la única zona del mundo que se resiste a crecer económicamente es la zona euro. Después de las medidas tomadas por el Banco Central de Japón la economía nipona crece cerca del 3%. EE UU esquiva la recesión imitando las políticas del imperio del sol naciente.

Inasequible a los hechos que demuestran lo equivocado de su política, los políticos de Bruselas, no solo insisten en ellas sino que aprietan las tuercas de la enferma economía europea exigiendo más subidas de impuestos, fin de desgravaciones fiscales y atacando a aquel colectivo que todavía se había salvado de las terribles medidas: los pensionistas, a los que quiere recortar sus ganadas pensiones.

Y no se equivoquen al interpretar cierta relajación en Bruselas cuando “conceden” cierta relajación en las cifras del déficit. En la perversión del lenguaje a los que nos tienen acostumbrados los funcionarios de Bruselas nos comunican que se concede mayor tiempo para alcanzar los objetivos del déficit (con lo cual se relajaría teóricamente la presión sobre la economía española) a cambio de que se tomen medidas incluso más duras que las que habría que ejecutar si no nos hubieran concedido esa moratoria.

Cuando yo explicaba a mis alumnos lo terrible que era para la economía española los ajustes que aplicaban tanto los ministros de UCD como del PSOE, uno de aquellos alumnos me decía: “O son malvados o son ignorantes”. “Las dos cosas”, respondí yo.

Sin embargo precisamente hoy recibimos los datos sobre las afiliaciones de la Seguridad Social y el paro: 100.000 personas han encontrado trabajo en el mes de mayo.

Noticias como estas, a pesar de nuestro deber de ponderarlas y analizarlas con detenimiento, son en si mismas positivas. Y ello por el efecto psicológico que suponen para los ciudadanos. Recordemos una vez más que la principal causa de la crisis proviene del parón de la demanda (debido a las salvajes subidas de los tipos de interés hace ya varios años) con su devastador efecto multiplicador sobre la economía. Y si estos datos animan a los pocos que todavía conservan sus rentas, el citado efecto multiplicador puede invertirse en positivo. Siempre que Bruselas y Merkel lo permitan.