Obiang y el rey Juan CarlosMi Columna/Guinea Ecuatorial
Eugenio Pordomingo (19/6/2013)
Lamentable, muy lamentable, ha sido la declaración de la Unión Africana (UA) felicitando a Teodoro Obiang Nguema por el resultado de las elecciones habidas el pasado 26 de mayo en Guinea Ecuatorial, aunque reconocía –la UA- que hubo “irregularidades” y “discriminaciones”. Con un descaro a prueba de bombas y elevadas dosis de osadía  –han aprendido de sus mayores de Occidente-  los miembros de la delegación de Observadores de la Unión Africana felicitaban al«pueblo de la República de Guinea Ecuatorial» por el resultado de las elecciones parlamentarias y locales. No obstante, los miembros de esa delegación reconocían que se habían registrado “irregularidades tanto en la publicación de las listas electorales como en el proceso mismo de votación”. Con unas suaves pinceladas recogen que  “hubo discriminación en el acceso de los partidos a los medios de comunicación”.

Esos comentarios, y otros similares, aparecen en la nota que leyó la jefa de la delegación, la ex primera ministra de Senegal, Mame Madior Boye. La lectura, acompañada de la parafernalia habitual en estos casos, se produjo dos días después de celebradas las elecciones. Los sesudos miembros de la delegación africana habían elaborado unas conclusiones, nada negativas para Obiang, ya que éste les permitió hacerlas públicas en Malabo.  

La lectura se celebró, como digo, en Malabo, las agencias de noticias occidentales afirman que el acto tuvo lugar durante una rueda de prensa. Entre otras cosas la senegalesa Madior Boye dijo que las elecciones se celebraron «en un ambiente de calma y serenidad».

Contenta como unas castañuelas –me recordaba a los “observadores  internacionales”  españoles que enviaba el ministro Moratinos a Guinea Ecuatorial con una misión similar-, la jefa de esa delegación exhortó «a todos los actores políticos a aceptar los resultados del escrutinio, y a recurrir a la ley en caso de contestación, y a trabajar unidos para la consolidación de la paz y la construcción de la democracia en Guinea Ecuatorial».

Nada más leer la noticia pensé, “¿habrá llegado hasta aquí algún ´sobre´ de los de Bárcenas?”. Lo digo porque todo eso me parece una auténtica pantomima, puro teatro. Primero, porque en Guinea Ecuatorial no hay libertad de prensa, ni medios de comunicación privados, ni periodistas críticos que tengan la oportunidad de escribir un solo renglón contra el dictador guineano. En segundo lugar es muy significativo que en esa “rueda de prensa” hubiese más miembros del gobierno de Obiang Nguema que periodistas o delegados de la comisión de la UA.

Como en todos estos asuntos siempre tiene que haber “colaboradores necesarios”, y en el que nos ocupa estaba también un miembro destacado del CPDS (versión PSOE pero a la guineana), lo que presagiaba que algún país europeo estaba en la misma onda. Y es que Mariano Rajoy sigue la estela trazada por  ZapateroMoratinos.

Lo curioso es que pocos días después –repito, días después-, el 3 de junio,  Washington se sumaba a esa felicitación de la UA con una nota de prensa firmada por Jennifer Psaki, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, en la que decía  que “las elecciones parlamentarias y municipales celebradas el pasado 26 de mayo en Guinea Ecuatorial, en las que el Partido Democrático (PDGE) del presidente Teodoro Obiang Nguema ha obtenido de nuevo una amplia mayoría”. Eso sí, añadía el latiguillo de que esos comicios electorales habían sido «una oportunidad perdida para una mayor democratización».

Para lavarse la cara, el gobierno de Barack Obama añadía: «Pese a que la votación haya transcurrido en orden y de forma pacífica, Estados Unidos tiene serias preocupaciones respecto a las elecciones», en especial por «las detenciones arbitrarias, los límites a la libertad de reunión y expresión y el acceso severamente restringido a los medios y a Internet y las redes sociales para los partidos de la oposición».

«Somos conscientes de que los miembros de la oposición han puesto en cuestión la precisión de los resultados hechos públicos por el Gobierno» –afirma la nota de la Secretaria de Estado estadounidense, a la vez que insta a Obiang Nguema «a mantener un diálogo abierto con los partidos de la oposición y a afrontar las preocupaciones legítimas de éstos».

Para cubrirse las espaldas Washington ofrece un hálito de esperanza: «Las elecciones y la democracia son algo más que una simple jornada electoral (…) el establecimiento de una comisión electoral independiente que supervise la preparación y el desarrollo de las elecciones y el acuerdo de todos los partidos respecto a la financiación y la vigilancia del proceso electoral incrementarían la credibilidad de las futuras elecciones en Guinea Ecuatorial».

El 3 de junio, casi al unísono que la nota de Estados Unidos, el Gobierno de España, a través de Exteriores, declara que ha seguido “con mucho interés las elecciones legislativas y municipales celebradas el 26 de mayo en Guinea Ecuatorial. Los resultados anunciados oficialmente dan la victoria a la coalición liderada por el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial y reconocen una mínima representación al principal partido de la oposición, Convergencia Democrática de Guinea Ecuatorial, que ha solicitado un recuento de los votos”.

PExteriores se hace eco y “toma nota del comunicado oficial de la Misión de Observación de la Unión Africana”, a la vez que aboga por “la institucionalización de un marco de concertación y diálogo entre los actores políticos sobre las cuestiones esenciales del país”, para rematar: “El gobierno  de España confía en que las cuestiones suscitadas en relación con los resultados electorales se puedan resolver a través de las vías legalmente previstas y el diálogo político entre el gobierno y la oposición”.

Me resulta extraña la coincidencia, en lo fundamental, entre la Unión Africana, Estados Unidos y España. ¿Casualidad? Puede ser. Pero me inclino más por el diseño de una estrategia y la aplicación de una táctica. “No xiste la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas”, dejó escrito el poeta y dramaturgo alemán Friedrich Schiller.

Por si algún lector descarriado mentalmente, desmemoriado, escaso de información o poco habituado a mantener una actitud  crítica con lo que dimana del poder, aclaro lo siguiente: la Unión Africana recogía en sus conclusiones que los partidos de la oposición guineana no tuvieron acceso a los medios de comunicación; que las elecciones se celebraron en un ambiente de calma y serenidad y que recomienda a todos respetar los resultados electorales. Hay que aclarar que los partidos de la oposición no han concurrido a las elecciones; que en Guinea Ecuatorial no hay medios de comunicación independientes; que las fuerzas de seguridad no dejaban moverse ni a las moscas, y que varios dirigentes políticos y líderes naturales de la sociedad civil fueron detenidos. La UA recomienda aceptar los resultados; o sea, ¿que el pueblo guineano debe callarse y seguir soportando una cruel dictadura que les niega el acceso a los beneficios que dimanan de los recursos naturales del país? 

Estados Unidos, desliza un apoyo al dictador guineano al decir que el partido de Obiang Nguema ha “obtenido de nuevo una amplia mayoría”, a pesar de que esos resultados electorales han sido “una oportunidad perdida para una mayor democratización». ¿Amplia mayoría? ¿Mayor democratización?

Queda claro que la UA, Estados Unidos y España han entrado a valorar –al menos hacer público- la elevada abstención, los problemas con el censo electoral y, mucho menos, los inexistentes mecanismos del recuento de votos. En fin, lo de siempre.

Estos dos mandamientos, palito y zanahoria, se encierran en uno: dejar que el tirano siga gobernando, pero aparentando de cara a la galería que hacemos algo. Ya se sabe, lo dijo Giuseppe Tomasi di Lampedusa, autor de  “El Gatopardo”“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.