España
Manuel Funes Robert (16/7/2013)Jose Bretón
La verdad de los hechos no tiene como aliado natural solamente las manifestaciones expresas de los justiciados, pues tiene casi el mismo valor probatorio la pasividad de los inculpados. Este es el caso de José Breton.

Este individuo muestra una tenacidad teutónica en la confesión de su inocencia. ¿Cual es pues su error?, el error -a juicio de este jurista que les escribe- posiblemente sea lo que ha llevado al jurado a condenarle de forma unánime: La indiferencia del acusado por la investigación de los hechos, siendo así que debería ser la persona en el mundo más interesada en descubrir al autor, pues si fuera inocente lo único que le salva de la cárcel es encontrarlo.

Su comportamiento en estos meses aterra y fascina a la vez a todos los que hemos visto la máscara y la mirada vacía que ha mostrado a lo largo del juicio. Diversos expertos y forenses han intentado dilucidar tan desconcertante comportamiento. Pero hay algo más en esta actitud que nos introduce de lleno en el comportamiento y en el alma del hombre, pues tengo para mí que en este individuo se concentra una maldad sobre la que he intentado arrojar alguna luz en mi ensayo filosófico, «NATURALEZA Y MALICIA», y que entiendo que es aplicable a este lamentable suceso. No entro en estudios de patológicos de personalidad, si se trata de una persona acomplejada y fracasada. No me interesa fijarme en el individuo, sino en lo que dentro de su alma es reflejo de la condición humana.

Admitimos que el mal existe, no hay mejor ejemplo del padre que por hacer daño a su ex mujer es capaz de asesinar a sus hijos. Pero demos un paso más. Sócrates, asocia la maldad humana al ansia infinita de ser: Parece ser que Bretón se ha mostrado impasible soportando todos los testimonios y que solo ha perdido su compostura cuando un perito ha calificado su inteligencia de mediocre. Opinión ésta que por el ansia infinita de ser no puede tolerar.

Bretón es consciente que toda España le está mirando, escudriñando sus gestos y sus palabras (nótese, sin embargo que mantiene sus manos siempre ocultas debajo de la mesa). Cuanto más le odie medio país, cuanto más le deseen lo peor, mas colmada se verá su ansia de ser. El horroroso crimen del que se la acusa le hace ser más. Su terrible acto le hace emerger sobre los demás. Estas reflexiones traídas a cabo por los terribles sucesos de Córdoba, dan para mucho más que las líneas que mis amables lectores me conceden. Acabemos pues con una tremenda frase de Gottfried Wilhelm von Liebniz: “El odio no tiene límite porque el ansia de ser que es su causa, no lo tiene. Ansia infinita, osadía infinita, desprecio infinito, resentimiento infinito… cadena de males naturales”