Els SegadorsCataluña (España)
Manuel Funes Robert (1/7/2013)
Hay mucho de trampa en el mensaje político que nos lanzan los políticos catalanes consistente en el irrenunciable «derecho a decidir», matización paso adelante del anterior «derecho de autodeterminación», que no hace otra cosa que añadir deliberadamente confusión. Y hay trampa por que los que claman por el derecho a decidir -que no serían mayoría en la mítica consulta como luego veremos- en el que lógicamente cabe el derecho a decidir ser parte de España, ya han decidido que Cataluña sea independiente.

Para ellos la mítica consulta -otra perversión del lenguaje, nadie habla de referéndum- entra dentro de la retórica/argumentario político para cansar a «Madrit», a sumar a otro, el pretendido «miedo» que se tiene en España a que se celebre el meritado evento, cuando en realidad, en lugar de miedo, lo que sobra es cansancio y paciencia y, sobre todo, indiferencia.

Desconcierto y decepción ha provocado en sus filas que un general de la Guardia Civil no haya tomado la Generalitat, o que el gobierno no haya suspendido la autonomía, improbable hecho político en el que se moverían como pez en el agua pues utilizarían una de las dos armas que mejor manejan: el victimísmo.

Amagar es la otra. Lanzan mensajes, apocalípticos, revolucionarios del tipo de ejército, hacienda propia, pero como lucidamente ha dicho Duran y Lleida, no aprueban desde el parlamento catalán reglamentos o leyes que regulen la consulta o la independencia en sí. En este sentido, llegan a aprobar mociones sobre el derecho a decidir, pero hasta ahora no han dado el paso.

Por último, comentar las posibles razones por las que alardean sobre la independencia pero sin tomar medidas concretas que las lleven a cabo cuando entre ERC y CyU tienen mayoría suficiente para hacerlo. La primera, que en aras a una mayor legitimidad, necesitan el apoyo del PSC, que aunque unas veces está y otras no, se inclina por la oposición a la independencia. Todo ello a pesar de que entran en el juego soberanista al admitir el derecho a decidir, pero para decir que no. La segunda, el apoyo real a la independencia, que aunque quedaría cerca, no llegaría al 50%.

El pasado sábado tuvo lugar un acto independentista en el Nou Camp. Al ser un recinto cerrado no pueden jugar con las cifras como si podrían haberlo hecho en las calles de Barcelona. Resultado: la nada desdeñable cifra de 90.000, solo que en Cataluña hay en torno a siete millones de personas.